Madrid, 30 nov (dpa) - La promesa del presidente Barack Obama de cerrar la prisión de Guantánamo, en Cuba, llevó a Estados Unidos a desplegar una ofensiva diplomática que incluyó presiones y ofertas de dinero a otros países para que acogieran a algunos de los reos, según documentos confidenciales filtrados al sitio web Wikileaks.
Este material, que hoy reproduce parcialmente el diario español "El País", refleja que el -finalmente incumplido- anuncio de Obama de cerrar el polémico centro de reclusión en enero de 2010 se transformó en una empresa imposible porque Washington se topó con férreas resistencias en Europa y en el resto del mundo.
Así, los estadounidenses se encontraron con países imposibles de convencer, como Kuwait, cuyo gobierno se declaró incapaz de hacerse cargo de sus ciudadanos porque estaban "podridos" y llegó a aconsejar a Washington que se "librara de ellos" abandonándolos en alguna zona de combate afgana donde corrían el riesgo de morir, de acuerdo con los telegramas del servicio diplomático norteamericano a los que tuvo acceso Wikileaks.
Siempre según esa fuente, en el caso de Arabia Saudí el rey Abdalá propuso al asesor antiterrorista de la Casa Blanca, John Brennan, que a los presos liberados se les implantara un chip electrónico que permitiera rastrear sus movimientos por Bluetooth, algo que ya se hacía con "halcones y caballos". "Los caballos no tienen buenos abogados", fue la respuesta de Brennan.
Otros países, como Yemen, pidieron sumas millonarias para hacerse cargo de los reos. En concreto, el presidente yemení Alí Abdalá Saleh habría pedido a Brennan 11 millones de dólares para construir en su país un centro de rehabilitación para yihadistas similar al que ya existía en Arabia Saudí.
Sin embargo, la embajada de Estados Unidos estaba convencida de que en Yemen los reclusos "tardarían pocas semanas en ser liberados por la presión de la opinión pública o por la actuación de los jueces".
En Afganistán, el gobierno de Estados Unidos pidió al fiscal general, Mohamed Ishaq Aloko, que dejara de autorizar, junto al presidente Hamid Karzai, que se pusiera en libertad a ex prisioneros de Guantánamo sin siquiera juzgarlos. A pesar de las quejas de Estados Unidos, las liberaciones continuaban, según un cable secreto del embajador Francis J. Ricciardone del 6 de agosto de 2009.
Los países europeos también pusieron trabas y demoraron los plazos para aceptar prisioneros. Según los telegramas filtrados a Wikileaks, los estadounidenses apelaron a la "obligación moral" de Europa de contribuir a cerrar la prisión que tanto habían criticado y trataron de convencer a países como España o Bélgica de que ganarían liderazgo dentro de la Unión Europea (UE) si colaboraban.
El gobierno español aprovechó el cierre del penal de Guantánamo para mejorar sus relaciones con Estados Unidos y para ganarse la confianza del presidente Obama, pero no todos los ministros veían clara la operación, según estos documentos.
Ante las dilaciones para recibir a los cinco presos que España se había comprometido a acoger, Washington ofreció 85.000 dólares por cada uno de ellos, insistió en que sería importante para España colaborar en aras de lograr un mayor liderazgo dentro de la UE y puso a distintos países europeos a competir por los presos menos peligrosos, según consta en los telegramas emitidos por la Embajada en Madrid durante los pasados dos años.
Al final, tras un año de negociación, los estadounidenses se impacientaron. El embajador Alan D. Solomont acabó diciendo al ministro español del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que iba a ser "claro y contundente" con su mensaje: EEUU e speraba de España que cumpliera su promesa.
Hasta la fecha, España ha acogido a tres ex presos de Guantánamo: un palestino, un yemení y un afgano.
Un problema aparte lo constituían, según los documentos que cita "El País", los chinos musulmanes (uigures) entre los prisioneros de Guantánamo. Por temor a un conflicto diplomático con Pekín, ningún país los quería.
Por ello, Washington llegó a ofrecer al archipiélago de Kiribati, en el océano Pacífico, al noreste de Australia, inversiones de varios millones de dólares para que allí se quedaran con ellos.
Sin embargo, ninguno de los uigures llegó finalmente a Kiribati.
Cuatro de ellos acabaron en las islas Bermudas, otros seis fueron a la isla de Palau, en el Pacífico, y Suiza concedió asilo humanitario a dos de ellos. Aún quedan cinco en Guantánamo.
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