Pues sí, aquí esta el texto anunciado –que no haré como Hernández Bushto, que prometió una crónica en tres partes sobre su affaire texano, y solo a regañadientes ha publicado dos tercios en los que no suelta prenda, y todavía tiene a sus fanes esperando la tercera parte que nunca llegó, y aun conservan ellos la esperanza de que alguna vez diga, por fin, finalmente, qué rayos sucedió allí, cosa que quizás nunca jamás de los jamases pueda hacer porque tal vez el asunto todo sea top secret y de eso… ¡no se habla!
En fin, yendo al grano –léase: a los frijoles, a las lentejas, a las judías, o a cualquier otro grano pero nunca al arroz, que ya la súper blodeguera avisó al mundo que el arroz en nuestra Isla se acabó–, resulta que en su último post –corrección: en su post más reciente, no sea que eso de “último post” ella se vaya a tomar como una agresión– la Yoani anuncia que: “El edificio donde vivo acaba de cumplir 25 años”…
Eso en sí mismo no es información relevante, sin embargo da un giro sorpresivo cuando unas líneas más abajo ella declara: “Cuando los primeros inquilinos se mudaron aquí —después de siete años de poner ladrillos y palear cemento— nos sentíamos los últimos beneficiados de un proyecto urbanístico que terminó cuando se desmembró el campo socialista”.
Si tamaña afirmación se lee con detenimiento, y se sacan unas pocas cuentas, enseguida se advierte que algo huele mal en Dinamarca… Es el caso que, según esas líneas, ese “nos sentíamos” la ubica en el edificio de marras desde ¡¡¡25 años atrás, en el año 1985!!!
Pero es que Yoani María Sánchez Cordero, hija de William y María Eumelia, con número de identidad permanente 75090424130 –según consta en su carnet que ha tenido a bien colgar en su blog personal, que es totalmente visible y sin ninguna censura en Cuba–, nació en el año 1975, así que para cuando se inauguró el tal edificio, 1985, y “los primeros inquilinos se mudaron”, ella tendría ni más ni menos que diez años de edad, estudiaría en el cuarto grado, y es poco probable que viviera desde entonces allí, junto a quien hoy es su esposo, Reinaldo Escobar, pero en modo alguno lo sería desde fecha tan lejana... porque si algo es poco probable o demostrable es que Yoani viviera con Reinaldo, en ese apartamento, desde los 10 años de edad… ¿o no?
Por tanto, ese “nos” no le corresponde… a no ser que Yoani se haya enfariñado, haya contraído una fuerte fariñitis, y esté usando la tercera persona del plural a diestra y requetediestra, sin ningún cuidado, tal y como la mal usa Fariñas –la tercera persona del plural, aclaro, que Fariñas ni usa ni abusa de Yoani, que quienes usan a Yoani son solo sus amiguitos del más allá– y tal como el insigne huelguista, le esté dando por usar un “nos” y un “nosotros” que a todas luces le viene en sobre talla.
A diez de últimas, Yoani Sánchez deberá volver sobre sus notas de clases de cuando estudió Filología, o hacer memoria de sus tiempos de editora en Gente Nueva, y antes de publicar sus textos pudiera echarles una miradita, para que por lo menos ese tipo de disparates no se le escapen, que no es para que publique ese tipo de disparates que le pagan tanto.
Lo grave en verdad de ese dislate es que en él se cebarán aquellos que maliciosamente afirman que no es Yoani quien escribe, sino que quien escribe en su lugar no es otro que su esposo Reinaldo Escobar, y dirán que este disparate, este ubicarse viviendo con Reinaldo cuando aun siquiera ni lo conocía, confirma las sospechas, pues entonces él sí vivía ahí, y fue él quien por tanto escribió el “nos” y el texto en cuestión, como otros muchos anteriores, y por vagancia o por entretenimiento no se dio cuenta del error que cometía al poner en blanco y negro ese “nos sentíamos”.
Pero yo no, yo no llegaré a tanto. Yo concederé por ahora a Yoani Sánchez, ante este disparatado “nos”, el beneficio de la duda, aunque sean muchos ya sus beneficios, y tremendas las dudas que suscita.
Por tanto, ese “nos” no le corresponde… a no ser que Yoani se haya enfariñado, haya contraído una fuerte fariñitis, y esté usando la tercera persona del plural a diestra y requetediestra, sin ningún cuidado, tal y como la mal usa Fariñas –la tercera persona del plural, aclaro, que Fariñas ni usa ni abusa de Yoani, que quienes usan a Yoani son solo sus amiguitos del más allá– y tal como el insigne huelguista, le esté dando por usar un “nos” y un “nosotros” que a todas luces le viene en sobre talla.
A diez de últimas, Yoani Sánchez deberá volver sobre sus notas de clases de cuando estudió Filología, o hacer memoria de sus tiempos de editora en Gente Nueva, y antes de publicar sus textos pudiera echarles una miradita, para que por lo menos ese tipo de disparates no se le escapen, que no es para que publique ese tipo de disparates que le pagan tanto.
Lo grave en verdad de ese dislate es que en él se cebarán aquellos que maliciosamente afirman que no es Yoani quien escribe, sino que quien escribe en su lugar no es otro que su esposo Reinaldo Escobar, y dirán que este disparate, este ubicarse viviendo con Reinaldo cuando aun siquiera ni lo conocía, confirma las sospechas, pues entonces él sí vivía ahí, y fue él quien por tanto escribió el “nos” y el texto en cuestión, como otros muchos anteriores, y por vagancia o por entretenimiento no se dio cuenta del error que cometía al poner en blanco y negro ese “nos sentíamos”.
Pero yo no, yo no llegaré a tanto. Yo concederé por ahora a Yoani Sánchez, ante este disparatado “nos”, el beneficio de la duda, aunque sean muchos ya sus beneficios, y tremendas las dudas que suscita.
Ya estoy cansada de las boberías y de las estupideces de Yoani Sánchez, por favor no me aguanten que ahora si que voy a explotar, ella como siempre metiendo las narices donde no la llaman y hablando lo que no es.
ResponderEliminarEl edificio en el que yo vivo es de la época de Perón... O_O
ResponderEliminarYoani tiene la facilidad de hablar o comentar y siempre tener una de sus grandes fallas en la escritura, tanto en este documentos como en otros, siempre mete la pata, será porque no tiene la información necesaria para hablar de un tema en especifico o será porque simplemente su capacidad no es la máxima para considerarse una periodista que se respete.
ResponderEliminarEn realidad ese es su trabajo y para eso es pagada, para difamar y hablar barbaridades sobre Cuba. Es triste ver lo que el dinero logra hacer, mira como esta mujer se ha dejado llevar por la ambición y ha traicionado a su patria.
ResponderEliminar