Por Santos Pérez
Primero mintieron Pardo Lazo y Yoani. No perdamos eso de vista. No había ninguna noticia sobre declaraciones de Oliva y cuando aparecieron no tenían nada que ver con el post del que ultraja la bandera, ni los tweets del prospecto de millonaria. Entonces, Oliva no habló del asunto con sus amigos de la última hora y estos, que bien poco lo respetan inventaron lo que les pareció más efectivo para hacer su trabajo – o sea, lo que les pagan: atacar a las instituciones cubanas.
Oliva, entonces, optó por hablarle a las agencias de prensa. Para él, por supuesto, este es un medio más serio que el de sus poco decentes socios. Rara amistad esta, por cierto. Pero Oliva es ambiguo. Dice que no es contrarrevolucionario y aboga por el multipartidismo. Pero se sabe hace algún rato, y Yoani y Pardo Lazo lo han confirmado, que esta convicción política del pintor apareció con su reciente amistad con aquellos y no es, en modo alguno, resultado de una reflexión o una práctica: Oliva ha seguido trabajando con las instituciones cubanas y dice que quiere seguir haciéndolo.
Oliva relata lo sucedido en la Asamblea Provincial del Poder Popular en la que hasta hace poco se sentía honrado y reconoce haber violado el Código de Ética.
Desmiente rotundamente a Yoani cuando dice que él mismo – que quiere seguir trabajando con las instituciones que lo han apoyado – cerró la Casa Taller. Al infundio sobre la expulsión de la UNEAC ni se refiere. Esa es la mentira más burda: Pardo Lazo sabe que él mismo no ha sido expulsado de esa asociación.
Oliva, por lo menos, dice que quiere lo mejor para su país. Yoani y Pardo Lazo, que no le reconocen a Cuba nada bueno y cobran por ello, hace mucho tiempo no pueden decir lo mismo. Y no es por vergüenza, seguramente.
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