Cualquier pretexto le sirve a la acaudalada Yoani para destilar su refinado odio contra Cuba. Hoy son las festividades de fin de año, mañana será otro.
Es el requisito imprescindible para ser elegible para un próximo premio.
Yoani hoy, en un insustancial comentario, se refugia en los sueños de su hijo para echar a volar sus pesadillas. Confiesa que le satisface ver a Teo hacer planes para los próximos días y no puede dejar de reconocer que siente tranquilidad en saber que su hijo marchará a sus clases en el año venidero.
En el fervor de su discurso ideológico, la acaudalada bloguera oculta a sus lectores que el régimen para el cual trabaja es el responsable, según cifras de la UNESCO, de que 141 millones de niños no puedan asistir a una escuela.
¿Cuántas madres en este mundo, a diferencia de Yoani, no han podido compensar su triste existencia por la carencia de un maestro para sus hijos?
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