La base de datos de Wikileaks tiene 2 080 cables enviados al Departamento de Estado norteamericano desde la Oficina de Intereses en La Habana, y todavía no ha publicado ni uno. Sus filtraciones se están produciendo en el sitio a cuentagotas, y es lógico que así sea. Las furias del gobierno norteamericano no son solo verbales. La web vive bajo acoso legal y cibernético, y ha recibido por lo menos dos asaltos de grandes ligas a sus servidores, uno de ellos superior a 10 gigabytes por segundo, lo que equivale al ataque simultáneo de millones de computadoras.
Pero los cinco medios que divulgaron simultáneamente los documentos filtrados, entre ellos el diario El País, tenían en sus manos sin censura y desde mucho antes del domingo -día en que se destapó el “cablegate”- toda la información que Wikileaks obtuvo a través de sus fuentes. Han tenido tiempo para manosearla, mirarlas con una lupa y consensuarla hasta con el Departamento de Estado.
¿Por qué solo han divulgado un cable fechado desde La Habana? ¿Dónde están los otros 2 079 despachos? ¿Qué dicen? ¿Por qué los titulares reflejan como hechos inobjetables ciertas evaluaciones sobre Cuba, realizadas por diplomáticos-espías desde terceros países, mientras se silencian otras en cierto sentido insólitas, y por tanto de mayor valor periodístico?
Vayamos por parte. De los 2 080 cables que tiene El País emitidos desde La Habana, el diario español ha publicado una línea de uno de esos despachos, diluida entre referencias a Cuba sacadas de otros informes de las Embajadas norteamericanas en Caracas y en Bogotá. Esa única línea pertenece a un reporte fechado el 27 de febrero de 2009 y firmado por Jonathan Farrar, jefe de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos. Se trata de lo que el Departamento de Estado llama un SEPQ (”Cuestionario sobre el Perfil del Clima de Seguridad”), de la primavera del 2009 en Cuba:
Este formulario lo llenan rutinariamente los embajadores de EEUU en todo el mundo, detalle que omite El País. Por ejemplo, Wikileaks filtró otros cuestionarios SEPQ contestados desde diferentes embajadas, como usted puede ver aquí:
¿Qué nos dice El País de este solitario y doblemente filtrado informe? Escasamente que “la Sección de Intereses de EEUU en La Habana reconoce la eficacia de la policía (cubana) persiguiendo a ‘terroristas’, como llama a los disidentes”. Al periódico lo único que le interesa es criminalizar al gobierno cubano. No se molesta en verificar si es cierto que aquí se le diga “terroristas” a los “disidentes” y muchísimo menos, en advertirle a sus lectores que tales “disidentes” son los destinatarios de millonarias partidas públicas que destina el gobierno de los Estados Unidos para fabricar y financiar a la oposición en la Isla. Por cierto, algo que sí matiza el Jefe de la SINA en su informe.
Lo interesante, sin embargo, no es lo que dice, sino lo que silencia El País y sus ecos internacionales. Compruébelo usted mismo accediendo al cable original. Descubrirá una poda asesina a las palabras de Farrar y el tratamiento absolutamente autista al informe de este hombre, a quien nadie se le ocurriría acusar de parcialidad hacia Cuba.
Entre otras cosas, el Jefe de la SINA reconoce, nada menos, la estabilidad y la seguridad que gozan los diplomáticos norteamericanos en Cuba, donde “no hay condiciones para un macro conflicto”, y añade: “No hay terrorismo local”, “no hay grupos terroristas locales” y “no hay grupos terroristas antinorteamericanos”.
Insólito reconocimiento, si se tiene en cuenta que Estados Unidos ha puesto a Cuba en todas las listas negras habidas y por haber, incluida la de los países terroristas, y si se reconoce, además, que los diplomáticos norteamericanos viven a salto de mata en buena parte de las naciones del llamado Tercer Mundo, donde no suelen ser bienvenidos.
Pero repasemos otras consideraciones del informe:
- Todas las manifestaciones (frente a la Oficina de Intereses) son organizadas por el Gobierno de Cuba o por lo menos cuentan con su aprobación. Periódicamente, el Gobierno de Cuba organiza manifestaciones en la Tribuna Antiimperialista, pero generalmente son para conmemorar fechas históricas cubanas y no son de naturaleza estrictamente antinorteamericana.
- La protección policial de la SINA está garantizada por la PNR (Policía Nacional Revolucionaria) y SEPSA. Cuba tiene personal preparado para proteger a la SINA en caso de ser necesario.
- La Dirección de Inteligencia y Contrainteligencia son servicios profesionales, capaces y altamente efectivos en la penetración de redes en la Isla y en la persecución de individuos que consideran terroristas.
- Fuentes confiables reportan la presencia de miembros del ELN, las FARC y ETA en La Habana, pero es muy poco probable que desarrollen operaciones terroristas en el territorio cubano. (Esta parte se ha ignorado soberanamente en los despachos que profusamente circulan hoy. Tampoco se habla de que los miembros de esos grupos llegaron a la Isla, tras el acuerdo con los gobiernos respectivos.)
- Cuba no permite que representantes de otros gobiernos acreditados realicen labores de inteligencia o terrorista contra EEUU desde el territorio cubano. En el cuerpo diplomático se considera que el gobierno cubano trata de evitar darle a EEUU pretextos para realizar operaciones antiterroristas contra Cuba.
- En Cuba no hay condiciones para un macro conflicto (de gran escala). No hay terrorismo local y no hay grupos terroristas locales, ni antinorteamericanos.
- La tenencia de armas entre la población está controlada. Es muy poco probable el uso de armas de fuego.
¿Cuál es el milagro de que un despacho casi halagador hacia Cuba del Jefe de la SINA es traducido como todo lo contrario? ¿Por qué quienes repiten la versión de El País ni se molestan en leer la fuente original? ¿Por qué cuando se trata de Cuba cierta prensa ni siquiera apela a un mínimo de sentido común? ¿Bajo qué siniestra peripecia censuran hasta al más disciplinado de los funcionarios imperiales cuando se refiere objetivamente a Cuba, como si maldecir a la Isla fuera religión, como si agraviarla implicara fanatismo religioso?
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