martes, 1 de febrero de 2011

El Nuevo Herald contra la libertad de expresión


Por Lorenzo Gozalo*

En una ciudad donde el Jefe de la Policía habla mal de la Procuradora Estatal del Condado Miami – Dade, el Alcalde de la ciudad lo descalifica, uno de los comisionados lo critica y el Alcalde del Condado está sujeto a revocación por procedimientos que gran parte de la ciudadanía considera impropios, también contamos con un periódico que es lo más parecido a un libelo de los malos.
El Nuevo Herald que en ocasiones demuestra, a sí mismo y a los demás, que puede cubrir noticias con objetividad, sistemáticamente asume una posición militante, ideologizada y apartada de la ética periodística. Periodistas para hacer un buen trabajo los tiene, pero valor para reconstruir su línea editorial en conjunción con las etnias que componen los dos millones de personas que viven en el Condado, no tiene.
Durante días han colocado en primera plana a un pobre señor, al parecer pícaro de profesión, que vive en una provincia cubana y cuyo sueño de juventud debió haber sido convertirse en faquir. El señor se llama Fariñas, es sicólogo y en el pasado ha agredido a más de una persona por lo cual tuvo que enfrentar cargos. Todo indica que tiene mal carácter, aunque después de más de una veintena de supuestas huelgas de hambre, ha adquirido la figura de su sueño infantil.
A este señor, las autoridades cubanas lo detuvieron por desacato en estos días. Esto es algo que sucede en cualquier país. La razón de la detención fue por intentar una demostración pública luego que las autoridades le habían negado una solicitud al respecto.
Cuba tiene circunstancias totalmente diferentes al resto del Hemisferio donde está geográficamente ubicada, debido al estado de sitio al que ha sido sometida por Estados Unidos durante cincuenta y dos años. Eso ha generado una actitud de recelo en muchos ciudadanos, cuando creen o comprueban, que alguien le hace el juego a Washington. Permitir demostraciones en cierto momento, a personas cuyos objetivos son dudosos respecto a sus compromisos con las políticas de Estados Unidos, no es aconsejable, porque puede crear reacciones indebidas de quienes defienden, a veces con excesivo celo, el país. La fecha escogida por Fariñas fue la del Natalicio del Apóstol de la Patria, José Martí. Ese día las escuelas y otras instituciones concurren a los parques y sitios donde se han erigido estatuas del prócer cubano. En dichos eventos se conjugan sentimientos patrióticos y en la mayoría de los casos se hace alusión a los estragos causados por el Bloqueo impuestos por el poderoso vecino del Norte, cuyo peligro para la estabilidad y la independencia americana, anticipó Martí.
En una carta a un amigo, poco antes de morir, Martí le confesaba que todo cuanto había hecho y hacía, estaba orientado a, “evitar que los Estados Unidos se lancen con esa fuerza más, sobre nuestros pueblos de América”.
Cuba es un país de gran complejidad a la hora de compararlo con otros y seguirá siéndolo mientas no quede resuelto el diferendo con su poderoso vecino.
El señor Fariñas no hizo caso a la prohibición de colocar una ofrenda floral ese día y fue detenido. La otra razón de por qué se le negó el permiso es obvia. Fariñas ha aparecido, por obra y gracia de una prensa internacional controlada por los intereses de Washington, en la primera página de los periódicos, donde poco faltó para presentarlo como el Gandhi cubano, cosa que hubieran podido hacer perfectamente porque su figura se presta para ello.
Si el permiso lo hubiera pedido para otro día, quizás se lo hubieran concedido.
Pero la razón que nos obliga a hablar del caso es que en Miami han sucedido y se suceden en estos días y los anteriores, tantos asuntos de importancia, que es un descrédito que un periódico de la talla que supone ser el Nuevo Herald, desgaste los pocos recursos que le quedan en esas sandeces. Entre otras cosas, la compañía MacClatchy, quienes son los dueños del rotativo, debía analizar por qué el director de ese periódico en español, dedica su tiempo a pedir disculpas con motivo de un anuncio aparecido en sus páginas. Se trataba de un anuncio pidiendo la libertad de CINCO agentes del gobierno cubano, (no espías), condenados injustamente. Los CINCO se dedicaban a buscar información sobre actos terroristas que se planeaban desde el exterior contra Cuba. Algunos de esos planes se materializaron y causaron víctimas inocentes.
Su Director Many García, sin considerar la legitimidad de solicitar la libertad de esos prisioneros, condenados al parecer injustamente por los dudosos procedimientos seguidos durante el juicio, es un acto de humanidad, aceptó pedirle disculpas a un grupo de fanáticos.
La solución de muchas de las dificultades internas cubanas, pasan primero por la disminución de las tensiones con Estados Unidos.
La única comunidad que reacciona en contra de las buenas relaciones de Estados Unidos con su país de origen, es un grupo de cubanos de origen que se han apoderado de la política exterior de Washington hacia Cuba. Ese grupo, que pidió al director del Nuevo Herald, Many García, que viole el principio de la libertad de expresión al que hacen alusión con tanta hipocresía, tanto ellos como el director, no son representativos de la comunidad del Condado Miami – Dade.
Recientemente la comunidad china está estudiando una demanda contra un periodista radical de la derecha conservadora estadounidense, Rush Limbaugh, por hacer mofa del Presidente chino Hu Jin Tao en su reciente visita a Estados Unidos. Los chinos que han venido a vivir a este país porque no les gusta el sistema chino, o el país, o sus condiciones de trabajo, o lo que fuese, protestan defendiendo a SU PRESIDENTE, aunque estén en desacuerdo con él.
Es improcedente, poco ético y de mucha cobardía política que un director de periódico se haga eco de asuntos ideológicos hasta el punto de atreverse a conculcar la libertad de expresión.
En Estados Unidos la libertad de expresión existe cuando se paga. Los periódicos tienen sus líneas editoriales y en ella se establece lo que debe decirse, cómo se dice y cuándo. Pero más allá de ese límite están las páginas pagadas, en las cuales aparece todo tipo de anuncio que supongan no interferir con la moral pública, aunque se toleran muchos que encubren el ofrecimiento de favores sexuales. Lo único que no se le ocurre a un periodista de cierta ética profesional es prohibir un anuncio por razones ideológicas excepto que utilice un lenguaje peyorativo contra una etnia, racista o discrimine a un determinado grupo. Este fue el caso del director del Nuevo Herald. Pidió perdón por colocar un anuncio que ideológicamente contraviene el pensamiento de un grupo fanático. En el otro extremo siguiendo los lineamientos de ese mismo grupo acepta que pongan en primera plana por varios días una noticia de nivel cuaternario, como la referente al señor Fariñas, a quien lo conocen solamente en la esquina de su casa. Si las cosas que exige Fariñas constituyeran un clamor público, no habría prohibición que impidiera una reacción social. Y si el Herald no lo cree, que le pregunten a los tunesinos y a los egipcios.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en los EEUU y subdirector de Radio Miami (www.radio-miami.com)

Tomado de Kaosenlared

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