Por Esam Al-Amin
Sólo semanas después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, Charles Krauthammer, columnista del Washington Post y portavoz de los neoconservadores, reveló la lista de objetivos del gobierno de Bush al iniciar su posición bélica posterior al 11-S. La lista incluía seis naciones: Afganistán, Iraq, Irán, Siria, Libia, y la Autoridad Palestina. Aunque la prioridad asignada a Afganistán y después a Iraq estaba fuera de discusión, el orden de los demás cambiaba continuamente.
A Israel se le dio mano libre para ocuparse de la Autoridad Palestina (AP). El presidente George W. Bush evitó y aisló completamente al presidente de la AP, Yasir Arafat, hasta que éste murió sitiado en noviembre de 2004. Al ex primer ministro israelí Ariel Sharon le fue permitido utilizar brutales tácticas militares para aplastar la Intifada de Al-Aqsa, volviendo a ocupar gran parte de la Ribera Occidental, y estableciendo cientos de puntos militares de control que devastaron la vida palestina y lo que quedaba de la AP.
En enero de 2002, la campaña afgana había terminado en lo que respectaba a Bush, y los preparativos para la invasión de Iraq habían comenzado en serio. Docenas de libros han sido escritos explicando en detalle los ardides, complots y engaños de los neoconservadores para el cambio de régimen en Iraq. De hecho, el editor asociado del Washington Post, Bob Woodward documentó los eventos y los roles de altos responsables del gobierno en una serie de libros.
Cuando el dirigente libio Muammar Qadhafi vio el derrocamiento de Sadam Husein de Iraq en la primavera de 2003, inició contactos con Londres y luego con Washington, para tratar de identificar las condiciones necesarias, en un intento por evitar la suerte de Husein. En enero 2004, Libia aceptó todas sus condiciones: aceptación de la responsabilidad por al atentado de Lockerbie, el pago de más de 3.000 millones de dólares en reparaciones, firma del tratado de Prohibición de Armas Químicas, y tal vez lo más importante: renuncia a su programa nuclear, incluida la entrega de todos los equipos comprados durante dos décadas a EE.UU.
Por otra parte, Siria enfrentó presión económica y aislamiento diplomático, combinados con amenazas veladas y directas. En abril de 2005, Siria retiró sus tropas del Líbano después de una presencia de 29 años. Aunque la presión estadounidense logró obligar a Damasco a retirarse del Líbano, Siria siguió siendo un objetivo para un cambio de régimen dentro del establishment estadounidense de la defensa y la inteligencia. Su supuesto papel en el apoyo a la resistencia iraquí contra la ocupación estadounidense, así como el hecho de que daba albergue a las bases de grupos de resistencia palestina, representaban sus principales “pecados.”
Pero el hueso más duro de roer entre todos estos objetivos ha sido siempre Irán. Irónicamente, la situación estratégica de Irán mejoró considerablemente después de las invasiones estadounidenses de Afganistán e Iraq, y el derrocamiento de esos regímenes. En 2004, los aliados chiíes en Iraq controlaban el gobierno, a pesar de que el país seguía bajo ocupación de EE.UU. Además, Irán ejercía una tremenda influencia sobre milicia de Muqtada Sadr, la principal oposición chií a la ocupación en las calles.
Después de la segunda toma de posesión de Bush en enero de 2005, el Consejo de Seguridad Nacional realizó un intenso debate interno sobre Irán. El conflicto no se centró en si debiera haber un cambio de régimen en Irán, sino más bien si convenía emplear un poder suave o duro para lograrlo. El vicepresidente Dick Cheney y el secretario de defensa Donald Rumsfeld propugnaron una escalada de ataques militares, mientras la ex secretaria de estado Condoleezza Rice y el ex primer ministro británico Tony Blair propugnaban el uso de poder suave. Finalmente, los asesores militares del presidente terminaron el debate cuando advirtieron a Bush que con el deterioro de la situación de la seguridad en Iraq, un enfrentamiento militar con Irán sería extremadamente arriesgado y agotador para las fuerzas armadas de EE.UU.
Entre 2005 y 2009, el Congreso de EE.UU. destinó más de 400 millones de dólares a programas del Departamento de Estado hechos para “promover la democracia,” entre otros medios de empleo de poder suave en Irán. Fue implementado, en parte, mediante el financiamiento de actividades de grupos disidentes iraníes. En 2008, el Congreso incluyó dinero en el presupuesto que específicamente “iría a programadores de software para desarrollar programas que desarticularan firewalls de Internet establecidos por el gobierno de Irán,” y para un programa a fin de “proveer instrumentos contra la censura y servicios para el progreso de la libertad de información en sociedades cerradas.”
El 24 de mayo de 2007, Brian Ross, Corresponsal Investigativo Jefe de ABC News reveló una historia sobre los elementos de poder suave utilizados por la CIA y autorizados por Bush. “Funcionarios actuales y anteriores de inteligencia informaron a ABC News que la CIA ha recibido una aprobación presidencial secreta para montar lo que es conocido como operaciones ocultas o clandestinas para desestabilizar el régimen iraní, y éstas han sido iniciadas,” informó. Luego agregó: “Esos funcionarios describen el plan iraní como no-letal, que incluye una campaña de emisiones coordinadas de propaganda, colocación de artículos negativos en la prensa, la manipulación de la moneda de Irán y de transacciones bancarias internacionales.” El corresponsal de ABC declaró: “La propaganda era uno de los instrumentos más importantes utilizados por la CIA.”
Tres días después, el Daily Telegraph británico detalló planes de la CIA para "una campaña de propaganda y desinformación con el propósito de desestabilizar, y finalmente derrocar" el régimen. El informe dijo que la instrucción presidencial dio a la agencia de espionaje estadounidense, por primera vez, "el derecho de recolectar inteligencia en el interior, un área que es usualmente reservada para el FBI, de los numerosos exiliados y emigrados iraníes dentro de EE.UU." En el informe, se cita a un funcionario de inteligencia quien dijo: "Los iraníes en EE.UU. tienen lazos con sus familias en Irán, y son una buena fuente de información en ambas direcciones."
Parte del programa de la CIA, como informaron ABC News y el Daily Telegraph, era "el suministro de dinero y armas, al grupo militante Jundullah, que ha realizado incursiones hacia Irán desde bases en Pakistán." Desde 2007, funcionarios iraníes han anunciado la captura de docenas de miembros de grupos violentos, supuestamente vinculados con la CIA, que realizaron atentados por toda la nación, incluyendo uno que mató a 20 personas sólo dos semanas antes de las recientes elecciones, el 30 de mayo de 2009. El día después tuvo lugar otro atentado en una oficina de la campaña del presidente Mahmud Ahmadineyad.
Además, cerca de dos mil miembros de la milicia de la Organización Mujahideen Khalq, un grupo violento que trata de derrocar por la fuerza el régimen iraní, han recibido refugio en Iraq por parte de la autoridad de la ocupación de EE.UU., aunque el grupo ha aparecido en la lista de organizaciones terroristas internacionales del Departamento de Estado desde 1997. El informe también citó a Mark Fitzpatrick, ex alto funcionario del Departamento de Estado, actualmente en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos basado en Londres, quien dijo que el sabotaje industrial era la estrategia preferida para combatir el programa nuclear de Irán "sin acción militar, sin huellas digitales en la operación."
El informe del Telegraph también señaló que se permitió a la CIA el suministro de "equipos de comunicación que permitirían que grupos de oposición en Irán trabajen juntos y eludan la censura de Internet" del régimen. El uso de este equipo ha salido prominentemente a la luz en el reciente enfrentamiento entre el gobierno y la oposición en Irán. Habría que señalar, sin embargo, que este plan de desestabilización de la CIA es totalmente separado del programa de 400 millones de dólares del Departamento de Estado, y es financiado a través del presupuesto de la CIA. Por lo tanto, desde 2006, la cifra total para el programa de desestabilización de Irán podría fácilmente haber excedido los 1.000 millones de dólares.
Durante la década de los ochenta, el gobierno de EE.UU., y particularmente la CIA, estuvo muy activo en el fomento de rebeliones, agitación masiva y movimientos de protesta en Europa Oriental. Esos esfuerzos han sido documentados en numerosos libros y biografías. El ex Consejero Nacional de Seguridad durante el gobierno de Carter, doctor Zbigniew Brzezinski, lo admitió en una entrevista con CNN el 21 de junio de 2009.
Al comentar sobre la fundación en 1980 del movimiento de Solidaridad durante la era comunista en Polonia, dijo a su anfitrión: "Estaba hasta las manos manejándolo y tratando de dirigirlo y manipularlo." Cuando le preguntaron sobre el cambio de régimen en Iraq, Brzezinski respondió que el cambio de régimen es deseado porque aseguraría "más adaptación" a EE.UU., pero que requiere, entre otras cosas, "manipulación inteligente."
El 28 de junio, el presentador del programa de CNN, Fareed Zakaria, planteó una pregunta muy notable a Bob Baer, un veterano de 21 años de la CIA en retiro, quien sirvió como el máximo agente en Oriente Próximo durante muchos años. Preguntó: "¿Es verdad que nosotros lo hacemos [tratar de desestabilizar el régimen]? ¿No financiamos a varios grupos dentro y fuera de Irán que tratan de desestabilizar el gobierno?" Baer respondió: "Oh, ciertamente," y luego agregó: "Existe un programa de acción clandestina contra Irán dirigido por los militares [de EE.UU.]; una acción encubierta contra Irán desde Iraq y Afganistán."
La participación abierta de la Fundación Nacional por la Democracia (NED) y de otras ONG financiadas por el gobierno de EE.UU. en el apoyo a muchos de los grupos y disidentes que dirigieron las "revoluciones" coloreadas y florecientes, también está bien documentada. Las "revoluciones" Naranja (Ucrania), Rosa (Georgia), Tulipán (Kirguistán), Cedro (el Líbano), Azafrán (Birmania) y ahora Verde (Irán) han involucrado sobre todo a grupos pro-occidentales o individuos favorecidos por Occidente contra los nacionalistas.
The Guardian afirmó que USAID, NED, el Instituto Internacional Republicano, el Instituto Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales, y Freedom House estuvieron directamente involucrados en el apoyo a esas revoluciones. El Washington Post y el New York Times también informaron de una sustancial participación occidental en algunos de estos acontecimientos.
Según Saeed Behbahani, un feroz crítico del actual régimen iraní y fundador de Mihan TV en las afueras de Washington D.C., el gobierno estadounidense intercambió mensajes con la campaña de Mir Hossein Mousavi a principios de junio. Afirma que, en aquel entonces, un empresario iraní-estadounidense no identificado, cercano a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se reunió con el jefe de campaña de Mousavi, Mehdi Khazali, en Dubai.
El día siguiente, Khazali fue entrevistado de manera destacada y aclamado por la emisión en lenguaje persa de la Voz de América. La VOA afirma que su transmisión llega a 15 millones de iraníes. Otros grupos de la oposición iraní se quejaron de que la VOA había adoptado una política de apoyo a los candidatos reformistas, y había hecho caso omiso de los que llamaban a un boicot de las elecciones para negar legitimidad al régimen.
El papel de los medios occidentales en las pocas semanas antes y después de las elecciones es esclarecedor. Esos mismos medios actúan tradicionalmente como facilitadores para la agenda de Washington, un papel mostrado de manera tristemente célebre en los preparativos para la guerra de Iraq.
En noviembre de 2005, Egipto celebró elecciones para su parlamento. Las elecciones se celebraron en tres etapas para que pudieran ser mejor dirigidas por el régimen. Cuando la oposición dirigida por el Movimiento Kefaya (Basta) y la Hermandad Musulmana logró impresionantes ventajas en la primera vuelta, el gobierno inició una ofensiva a través de golpizas y arrestos en contra de los candidatos y organizadores de la oposición. Miles de egipcios se lanzaron a las calles para protestar las tácticas de intimidación del gobierno y la manipulación de las elecciones. Las cadenas televisivas de Occidente brindan una escaza cobertura a dichos acontecimientos, y nunca se refieren a las protestas masivas y las represiones por parte de las autoridades gubernamentales.
Además, a principios de este año, durante los 22 días de ataques israelitas sobre Gaza, millones de personas en todo el mundo, incluyendo decenas de miles de personas en los EE.UU., protestaron a diario la brutalidad de la maquinaria militar israelí contra civiles indefensos. A pesar de que más de 1.400 personas resultaron asesinadas y más de 5.000 heridas—un tercio eran niños— apenas se observó una cobertura continua que recibieron, por ejemplo, las protestas en Irán.
El trabajo parcial de los medios dominantes en su información sobre las elecciones iraníes puede ser ilustrado mediante la cobertura de los excedentes de votos. Poco después de la elección, se informó que una prueba importante del fraude era que la tasa de participación excedió 100% en muchos distritos. La implicación evidente era que las autoridades fueron tan negligentes en su falsificación de los resultados de la elección que simplemente manipularon las urnas de votos.
Si los medios noticiosos hubieran consultado a algunos expertos sobre las elecciones iraníes, habrían descubierto la simple explicación. En Irán, no existe el requerimiento de votar en un distrito determinado. La gente no tiene una tarjeta de registro de votante como los ciudadanos estadounidenses. Cada votante tiene un carnet de votante que le permite votar en cualquier sitio del país. Después de votar, el carnet es sellado y el dedo índice es entintado para asegurar que nadie pueda votar más de una vez. Este hecho no es único para esta elección. En muchas elecciones anteriores, muchos distritos tuvieron una elevada participación en comparación con la cantidad de votantes registrados en ese distrito ya que muchos iraníes habían votado allí porque estaban de viaje o durante sus vacaciones de verano.
El ejemplo del excedente de votantes no sólo demuestra la gran negligencia de los medios, sino un engaño deliberado. El 22 de junio, Abbas Kadkhodaei, portavoz del Consejo de Guardianes, el organismo oficial a cargo de investigar todas las 646 quejas presentadas por los candidatos derrotados, realizó una conferencia de prensa. Dio detalles sobre las quejas investigadas por el Consejo.
Kadkhodaei explicó que la principal queja presentada por Mousavi respecto a las elecciones fue que existía una cantidad de excedentes de votantes en hasta 170 ciudades, afectando potencialmente más votos que el margen entre los dos máximos candidatos. Kadkhodaei luego presentó los resultados preliminares del Consejo de Guardianes, que esos excedentes de votos existían (como habían existido en elecciones anteriores), pero no en más de 50 ciudades en todo Irán, afectando a no más de 3 millones de votos. En otras palabras, no hubo más de tres millones de votantes que habían votado fuera de sus distritos. Subrayó que, como 11 millones de votos separaban a los dos candidatos con más votos, incluso si se excluyeran todos los tres millones de votos (aunque no existe una razón válida para hacerlo), obviamente el resultado de las elecciones no sería afectado.
Pero poco después la Agencia de Noticias Alemana (ADN), seguida por Reuters, informaron que el Consejo de Guardianes "admitió" que había un excedente de tres millones de votos en 50 ciudades, dejando al oyente y al lector con la impresión de que se trataba de votos fraudulentos, en lugar de votos válidos de gente que votó fuera de sus distritos como explicó el portavoz. Este informe fue colocado instantáneamente en las primeras planas de todos los principales sitios occidentales en Internet. El engaño continuó y el día siguiente apareció en la primera plana de cada periódico occidental.
Los grupos de oposición se han basado en tecnología de comunicación por Internet como ser mensajes de texto, Facebook, Twitter, YouTube, y blogs políticos durante sus protestas. De hecho, la secretaria Clinton tomó el paso poco usual de pedir a Twitter que cambiara su programa de mantenimiento a fin de acomodar la zona de tiempo de Irán y permitir que los grupos opositores pudieran utilizarlo. Lo que es impresionante es que la mayoría de las publicaciones fueron en inglés, no en persa, provocando la pregunta: "¿Cuál era el público al que se dirigían esos Tweets?" Del mismo modo, ¿Por qué los manifestantes sujetaban pancartas que decían "¿Dónde está mi voto?" en inglés, en lugar del idioma hablado por los votantes en Irán?
Pero un estudio por el sitio http://www.telesurtv.net/noticias/opinion/, concluyó que durante tres días después de la elección, la abrumadora mayoría de los Tweets (más de 30.000), fueron manipulados por un puñado de cuentas; todos creados dentro de un día de las elecciones el 13 de junio. Es interesante señalar que sólo un 0,6% de las cuentas de Twitter fue utilizado por iraníes (en comparación con un 44% por estadounidenses).
En una reciente entrevista con la BBC, el 19 de junio, el ex secretario de Estado, Henry Kissinger, el icono y máximo conocedor de la política exterior, expuso la profunda participación de Washington en el asunto iraní.
El doctor Kissinger dijo: "Si resulta que no es posible que un gobierno emerja en Irán que pueda manejarse como nación en lugar de como una causa, entonces tenemos una situación diferente." Traducción: si tu candidato preferido no sale vencedor después de utilizar todo nuestro poder… Continuó: "Entonces podemos concluir que tenemos que trabajar por un cambio de régimen en Irán desde el exterior." Traducción: entonces EE.UU. (o tal vez Israel) tendrá que recurrir al poder duro, queriendo decir ataques militares.
Luego agregó: "Pero si entiendo correctamente al presidente, no quiere hacerlo como una intervención visible en la actual crisis." Traducción: Sea lo que sea lo que el presidente Barack Obama hace en Irán, quiere estar seguro de que la mano de Washington sea invisible.
Traducido por Amilkal Labañino
› Tomado de Counterpounch
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