Hace seis meses, un albañil italiano atrasado en el pago de sus
impuestos escribió una nota a su esposa de 27 años, después se roció con
gasolina y se prendió fuego afuera de una oficina de impuestos de
Bolonia. Giuseppe Campaniello murió nueve días después.
“Era una buena persona”, dijo su viuda, Tiziana. "No se le dio la
oportunidad de reparar sus errores, porque eso es lo que quería hacer.
Si Giuseppe hubiera tenido la oportunidad, habría pagado su deuda, no lo
que ellos querían que él pagara, porque no ganaba 20.000 euros al mes”.
Tiziana se unió con otras mujeres cuyos esposos se quitaron la vida
para formar un grupo denominado Vedove Bianche (Las viudas blancas) para
demostrar que en esta interminable crisis económica, el costo no puede
calcularse según un formulario fiscal.
Las viudas blancas de Italia son el ejemplo más reciente de la carga
emocional que tiene en Europa la crisis de la deuda y las medidas de
austeridad. Durante la primera mitad del año pasado, la tasa de
suicidios en Grecia se disparó más de un 40% en un año, según datos del
Ministerio de Salud griego. En Gran Bretaña, que no es parte de la
eurozona, pero cuya economía también se debate mientras entra en una
recaída financiera, varios investigadores escribieron el mes pasado en
el British Journal of Medicine que la recesión experimentada en el
periodo 2008-2010 podría haber llevado a que más de 1,000 personas se
suicidaran.
Ahora que Italia, la tercera mayor economía de la eurozona, enfrenta
la presión del mercado para hacer recortes después de que sus costos de
endeudamiento crecieron muy peligrosamente, los “suicidios de
austeridad”, que alcanzaron su nivel más alto en Grecia, también se
están viendo en Italia. Durante décadas fue común para los italianos
eludir el pago completo de sus impuestos, pero con la crisis financiera,
la recaudación de impuestos se ha vuelto más exigente.
El incremento de problemas fiscales y las penurias financieras han
llevado a algunos a quietarse la vida. Aunque es difícil conseguir
estadísticas, una asociación italiana de pequeñas empresas afirma que
los suicidios relacionados con las dificultades económicas son el doble
de hace 10 años.
El empresario romano Mario Frasacco, de 59 años, se disparó en el
pecho en abril. La fábrica que dirigía, la cual producía accesorios de
aluminio, ahora está cerrada con candado y sus 10 trabajadores se
encuentran desempleados.
La hija de Frasacco, Giorgia, trabajó con él y sabía que estaba
pasando por dificultades financieras, pero no tenía ni la más remota
idea de que él contemplaba suicidarse. “Un día antes de que se
suicidara, le dije adiós como siempre hacía antes de ir a casa”,
recordó. “Nunca percibí en sus ojos alguna molestia que condujera a
esto. Tras cinco meses, no puedo encontrar una justificación de lo que
hizo”.
Para los sobrevivientes de estos suicidios económicos, existe enojo
de que el gobierno intentó maximizar los ingresos y los recortes de
gastos, sin importar el costo humano. En el caso de Tiziana, ella se
queda con la pregunta de cómo arreglárselas, emocional y económicamente,
tras la muerte de su esposo.
“¿Quién me contratará a mis 48 años, casi 49? ¿Quién?”, pregunta. “¿A
dónde puedo ir? ¿Debería volverme prostituta? Porque es a eso a donde
nos están llevando. ¿O debería suicidarme y apartarme del camino, y ser
un problema menos para el gobierno?” (CNN)
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