Al mediodía del 20 de mayo de 1902 se vivió en Cuba la farsa del nacimiento de una República atada de pies y manos. |
Por M. H. Lagarde
Los centristas insisten en que el problema no es desenmascarar su cruzada procapitalista sino que los revolucionarios se ocupen en denunciar en la prensa los muchos problemas sociales y económicos que nos acucian, así mientras los llamados "anticentristas" se entretienen en hacer el trabajo de subversión que les corresponde a ellos, ellos pueden seguir viajando tranquilamente por las capitales de los nuevos "países amigos" para, en cursos y cenas, seguir recibiendo instrucciones de cómo tomarle el pelo a los ingenuos.
Para tenernos bien ocupados, con todos los problemas serios que hay, ahora nos proponen ocuparnos hasta del maltrato animal. Ocúpense ustedes, parecen decir, de ver cuántos perros callejeros mataron sin piedad este año en la capital que nosotros nos seguiremos aprovechando de la bondad de la abultada bolsa del saqueador de economías, George Soros. Qué culpa tienen ellos, a fin de cuentas, si el "filántropo" de las revoluciones de colores le da la gana de gastar sus millones en entrenarlos para propiciar la "evolución" del sistema socialista cubano hacia el capitalismo y no en reparar los hospitales de La Habana. Será que acaso, parecen decir, los revolucionarios no han leído aquello que dijo Martí, de la república de "todos y para el bien de todos". ¿Qué más da incluir al magnate especulador Soros en la componenda? ¿Sería un logro atraer a la nueva causa a tan importante representante de los peores males del capitalismo?
Entonces, según la defensa centrista, después que terminemos de hacer la glasnot cubana, que los critiquen a ellos por querer instaurar en una Isla subdesarrollada y bloqueada de Las Antillas el capitalismo con justicia social que solo existe en sus viajeras mentalidades.
Los centristas, ya se sabe, para nada son tontos, -son expertos en aparentar lo que no son- y saben perfectamente que ninguna glasnot, ni todo un repertorio de poéticas canciones, va a resolver los problemas del pueblo por el que tanto ellos se preocupan en encausar hacia la nueva República de la Rendición.
Tampoco ignoran que en la Cuba del “con todos y para el bien de todos” no va a ser una "fiesta" de besos y abrazos al estilo de la intervención norteamericana en 1898. Las guerras de cuarta generación que han tenido lugar en algunos países en los últimos años para nada han creado ni Suizas ni Suecias, todo lo contrario, su saldo es el de millones de civiles muertos e inmensas olas migratorias que hoy afectan a casi todo el mundo.
Pero no hay que preocuparse mucho por los centristas que, dígase lo que se diga y pruébese lo que se pruebe, van a seguir defendiendo su libertad de viajar y de cenar con todos y para el bien de ellos mismos.
Los que realmente preocupan en todo este debate son sus “seguidores”, sobre todo esos que ni viajan y a veces ni cenan. Ojalá nunca tengan que decir: "Me embarcaron, yo vine de cocinero".
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