lunes, 11 de abril de 2011

Kennedy le preguntó al creador de James Bond qué había que hacer con Cuba

WASHINGTON, 11 Abr 2011 (AFP) - Cincuenta años después de la invasión contra los revolucionarios cubanos en Bahía de Cochinos en 1961, el papel del entonces presidente John Fitzgerald Kennedy aparece crecientemente cuestionado en una operación aún teñida de misterios.
"Era un presidente enamorado de James Bond. Antes de convertirse en presidente, Kennedy recibió a Ian Fleming (autor de las famosas novelas de espionaje) en su casa en Georgetown para cenar, y le preguntó qué había que hacer con Cuba, con Castro", explicó a la AFP Howard Jones, autor del libro "Bahía de Cochinos" (Oxford University Press).
"Fleming estaba pasmado, pero ciertamente no estaba de acuerdo en un asesinato o algo parecido", precisó este experto de la Universidad de Alabama, que desentrañó para su libro miles de documentos desclasificados de los archivos de la presidencia Kennedy.
La invasión fallida por parte de militantes anticastristas, un capítulo sombrío y confuso de la Guerra Fría, supuso un espaldarazo para el joven líder cubano Fidel Castro y un duro revés para el también joven presidente estadounidense.


Fue Kennedy el que decidió que la invasión debía realizarse en las playas de Bahía de Cochinos, a pesar de que la agencia de inteligencia estadounidense CIA propuso hacerlo en la ciudad costera de Trinidad, más al este.
"Nadie pareció darse cuenta de los afilados arrecifes (...) en ese nuevo lugar", señala Brian Latell, ex agente de la CIA basado en Miami y autor de un boletín electrónico sobre Cuba.
El plan era que los anticastristas se dirigieran al macizo del Escambray donde sobrevivían pequeños grupos anticastristas desde el triunfo de la Revolución, en 1959.
Pero el Escambray se hallaba a más de 120 km al este, según recordaría años más tarde el cronista de la presidencia de Kennedy, el periodista Arthur Schlesinger.
Fue también el propio presidente estadounidense quien decidió que el apoyo aéreo a la invasión fuera reducido sustancialmente, por temor a exponer demasiado abiertamente a su país en la aventura.
"La versión tradicional mantiene que ni el presidente ni su Secretario de Estado se dieron cuenta de la importancia de la cobertura aérea para una operación anfibia", explica Jones en su libro.
"Ese no es un argumento convincente. Tanto Kennedy como (su Secretario de Estado, Dean) Rusk tenían experiencia militar", añade.
"La CIA simplemente no entendió lo que estaba sucediendo sobre el terreno en Cuba", añadió Latell.
La operación fracasó, pero la obsesión personal de Kennedy con Castro continuó. El presidente aprobó meses después una nueva operación, que llevó el nombre de "Mangosta", para intentar eliminar a Castro.
Esa opción ya había sido abiertamente incluida junto a la invasión de Bahía de Cochinos, y para ello la CIA no dudó en pedir apoyo a la Mafia, según testimonios de sus agentes años después ante el Congreso, desenterrados por Jones.
La crisis de los misiles en Cuba, en octubre de 1962, puso a la Unión Soviética y a Estados Unidos al borde de la guerra nuclear, y acabó oficialmente con los planes de otro intento de invasión de la isla.
"La frustración de todos los cubanos (que participaron en la invasión) es que después de todo ese esfuerzo, el gobierno de Kennedy quiso hacer algo más, pero hicieron (en cambio) un pacto con los rusos para quitar los cohetes de la isla", recuerda Pablo Pérez-Cisneros, uno de los cubanos que luchó durante años para liberar a los veteranos de la invasión, presos en Cuba.
Dos años después, Kennedy era asesinado en Dallas, Texas.
Jones no se aventura a apostar por una venganza de la Mafia o de los exiliados cubanos.
Pero las palabras de Kennedy a un periodista del New York Times que destapó la invasión, Tad Szulc, suenan premonitorias 50 años después.
"No podemos meternos en esa clase de cosas (un asesinato), o nos convertiríamos todos en posibles objetivos", confesó Kennedy a Szulc en la Casa Blanca, en 1961.

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