Por M. H. Lagarde
Muchos medios en internet reprodujeron ayer los reportes de varias agencias dando cuenta de la condena a treinta meses de prisión que recibió un asesor expresidente de EE.UU., George W. Bush, por el robo de fondos gubernamentales destinados a sufragar la contrarrevolución contra Cuba.
Según dichas informaciones, el ladrón, nombrado Felipe Sixto, fue sentenciado por sobre facturar fondos de el Centro para una Cuba Libre una organización que, según señalan escuetamente las agencias, "promueve la democracia en Cuba".
¿Simple falta de profesionalismo o una manera de ocultar lo que en realidad debió haber sido el centro de la información? El hecho de que la justicia norteamericana reconociera de forma pública el desfalco realizado a los fondos que el gobierno norteamericano dedica para derrocar la revolución cubana.
El Centro para una Cuba Libre no es, como los periodistas de las agencias pretenden, una ONG "independiente" ni "cubana" que "promueve la democracia en Cuba" sino otro de los inventos del gobierno norteamericano para ocultar la participación directa de las administraciones de Washington en la guerra sucia contra la Isla. Creado en octubre de 1997, su objetivo real es promover la subversión contra Cuba al abastecer de fondos y recursos a los líderes de pequeños grupos internos que usan los “programas humanitarios”; de igual forma, busca y disemina la información de la denominada “la oposición interna” hacia los medios de comunicación masiva, organizaciones no-gubernamentales y la comunidad internacional con el propósito de alimentar las campañas propagandísticas anti-cubanas. Su director es el connotado contrarrevolucionario Frank Calzon, un agente de la CIA que ha jugado un papel activo en la aplicación de acciones subversivas contra Cuba.
Desde su fundación este grupo ha recibido el fondo sustancial de la Agencia de estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) para además de extender la propaganda en Cuba contra el sistema político y económico, promover una supuesta transición política y una economía de tipo capitalista, y apoyar a la comunidad internacional para que juegue un papel más enérgico en la promoción de la subversión interna.
El Centro paga, con el dinero del gobierno estadounidense, viajes a Cuba de personas especializadas en subversión, asegura el apoyo de las maniobras norteamericanas para lograr la aprobación de resoluciones anti-cubanas durante las sesiones anuales de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, así como la participación en otras conferencias y convenciones internacionales que intentan empañar la imagen de Cuba a nivel internacional.
Como se sabe, los fondos de agencias gubernamentales como la USAID salen del bolsillo del contribuyente norteamericano. Esperemos que el desfalco de Felipe Sixto no pese tanto como para acrecentar la crisis.
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