sábado, 23 de octubre de 2010

Denuncia bloguero cubano víctima de represión brutalidad policial en Miami


Ésto no se queda así... ésto se hincha

P
or Varela

Según la televisión y algunos medios de Miami yo me fajaba con un pichón de Muhammad Ali en plena calle cuando llegó un policía (pero no vio al boxeador sino a mí sólo haciendo un sparring de sombra) y el policía me convidó a ser arrestado (por hacer sparring de sombra en la calle que es lo mismo que hacer jogging) ante lo cual -- como soy muy rebelde -- me negué pero de todas maneras el oficial me puso las esposas tras sudar un poco la camisa.
Pero ojo, como grité: "I'm not going to the ground... I'm not going to the fucking ground!" las autoridades lo consideraron, después de mucho discutir entre la junta de policías de la área de los Redlands en Miami, que era Resistencia al Arresto sin Violencia... y mi revolcón en el pavimento con mi respectiva cara apabullada -- por culpa mía desde luego -- se llama Resistencia al Arresto con Violencia.
Y encima, la manera de enfrentarme a un púgil se le llamó Agresión (mía hacia el púgil).
El juez tuvo que reírse al leer los cargos y entonces desestimar dos. Y bajar la fianza de $7,500 a $5,000. Fue quitada la Resistencia sin Violencia y la Agresión.
Ahora voy con la versión que juré esta mañana en la propia cárcel ante los abogados de oficio pagados por el Estado de la Florida que fueron allí a visitarme a mi celda especialmente porque no se tragaron la versión oficial y además me tiraron fotos del rostro y el cuerpo (incluyendo las dos rodillas sangrantes).
Y por lo tanto ésto no se queda así.
Ésto se hincha.
Ni se va acabar nunca quizás, porque se llama... Brutalidad Policial y Distorsión de la Realidad.
Aunque los abogaduchos de CUBA REPESIÓN ID estén formándome otro caso sobre mi violencia y paranoia donde ahora incluyen el rapto de hijos... (y no me hagan decir toda la verdad, que la verdad total los destruiría a todos ellos y hasta se sentirían burlados pero lastima parte de mi familia y con ella en silencio debo seguir).
Primero, una breve explicación personal: la manera de velar y cuidar a mis hijos menores de edad mientras la madre sale a pasear es estrictamente un tema a discutir entre sus dos padres, y no se debe meter un extraño. Eso no lo puedo tolerar.
Segundo, lo meramente deportivo: si un luchador quiere darse el crédito de una pelea debe quedarse en ella hasta el final. Y no salir corriendo.
Y como hube de perseguirlo dos cuadras al sur y no paraba el maratonista-boxeador pues decidí regresar al parqueo y confrontar su automóvil (mucho más estático que él porque estaba parqueado) un Audi impresionante al cual procedí a caerle a trompadas por todos los costados a ver si su dueño regresaba a defenderlo por amor a las carrocerías repintadas.
Entonces llegó la patrulla policíaca que habían llamado al comenzar el altercado. El oficial de policía -- más alto y más pesado que yo -- me gritó que me tirase al piso.
Pero es que a mí, para tirarme al piso, hay que tirarme, no ordenármelo. Más, con la famita que tiene la policía del entorno.
Y así se lo dejé saber. Le dije que no iba al piso y estiré los brazos para que me esposara, pero no en el suelo sino de pie normalmente (si quería apabullarme, tenía que traer al resto del departamento... conserjes incluídos).
-- Pero casi los trajo --
Como el mastodonte miamense trató de empujarme al suelo y yo se lo rechacé de inmediato, agarró el radio y dijo: I need back-up! I need back-up!
Decidí, como estaba frente a la casa de mis hijos y en vecindario fino, arrodillarme en el suelo y dejar que el policía me esposara... pero vino de manera abusiva a empujarme otra vez.
Entonces le agarré las piernas y se quedó sin balance pero en lugar de caer a la calle, cayó sobre mí. Y en ese momento llegó su refuerzo pedido.
Y desde luego, me incrustaron el rostro contra el suelo. Echaron sobre mí 700 libras y me jodieron la frente, el costado del rostro (en la foto de perfil se pueden ver hasta las marcas del pavimento). Me sonaron en las costillas, también me dieron en la espalda.
Como comencé a sangrar profundamente de la naríz -- estilo fuente -- se asustaron cuando vieron la camisa de uno de los policías toda manchada de sangre y me irguieron.
Me sentaron en un carro patrullero y después vinieron -- por orden de un sargento que llegó -- y me pusieron una venda en la naríz. Pero el sargento cogió miedo y ordenó llamar una ambulancia para llevarme al hospital.
Sólo cuando estaba sometido por la policía y amarrado en la ambulancia vi regresar a "mi víctima de Agresión", el entrenador de pelea (una modalidad de deporte muy chic que hay en Miami ahora) diciéndole a la policía que yo le había ido encima y le había dado en la mandíbula y le había partido la boca. Incluso el sargento (que casi se vuelve amigo mío) se rió conmigo murmurándome que eso habla muy bajo de un tipo inflado de esteroides al que yo le doblo la edad.
Sin embargo, cuando ese mismo sargento (que había llegado después) me preguntó quién o quiénes me habían jodido de ese modo yo dije que me había caído en la calle.
Esas son dos filosofías muy distintas en la vida.
Pero hay otra filosofía más, de un bronca más siniestra: la de los farsantes y bandidos que se escudan en todos los tecnicismos de la ley para parecer legales y justos... y no lo son. Los que tuercen y desinforman todo. Incluso en la manera como se refieren a cinco hermanos míos presos acá, separados, en huecos, en ambiente hostil y acusados injustamente.
Y saben que ya no hablo de mí, ni del boxeador circunstancial (que viene y va), ni de los tres jinetes policías que se me encaramaron encima sino de los leguleyos que, justificándose con el anticastrismo, viven en la deshonra moral más pecaminosa, echando mano a todo cuanto tienen a su alcance para combatir una idea que los confronta en la internet.
Y esos son los que desgraciadamente andan usando y controlando a parte de mi familia, no protegiéndola.
En todo caso, somos todos víctimas de esta comunidad, donde además de la política oportunista que nos envilece, nos prostituye la ansiedad por el dinero y el miedo a perder un modo de vida que mina los fundamentos más puros del ser humano.
Ya lo dije como lo puso Hemingway pero no lo entienden, no lo asimilan: "Un hombre puede ser destruído... pero nunca vencido".

Tomado de Progreso Semanal

1 comentario:

  1. Necesito hoy pedir perdón a mi familia. A mis dos hijos (ya que me han separado de ellos por algún un tiempo). Que deseo lo mejor para ellos y por eso siempre he luchado, aún en la peores condiciones económicas en estos últimos años. Quiero que estudien. A mi hija que regrese al colegio y deje un poco la internet. Que ayude más en la casa.
    Pido perdón también al individuo que agredí sin una razón lógica sino la soberbia. Y a los policías que insulté, desobedecí y confronté, que estaban haciendo su trabajo y de noche, mientras se perdían la pelota de Grandes Ligas.
    Igualmente extiendo este ruego de perdón a toda persona o institución que de alguna manera se haya sentido ofendida conmigo alguna vez (que son muchas, de un lado y del otro en tantos años). Muchas veces me excedí en mi manera de ser. En mi forma de criticar, de opinar, de expresar algo.
    Debí ser mejor hijo, mejor hermano, mejor amigo, mejor estudiante, mejor compañero, mejor colega, mejor vecino, mejor ciudadano, mejor padre y mejor esposo.
    No soy esa persona que creen ni mucho menos un solitario. Me gusta compartir, joder y cantar con los demás. Creo haber sido generoso con los que han tenido menos que yo y justo con los que han tenido más. Y nunca he envidiado nada.
    Pero así como en el cine un actor interpreta un papel, en la realidad virtual he creado un estilo, al menos en la blogosfera cubana.
    Ya es tiempo de ser quien soy. Y pasar la página.
    Cuando tenía 9 años de edad maté un perro, por gusto. Y lo llevo todavía en mi conciencia. Por eso luego he tenido perros y los he cuidado como hijos. También solía romper flores y desbaratar plantas sin ningún motivo. Por tanto después siempre cultivo una planta en un búcaro donde quiera que viva.
    De la misma manera espero tratar, de ahora en adelante, mejor a todos los seres humanos.
    Nadie en el mundo se merece una frase despectiva o de burla. Ni aún un enemigo de cualquier índole. Si nos ponemos a la altura de nuestro enemigo, no somos mejores sino iguales, sólo que en nuestra mente creemos tener la razón. Y las razones se comparten, se dividen, se fraccionan. Porque nadie tiene la razón absoluta. Como tampoco la verdad absoluta. Creérselo es signo de ignorancia, no de conocimiento.
    La única manera de demostrar superioridad es tratar de ser inocente. La inocencia desmistifica e inferioriza cualquier otra característica humana. Quien ataque a un niño ya pierde en el momento mismo de atacarlo. Porque la inocencia del niño no se percata de la magnitud y la intención del ataque. Entonces uno no está atacando nada.
    El fin único personal no es llegar a ser alguien excepcional o superior, sino ser tal y como somos.
    Y siempre he tratado de liberarme de una vida condicionada, de un pensamiento comparativo. Sólo éso me ha podido dar felicidad... nada más, ni el dinero, ni las posesiones, ni los manjares, ni las bebidas, ni cualquier lujo. Es que todo lujo se define siempre con respecto a otro, porque a la verdad, el lujo más grande que tenemos es nuestra vida si nos paramos en el medio de un cementerio.
    Los quiero a todos por igual. Y ojalá, mirando mi drama, puedan sacar experiencias a su favor. Todos podemos ser un poco mejor a partir de hoy.
    La cuestión es decidirlo. Y hacerlo en este día...
    mañana no ha llegado todavía y nadie sabe si llega.
    Sinceramente,
    José Varela

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