Un buen puesto para Bush: ayudante de Barney

En la foto Barney, el perro de Bush, durante su mandato. El de Bush, por supuesto.

El ex presidente estadounidense George W. Bush dijo que pasó rápidamente de atender los asuntos de gobierno a levantar las deposiciones de su perro, aseguran informes de prensa.
Bush dijo el martes en la Universidad de Texas en Tyler, en su estado natal de Texas (sureste de Estados Unidos) que, poco después de dejar su oficina en Washington, enfrentó un momento decididamente prosaico cuando su perro Barney decidió aliviarse en el jardín de un vecino.
"Diez días fuera de la presidencia y ahí estaba yo, con una bolsa plástica en la mano, levantando eso que había estado eludiendo durante ocho años", dijo Bush según citó el diario Tyler Morning Telegraph, en declaraciones confirmadas por su oficina.
El ex presidente ha evitado protagonismo desde que dejó el gobierno -aparte de una temporada en la que llamó públicamente la atención por dedicarse a ayudar a recaudar dinero para Haití tras un devastador terremoto y de organizar un evento de cibermercenarios- y ha mantenido un bajo perfil político.
En realidad, si W. Bush se hubiese dedicado mucho antes a ocuparse de las necesidades de su perro Barney, millones de personas en el mundo no tendrían que lamentar la pérdida de algunos de sus seres queridos por las guerras injustas guerras desencadenadas durante su mandato presidencial y Estados Unidos fuera un país más con una mejor imagen allende sus fronteras.
El presidente que usó la tortura como "arma secreta" contra el terrorismo planea ahora dar una ronda de entrevistas en coincidencia con el lanzamiento el 9 de noviembre de su libro sobre su mandato, "Decision Points" (momentos decisivos).
El libro "sorprenderá a algunas personas que no creían que yo podría leer un libro, mucho menos escribir uno", bromeó el ex presidente, que dejó el gobierno bajo una profunda impopularidad en medio de la crisis económica estadounidense.
Esperemos que la presentación de "Momentos Decisivos", del ayudante de Barney, tal como ocurrió recientemente con las memorias de Tony Blair, no se convierta en una plataforma de lanzamientos, en vez del libro, de zapatos.