jueves, 2 de junio de 2011

Palabras de Nelson Domínguez al enmascarado Sapillo de la Charca

Cuánta la carga de odio visceral; todo parece estar en proporción a aquello que recibe o imagina recibir por sus servicios. Pero Roma paga a sus traidores. Ver para creer. Este tipo -ya consabido SAPO DE LA CHARCA, manipulador por excelencia-, ha aprendido bien la lección de sus maestros mediáticos e intermediáticos y, como ellos, ha volado sus propios barcos y por qué no, también sus torres. Se suicida. Es un acto de cobardía expresarse sin mostrar el rostro, y decir aquello que no se tiene el coraje de plantear en la palestra pública con la “eclosión y ditirambo” necesarios.
Es muy fácil reconocer a un jacobino o a un girondino, pero resulta aparentemente indescifrable el rostro oculto de un SAPO DE LA CHARCA… de enfrente, o sería mejor decir: de ciertos sapitos sin charca, al servicio de una tierra que no los vio nacer y que los verá morir con desdén después que les dé el uso y pago merecidos. Qué diferencia con Pedro Pablo Oliva, quien ya en el año 1970, con sus primeras instalaciones -hechas entonces por un estudiante de la Revolución-, criticaba tempranamente las croquetas de aquel entonces, exponiéndolas en una fuente redonda. No asusta a nadie que conoció bien desde sus inicios al Oliva que todos queremos, al Oliva a veces irreverente y en ocasiones contestatario, pero siempre con las raíces profundamente afincadas en el patio de su isla. Por eso me juego el todo por el todo al afirmar que Oliva no traicionará jamás a su Patria, ni siquiera a su sombra, a pesar del apresuramiento de algunos en descargar calificativos y agravios injustificados a este coloso de la pintura cubana contemporánea, muchas veces incomprendido, incluso, por aquellos que lo conocen más cercanamente.
El hecho más revelador para mí de Oliva es que hubiese aceptado responsabilidades políticas. Ahí pensé que estábamos en presencia de un Oliva menos anárquico, y poniéndome en su lugar preferí seguir dando mi DO de pecho desde el ángulo más positivo como profesional de las artes plásticas. Curiosamente, me entero ahora, gracias a quien no sabe que ya le conocemos, que yo formo parte de un grupo de mediáticos. Pero si así fuera, lo sería más por la evocación digna que por la vocación malsana (como en el caso del Sapillo), y para defender lo que es nuestro, lo que jamás venderemos a ningún precio, ni lo dejaremos en manos de anexionistas y otros desalmados.
Esto lo dice un hijo agradecido de la Patria, y para que así lo sepas, SAPILLO DE LA CHARCA, te aconsejo que no malgastes tus penosas municiones en un combate perdido de antemano por ti; esto te lo dice, y si quieres te lo recontradice hasta reventarte los tímpanos, un martiano y un fidelista inclaudicable, alguien que conoce y confía, como todos los artistas plásticos de Cuba, en Pedro Pablo Oliva: ese hombre que evidentemente tú no conoces, aunque presumas de su cercanía.

Nelson Domínguez

La Habana

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