martes, 19 de febrero de 2019

La mafia anticubana y la hipocresía de la ayuda «humanitaria» a Venezuela

El senador estadounidense Marco Rubio (de gorra blanca y gafas oscuras) habla durante una conferencia de prensa en Cúcuta, en la frontera entre Colombia y Venezuela, Colombia, 17 de febrero de 2019.


Por M. H. Lagarde

En medio de la guerra sicológica de desgaste desatada por Estados Unidos contra Venezuela, varios representantes de la mafia anticubana en Estados Unidos desembarcaron este domingo en la fronteriza ciudad colombiana de Cúcuta.


La delegación, que presuntamente busca impulsar la ayuda humanitaria a Venezuela, está encabezada por el senador republicano por la Florida Marco Rubio, el embajador estadounidense ante la Organización de Estados Americanos, Carlos Trujillo, y el congresista de Florida Mario Díaz-Balart.


Durante la visita, y con aires de procónsul, el senador de origen cubano, Marco Rubio, se dedicó a lanzar amenazas contra las Fuerzas Armadas venezolanas y a repetir las mentiras creadas en Washington sobre el gran «apoyo» internacional de que goza el presidente títere impuesto por la Casa Blanca en Venezuela, Juan Guaidó.


De acuerdo con la agencia Reuters, de pie cerca de un puente peatonal en la frontera entre los dos países, mientras cientos de manifestantes en contra de Maduro cantaban y agitaban banderas, Rubio dijo que Estados Unidos y el mundo no abandonarían a los venezolanos.


El mundo al que se refiere Marco Rubio, por supuesto, es el grupito de halcones de Washington que autoproclamaron de a dedo a Juan Guaidó y el medio centenar de países que han sucumbido a las presiones imperiales de Washington.


Con un descomunal cinismo, Rubio dijo, además, que: «Una cosa es ver el sufrimiento humano, otra es verlo de cerca y en persona, y conocer a la gente y escuchar sus historias».


Por lo visto, el senador, uno de los principales instigadores del bloqueo contra Cuba, el más largo genocidio de la historia, tiene serias limitaciones de información.


Si de compadecer a víctimas del sufrimiento humano se trata, la «benefactora» ayuda que él trata de introducir en Venezuela, Estados Unidos muy bien podría redirigirla a países como Argentina, Siria, Haití o Yemen, o a la frontera con México, donde le niegan el asilo a miles de migrantes procedentes de Centroamérica.


Para no ir tan lejos, solo en el país austral, la pasada semana miles de manifestantes salieron a la calle en masivas protestas, en 50 ciudades, para reclamar al gobierno que declare la emergencia alimentaria y ponga fin a incrementos de tarifas que consideran impagables.


Según cifras, bajo el gobierno de Macri, uno de los países que, por cierto, apoya al títere de EE.UU. en Venezuela, la inflación oficial orilló el año pasado el 48%, la peor en 28 años, y se espera que el índice de pobreza podría alcanzar a un tercio de la población, de 44 millones.


Para ahorrarse gastos logísticos, otro tanto pudiera hacer en el caso de la reciente crisis en Haití, donde, esta misma semana, el Departamento de Estado de EE.UU. recomendó a sus ciudadanos «aplazar todos los viajes no esenciales a Haití» debido al clima de violencia reinante en ese país.


Aunque, en este último caso, es probable que ocurra, como en Venezuela, que el pueblo haitiano rechace su «generosa» oferta.


Según se dio a conocer por la agencia AFP este viernes, después de quemar una bandera estadounidense en las calles, los manifestantes declararon que «le pedían a Rusia, a Venezuela, a la gran China... que echen un vistazo a la miseria que vivimos aquí».


Según ellos, de ese modo se divorciaban completamente de los estadounidenses: «ya hemos tenido demasiada ocupación de manos de EE.UU., no podemos más».

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