Por Roberto Pérez Betancourt
El arsenal de desprestigio y desfachatez no se agota en el sistema judicial norteamericano en relación con el terrorista número uno en América, Luis Posada Carriles, a quien la jueza Kathleen Cardone le pospuso indefinidamente el juicio que debía efectuarse el primero de marzo tan solo por mentir a oficiales de inmigración sobre su entrada ilegal a Estados Unidos.
Como si fuera poco, la señora Cardone fijó el 20 de mayo para la nueva vista, donde supuestamente determinará cuándo sería el juicio pendiente. En la citada fecha, pero de 1902, EE.UU. dejó impuesto el neocolonialismo en Cuba tras ocupar el país luego de finalizada la guerra de Independencia de España.
No parece hecho festinado, pues es esa la marca del almanaque que ha acostumbrado a escoger la mafia terrorista de origen cubano asentada en Miami, con la complacencia del gobierno estadounidense de turno, para conmemorar sus criminales planes encaminados a desestabilizar a la Revolución.
Decisiones como la adoptada el viernes por la veterana magistrada en el caso de Posada, fortalecen criterios en el sentido de que EE.UU. no solo desea excluir cualquier mención sobre las actividades terroristas de su ex agente por temor a que este revele información sobre los crímenes que cometió al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
¿Será que están esperando a que el anciano desaparezca del planeta por muerte natural y junto con el cadáver sepulten el escándalo de sus fechorías impunes, y de paso también echen tierra sobre la prolongada prevaricación de la justicia norteamericana que cada día revela más podredumbre asociada a la doble moral antiterrorista que practica?.
Recordemos que no es cualquier terrorista Luis Posada Carriles, sino el número uno en América pues acumula larga trayectoria de crímenes con el amparo brindado por varios gobiernos estadounidenses. Posada, fugitivo internacional, tiene 73 cargos de asesinato pendientes contra él en Caracas, Venezuela --país que formalmente pidió su extradición el 15 de junio del 2005-- pero Washington prefirió procesarlo por mentiroso en vez de extraditarlo por asesino.
L a Fiscalía Federal ha maniobrado dilatoriamente una y otra vez para sellar más del 90 por ciento de los documentos presentados en la corte, disponibles solo para fiscales, abogados y la jueza, pero sin que puedan trascender a la opinión pública, con lo cual se mantiene el manto de silencio sobre la verdad.
Las propias autoridades norteñas reconocieron la condición terrorista de Posada Carriles a quien, no obstante, le permiten pasar por encima de las normas extremas fijadas por el Acta Patriótica, supuestamente dictada para combatir al terrorismo.
Baste recordar que cuatro años atrás, Robert E. Jolicoeur, director de la Oficina del Servicio de Inmigración y Control de Aduana de Estados Unidos (ICE) en El Paso, Texas, le escribió una carta a Carriles, --entonces detenido-- donde le expresaba: "Usted continúa siendo un peligro para la comunidad y un riesgo para los vuelos".
Lo irrefutable es que transcurrió una década desde que el asesino entró ilegalmente en EE.UU., suceso que Fidel Castro fue el primero en alertar públicamente a través de las cámaras de la televisión cubana. La doble moral antiterrorista de los gobiernos estadounidenses pica y se extiende.
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