La guerra en Libia no solo le puede costar a EE. UU. el enfriamiento de sus relaciones con algunos países, sino también un gasto enorme de dinero.
El lanzamiento de un misil de crucero Tomahawk cuesta aproximadamente un millón y medio de dólares, y solo durante las primeras horas de la campaña en Libia las tropas estadounidenses usaron más de 100 dispositivos de este tipo.
El congresista Denis Kuchinich afirma: “Esta nueva Guerra nos costará 500 millones de dólares solo durante la primera semana. Claro está que no tenemos recursos financieros para eso y acabaremos reduciendo la financiación de otros importantes programas domésticos”.
El miembro del Comité para las Relaciones Internacionales del Senado, Richard Lugar está de acuerdo: “Es extraño, pasamos todos los días en el Congreso hablando del presupuesto, y al mismo tiempo se inicia una operación tan costosa como esta”.
Mientras se está librando la operación, el desempleo en el país alcanza el 10% y la deuda estatal, la cantidad casi inimaginable, 14 billones de dólares. No es sorprendente que muchos norteamericanos cuestionan la sensatez de las acciones actuales del gobierno.
Pero sí existen los que sacan ingresos de esta guerra: son las grandes compañías, que prestan sus servicios a las fuerzas armadas. El lanzamiento de un misil de crucero Tomahawk cuesta aproximadamente un millón y medio de dólares, y solo durante las primeras horas de la campaña en Libia las tropas estadounidenses usaron más de 100 dispositivos de este tipo.
El congresista Denis Kuchinich afirma: “Esta nueva Guerra nos costará 500 millones de dólares solo durante la primera semana. Claro está que no tenemos recursos financieros para eso y acabaremos reduciendo la financiación de otros importantes programas domésticos”.
El miembro del Comité para las Relaciones Internacionales del Senado, Richard Lugar está de acuerdo: “Es extraño, pasamos todos los días en el Congreso hablando del presupuesto, y al mismo tiempo se inicia una operación tan costosa como esta”.
Mientras se está librando la operación, el desempleo en el país alcanza el 10% y la deuda estatal, la cantidad casi inimaginable, 14 billones de dólares. No es sorprendente que muchos norteamericanos cuestionan la sensatez de las acciones actuales del gobierno.
“Los gigantes como General Electric o Halliburton han obtenido tremendos beneficios, especialmente durante las guerras en Irak y Afganistán”, comenta Sara Flounders, cofundadora del Centro de Acción Internacional de Nueva York. “Con la operación en Libia pasará lo mismo, ya que muchos de sus servicios están subcontratados”.
Pero aunque para las corporaciones la participación estadounidense en un nuevo conflicto podría estar justificada, para miles de norteamericanos los daños a la economía y a la imagen del país son probablemente un precio demasiado alto a pagar.
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