lunes, 17 de octubre de 2011

¿Obama se disfraza de indignado?


Por M. H. Lagarde

El presidente estadounidense Barack  Obama ha vuelto a referirse a los indignados contra Wall Street como si fueran ciudadanos de otro país y su gobierno nada tuviera que ver con la frustración  de cientros de miles de norteamericanios ante el fracaso del sistema capitalista.
El mandatario estadounidense acaba de afirmar que si el mítico defensor de los derechos civiles de los afroamericanos Martin Luther King estuviera vivo,  sería un "indignado".
"Si hoy viviera (Luther King, ndr), creo que nos recordaría  que el trabajador desempleado puede desafiar con razón los  excesos de Wall Street sin transformar en demonios a todos los  que trabajan allí", afirmó Obama.
Según la agencia ANSA, las palabras de primer presidente negro en la historia de  Estados Unidos se produjeron durante la inauguración de un  monumento en Washington en memoria de Luther King.
Las protestas de los "indignados" como las realizadas este  sábado en más de un millar de ciudades de todo el mundo culpan  precisamente a los excesos del sistema financiero de la actual crisis económica y la creciente desigualdad.
Luther King "comprendió que alinear nuestra realidad con nuestros ideales requiere a menudo decir verdades incómodas y la  tensión creativa de la protesta no violenta", aseveró Obama.
"Como ocurrió hace 50 años (cuando Luther King estaba vivo) y como ha ocurrido a lo largo de la historia de la  humanidad, los que tienen poder y privilegios a menudo condenan cualquier llamada al cambio", aseveró Obama en réplica a la oposición republicana.
Horas antes, el vocero de Obama, Jay Carney, había comentado que el presidente norteamericano entendía la ira de los "indignados".
"El presidente ha expresado comprensión por el enojo que estos manifestantes representan", comentó Carney.
Es la segunda que Obama se refiere a los manifestantes como si fueran habitantes de algún país árabe donde  recientemente han florecido  "primaveras"  gracias al abono de la ayuda financiera del Departamento de Estados Unidos a sectores nacionales de la "sociedad civil" -en realidad mercenarios- al servicio de sus intereses.
Por cierto, la última vez que el presidente se refirió a Cuba «comparó la situación de la Isla con lo que ocurre en la actualidad en el mundo árabe, donde la presión ciudadana en favor de una mayor democracia ha causado la caída de regímenes autoritarios».
Nadie sabe a qué Cuba se refería el presidente de una nación que, desde hace un mes, se ha puesto en pie para protestar contra el mayor dictador que ha conocido la historia: el dinero, el todopoderoso capital de una plutocracia de la cual, evidentemente, él, Obama, es solo un pelele incapaz de realizar cambio alguno para transformarla.
No es de extrañar entonces que -cinismo releccionista aparte-, al presidente, en su impotencia oportunista, no le quede otra opción que cambiarse de bando.

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