Por Ernesto Pérez Castillo
Comienza a hacerse claro el por qué del sobredimensionado despliegue militar norteamericano en Haití tras el terremoto. Para nada la intención es ayudar a las víctimas, cosa que ni los bobos se creyeron jamás. En este caso, como siempre, la única intención del imperio es ayudarse a sí mismo.
Así lo ha denunciado el catedrático haitiano y docente en La Sorbona Jean Marie Theodat: “Haití es el contrapeso de Afganistán (…) es ingenuo pensar que Estados Unidos iba a dejar pasar esta oportunidad (pues) tiene una gran ventaja moral y mediática que sacar”.
Y ciertamente, los casi 20 000 efectivos norteamericanos que ya están sobre el terreno, son una cortina de humo para disipar el escozor que produjo al mundo el aumento hasta 100 000 de las tropas en Afganistán, ordenado por el Premio Nobel de la Guerra.
No obstante, Arturo Valenzuela, subsecretario de Estado para América Latina, se tira de las barbas y se cae de espaldas jurando: “Estamos ahí porque los haitianos nos invitaron, nos pidieron, nos rogaron…”.
Por si fuera poco, hay una razón muy mucho más poderosa y de más peso: el terror ante un éxodo haitiano hacia las costas de Florida. Por eso los militares yanquis tomaron de una todos los aeropuertos, los puertos, y hasta el palacio presidencial en Puerto Príncipe.
A sus tropas en tierra hay que sumar la llegada del portaaviones Carl Vinson, los buques de guerra Underwood y Normandy, con capacidad para lanzar de cohetes crucero, y el portahelicópteros Bataan.
¿Alguien se va a creer el cuento de que eso es ayuda humanitaria? Tendría que ser en principio alguien muy tonto. La verdad es que han establecido un cerco de acero frente a las costas haitianas para evitar que nadie salga de allí.
Y por si de casualidad algún desvensijado botecito cargado de haitianos lograra cruzar desapercibido entre el portaviones, los barcos, y no fuera visto por los aviones o los helicópteros, los soldados han distribuido entre las victimas un amable comunicado del Departamento de Estado: “El Gobierno de Estados Unidos tiene la mayor de las intenciones de aplicar una política de línea dura, sin excepciones, de no admitir a ningún ciudadano haitiano que intente llegar a las costas de Estados Unidos ilegalmente”. Quien sea capturado en alta mar irá a dar con sus huesos, directamente y sin escalas, a Guantánamo, la base naval que Estados Unidos mantiene ilegalmente en territorio cubano.
Curiosamente, ya hace un año que, el 22 de enero de 2009, Barack Obama dio de plazo un año y ni un día más a su gobierno para clausurar Guantánamo. Ahora, como se ve, no solo ha olvidado su promesa, sino que hasta encuentra una nueva utilidad a su campo de concentración y torturas.
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