martes, 14 de abril de 2009

El escritor Julio Travieso le responde al bloguero Ángel Santiesteban

CUBANOS EN MAZATLÁN. UNA RESPUESTA

Con bastante retraso he leído las opiniones vertidas por Ángel Santiesteban sobre la asistencia de un grupo de escritores cubanos, entre los que me encontré, a la Feria del libro de Mazatlán, México, a finales de marzo pasado.
Mi primera reacción fue de sorpresa.
No alcanzo a comprender exactamente qué pretende A. S. con tal escrito: ¿ burlarse de un grupo de escritores, criticarlos por conductas impropias, condolerse de ellos por las "humillaciones" que, según él, pasaron y el trato que le dieron los mexicanos, denunciar a la institución cubana (en este caso el ICL) que tuvo que ver con su viaje? ¿Ganar notoriedad, en Cuba y el extranjero?
Si le otorgáramos el derecho a la duda, diríamos que quiso divulgar una verdad. Pero, ¿qué verdad?
Escrito lo anterior, debo confesar que, aunque A.S. y yo no hemos conversado más de tres veces, siempre le respeté como persona (al igual que a otros colegas) y aprecié como escritor. Me gustaba su literatura.
Me permito recordar que en l995 ganó el concurso UNEAC de novela con su primer libro, "Sueño de un día de verano",
obra polémica en aquel entonces. Yo fui jurado de ese concurso y no vacilé en votar a su favor para premio.
Pero una cosa es ser escritor de ficciones y otra cronista. El buen escritor se ha transformado en un pésimo cronista. Lo lamento.
También lamento tener que escribir estas líneas. Como saben mis amigos, no me agrada participar en polémicas y debates. Sin embargo, A.S. se refiere directamente a mí en su escrito y hay cosas que no se pueden ni se deben tolerar.
A estas alturas de mis palabras sería necesario explicar qué hicieron los viajeros cubanos en Mazatlán y que hice yo.
A la Feria del Libro de Mazatlán marchamos once escritores, de varias generaciones, gustos y preferencias literarias, cuatro mujeres y siete hombres. Viajamos en diferentes días, desde el sábado 21 de marzo. El último en partir fue yo, que volé, en solitario, el jueves 26 de marzo. En Mazatlán estuvimos hasta el lunes primero de abril, cuando el grupo regresó a Cuba, con la excepción mía que me encaminé al DF.
¿Qué ocurrió allí? Lo de costumbre en esos eventos. Presentaciones, un panel, en el que no participé, donde los escritores leyeron fragmentos de sus libros, contestaron preguntas; también algunos fueron entrevistados por la prensa. Por mi parte, el domingo 28 hablé sobre mis libros y leí un cuento de mi libro de relatos "A lo lejos volaba una gaviota", publicado en México, primero, y en Cuba después, la mitad de cuyos cuentos se desarrolla en Ciudad de México.
Al parecer, alguien le contó a A.S. los pasos de los cubanos en Mazatlán.
Mi abuela me repetía un refrán campesino: "de lo que veas, cree la mitad, y de lo que te cuenten o escuches no creas nada o casi nada. Si llegas a creer totalmente lo escuchado y lo repites, entonces tus palabras se convertirán en chismografía de solar".
Por lo visto, A. S. no conoce ese buen refrán porque se creyó todas las inexactitudes ( por no decir falsedades) que le contaron, las sazonó en su mente y las vertió en sus comentarios.
En su crónica, A. S. dice que integramos una delegación. ¿Qué delegación? En ningún momento se integró una delegación, como tal; no hubo un jefe oficial del grupo, no se nos reunió y nadie nos dijo que debíamos actuar de una manera u otra. A México acudió un grupo de escritores que representaba a su propia literatura y a su país. Nada más.
Es deplorable que A. S. abandone la literatura seria y se adentre en corrillos de pasillos, al señalar, sin mencionar nombres en específico, los motivos que, supuestamente, llevaron a Mazatlán a algunos de los cubanos: a uno la posibilidad de recibir pesos mexicanos, a otro el deseo de beber coca cola, a un tercero el placer de acostarse entre limpias sábanas y ducharse con agua caliente.
Pero, donde su historia se hace patética es cuando comenta que a la madre de otro de los anónimos integrantes del grupo se le rompió el zapato y el escritor voló, sin miramientos, a México en busca de un par de zapatos para ella.
Me vuelvo, a preguntar, ¿si lo anterior fuera verdad, qué hay de criticable en que un hijo vaya a donde sea en busca de algo necesario para su madre?
¿Qué hay de censurable en que una madre traiga para su hijo un juguete que no consigue en Cuba, bien porque no lo hay o por que su precio aquí es prohibitivo?
Al parecer, nuestro escritor no sabe que los cubanos (escritores, músicos, médicos, deportistas, ingenieros, estudiantes, cooperantes, etc. etc. ), dominados por el síndrome de la hormiguita laboriosa, al regresar del extranjero venimos tan cargados que el peso nos aplasta. Por cierto, ese mismo síndrome lo padecieron los soviéticos, búlgaros, rumanos, etc., etc., cuando visitaban otros países más desarrollados.
Da la impresión de que, si alguna vez viajó al extranjero (no lo sé con exactitud, ni me interesa), A. S. nunca trajo nada para él y su familia ( zapatos, ropa, champús, papel higiénico, repuestos de computadora, etc. etc).
Y ya que dice que él cuestiona la gestión gubernamental: ¿por qué en vez de criticar a sus colegas que van al extranjero en busca de lo que no tienen aquí, no ha cuestionado las causas por las cuales vivimos como la cargada hormiga y debemos andar siempre con una jaba en el bolsillo y viajar con una bolsa en el hombro?
A. S. relata también un forcejeó entre los corajudos caribes y los "tacaños" anfitriones mexicanos que no querían pagar el alojamiento de los cubanos.
Como ya dije, volé a Mazatlán cinco días después del arribo del primer cubano y no puedo decir qué ocurrió el primer día de la llegada. Ahora bien, tengo ante mí la invitación oficial que me hicieron los mexicanos, fechada en Mazatlán el 6 de marzo del 2009. En ella se dice que se me pagarán los gastos de viaje, alojamiento, alimentación y viáticos. En ningún momento tuve queja del trato que me dieron los mexicanos, el mismo trato excelente que me han dado siempre en todas mis estancias en México.
En cuanto al resto de mis colegas, nunca vi que en Mazatlán sufrieran ningún tipo de humillación.
Ahora quisiera referirme concretamente a lo que nuestro cronista comenta sobre mí. Repito textualmente lo que escribió. "Otro integrante, ( es decir, yo) previendo lo mal que pudiera irle en esa ciudad (Mazatlán), pidió una semana más de estancia en el Distrito Federal, para a como fuera revertir sus carencias habaneras...".
Por supuesto, que A.S no sabe que yo he visitado Mazatlán varias veces y que viví en el DF un tiempo prolongado. De hecho, he estado en casi todo México donde tengo profundos lazos de afecto y cariño. En Mazatlán recibí, por mi novela "El polvo y el oro", el prestigioso premio Mazatlán de literatura, al mejor libro publicado en México en el transcurso del año, un galardón recibido por Elena Poniatovska, Carlos Fuentes, Ángeles Mastreta y más recientemente por jóvenes autores, como Jorge Volpi. Que yo sepa, ese premio sólo lo han obtenido tres no mexicanos de nacimiento, el español Ramón Xirau, el guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, ambos afincados en México por muchos años, y yo.
Si asistí a la Feria de Mazatlán fue, sobre todo, por reencontrarme con esta hermosísima ciudad, donde años atrás me entregaron ese premio, la cual también visité cuando fui profesor en la Universidad Autónoma de Sinaloa, en la cercana Culiacán.
¿Quién le informó a nuestro escritor que yo pedí una estancia en el DF para revertir mis carencias habaneras? Me dirigí al DF para compartir con mis viejos amigos escritores y para entrevistarme con mi editor mexicano, porque yo edito en México.
¿Me conoce bien A.S? ¿ Ha visitado alguna vez mi casa, me ha visto últimamente en alguna otra parte ? Creo que la última vez que nos saludamos fue hace años en Las Tunas. ¿Entonces cómo sabe de mis carencias que debo revertir en México "a como fuera"? ¿O es que asume que todos los habaneros ( cubanos) por ser tales, somos unos muertos de hambre que necesitamos conseguir unos dólares en el extranjero y regresar cargados?
Vuelvo a hacer una pregunta similar a las anteriores: suponiendo que yo tuviera grandes y terribles carencias, ¿ qué hay de censurable y vergonzoso en que una persona trate de solucionar sus problemas materiales más acuciantes?
Me cuesta trabajo aceptar que un hombre que ha escrito buenos libros escriba, refiriéndose a mí : "Un baño de capitalismo, de vez en vez, no viene mal, aseguró",( es decir, aseguré yo).
Francamente, eso es una afirmación algo apresurada, propia de una mente calenturienta y digo afirmación por no decir vulgar chisme.
¿ A quién, dónde y cuándo le aseguré yo, lo del baño? Cuando uno hace afirmaciones como esas tiene que tener un respaldo. Mencione un solo nombre.
Señor mío, yo no me baño en capitalismo, en socialismo, ni en esclavitud. No sé con qué se bañará Ud., pero yo me baño con jabón de tocador.
Como ya dije, viví y trabajé en México.
Para el final de mis palabras que ya se van haciendo largas, dejo la afirmación de A. S. de que los que concurrimos a Mazatlán jamás cuestionamos la gestión gubernamental y fuimos parte de una delegación "todos estrellas".
Aquí hablo sólo por mí.
Caramba, así que yo juego en un equipo todos estrellas. ¿ Desde cuándo? ¿En dónde me han puesto a brillar? Y yo que pensé que me invitaban a Mazatlán sólo porque era lógico que allá estuviera alguien que había recibido un premio en esa ciudad, escribía sobre México y conocía el país.
Por lo que él nos dice, parece que A.S. es un escritor cuestionador de la gestión gubernamental.
¿Pero qué es cuestionar la gestión gubernamental? ¿Nos lo pudiera aclarar?
En realidad, la literatura de A.S. es puro realismo crítico.
A mí me parece muy bien el realismo crítico, en cualquiera de sus vertientes. Pero no sólo A.S. cultiva el realismo crítico. Que tenga la amabilidad de leerse mis últimos libros y verá que mi obra va por esa línea, aunque desde una perspectiva diferente a la suya. Otros excelentes escritores cubanos también siguen tal corriente.
En cambio, muchos se orientan por corrientes distintas y no por eso los vamos a excomulgar ni podemos a pensar que, necesariamente, sólo a ellos se les manda a Ferias o se les otorga honores.
Creo que Swift o Kafka pueden ser tan corrosivos como Gógol.
Llevo más de cuarenta años escribiendo literatura. Primero me dijeron que formaba parte de la literatura de la violencia, luego de los novelistas históricos. Ahora no sé. Me parece que para un autor vivo es muy prematuro y osado adjudicarse el nombre de la generación a la que pertenece. Dejemos esa tarea para los historiadores y críticos del futuro que pondrán los hechos en orden y le darán a cada uno el lugar que mereció y ganó.
Un consejo final para A.S. a quien, a pesar de todo, no dejo de apreciar: siga el refrán campesino de mi abuela y no se guíe por lo que le pueda contar un malintencionado.
Esta es mi aclaración personal de un asunto en que se me ha involucrado. Tengo poco tiempo y no pienso volver a escribir sobre este tema ni verme mezclado en estériles disputas. Hay cosas más importantes de las cuales ocuparse.
Me disculpo por haber hecho una nota tan larga.
Julio Travieso

› Ángel Santiesteban se despide o el bloguero que no quiere que lo quieran

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