Por Miriam Ortega
Ángel Carromero cambia su
historia. La plataforma elegida es el diario norteamericano The Washington Post, que ha abierto sus
páginas al líder de Nuevas Generaciones del Partido Popular (PP), para que
exprese su nueva “verdad” en torno al accidente del pasado 22 de julio en
Granma, Cuba.
Si en un primer momento el
español había asumido su culpabilidad,
ahora se desdice públicamente y “confiesa” que el accidente no fue culpa suya,
sino de un automóvil del gobierno cubano que los había estado siguiendo durante
todo el trayecto.
En su nueva confesión -de la cual
se hicieron eco de inmediato los diarios digitales españoles 20 minutos, El
Mundo, Diario de Sevilla y EuropaPress.es-, Carromero afirma además, que se
mantuvo drogado mientras brindaba declaraciones.
Sin embargo, lo curioso del
asunto no son las declaraciones en sí, que tienen su sustento en los ya
conocidos intereses detrás de la visita de Carromero a Cuba en el 2012. Lo
interesante de este caso, es la vanidad del español, al intentar manipular
hechos que ya habían sido aclarados de antemano por las autoridades cubanas.
La primera gran mentira, y sobre
la cual han engordado titulares no pocos medios, es el origen del accidente. Carromero
ha declarado al The Washington Post que “manejaba con cuidado para que el auto que
los seguía no tuviera razón para detenerlos, cuando notó que se había acercado
mucho –y de pronto sintió un ensordecedor impacto por detrás”. Interesante en
este punto, que Carromero puntualizara el cuidado que llevaba al conducir,
sobre todo si tenemos en cuenta su historial
de alta velocidad.
El canciller español José Manuel
García-Margallo, reseñado por el diario británico BBC, declaró al respecto que
“la única constancia de lo que ocurrió fueron los telegramas constantes que
recibió de la embajada española en La Habana y un documento de entendimiento
firmado por Carromero y en el que no constaban esas circunstancias”.
No obstante, si quedaran dudas acerca de la
mentira de Carromero, las fotos tomadas al vehículo en el lugar del accidente,
demuestran que no hubo impacto alguno en la parte posterior del automóvil.
Interesantes son también los
datos novelescos que el ciudadano español Ángel Carromero aportó a la edición
digital del diario norteamericano, donde cuidó añadir un toque de suspense,
acción, misterio y una gotica de horror.
Carromero dice haber perdido la
conciencia, fue introducido en un van “sospechoso”, tuvo que gritar y temió por
los demás tripulantes de su automóvil accidentado, hasta que perdió nuevamente
la conciencia. Después de eso, afirma, lo mantuvieron narcotizado.
“Fui profundamente drogado, y era
difícil para mí entender los detalles del supuesto accidente que ellos me
decían que repitiera. Me dieron otra declaración a firmar –una que de ninguna
manera reseñaba la verdad. Mencionaba la grava, un terraplén, un árbol –Yo no
recuerdo ninguna de esas cosas.”
Estudios científicos aseguran que
algunas de las principales
características que presentan las personas afectadas por estupefacientes,
es la incapacidad de articular un discurso coherente. Muchas veces, se les nota
irritados, susceptibles o deprimidos.
Por lo que la confesión de
Carromero invita mirar más detenidamente el video en el que se muestran sus
primeras declaraciones públicas sobre el hecho. Pese a su énfasis en haber
estado drogado durante la filmación del mismo, no se logra vislumbrar en el
español al menos uno de los síntomas anteriores.
De cualquier manera, invito a los
lectores a releer el caso, tal vez sirva para entrenarse en el antiguo juego de
encontrar las siete diferencias.
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