Por Ernesto Pérez Castillo
No es raro que un golpe de estado esté en marcha en la República de Ecuador. Esa receta fascista es la última carta que le queda por jugar a las derechas en América, convencidas como lo están de que la pelea política frente a la opción socialista la tienen perdida de medio a medio.
El golpe de estado fascista fue su desesperado remedio cuando vieron que no podían con Chávez en Venezuela, y fue igualmente el único recurso que tuvieron para ahogar en sangre las posibilidades de un gobierno mejor que representaba Zelaya en Honduras hace poco más de un año.
Ahora han ido a por Correa. Y a los golpistas los lidera ni más ni menos que un ex militar, Lucio Gutiérrez, que en su momento logró manipular los deseos de la gente y la admiración que Chávez –también proveniente del ejército– despertaba entre los más humildes. Pero en muy poco tiempo había frustrado todas las expectativas, y en menos de lo que canta un gallo el pueblo lo echó a escobazos del sillón presidencial.
Pretenden disfrazar el golpe bajo el manto de una insubordinación en protesta por supuestas prestaciones que los policías perderían de aprobarse la Ley de Servicio Público, ley que ni siquiera ha sido aprobada aun.
¿Y solo por protestar van los policías a tomarse, coordinadamente, todos los aeropuertos del país, incluido el aeropuerto internacional de Quito? ¿Solo por una desavenencia salarial van los policías a disparar contra el pueblo, secuestrar al presidente, y agredirlo y lesionarlo físicamente? ¿Solo por manifestar su desacuerdo van a acumular sobre sí el centenar de heridos que ya se cuentan, y la primera persona que ya resultó asesinada en la intentona?
A otro perro con ese cuento, que de eso ya sabemos demasiado.
También el alzamiento de los sargentos y soldados que en 1933 terminó con la dictadura de Gerardo Machado en Cuba, tenía una excusa estúpida: se quejaba la soldadesca de que la camisa de su uniforme llevaba tres botones, mientras la de la oficialidad tenia cuatro botones dorados… así, con esa pueril demanda, se sublevaron los sargentos, pero la intención última era abortar la revolución que se olfateaba, e impedir a toda coste la llegada de los comunistas al poder.
Y como entonces, también hoy el gobierno norteamericano, cuando se le ha preguntado al respecto, se ha hecho el chivo con tontera, y ha declarado que “sigue con interés los acontecimientos”. ¡¡¡Y claro que los sigue con interés, si es precisamente el gobierno norteamericano el principal interesado, como padre de la criatura que sin dudas es!!!
El pueblo ecuatoriano ha dado amplias muestras de valentía y fuerza, al sacar del poder, muchas y varias veces, a los gobiernos corruptos que se le han impuesto. Ahora ese pueblo ha ido al rescate de su presidente, que equivale al rescate de la democracia, que equivale a asentar firmemente el socialismo del siglo XXI en el Ecuador.
Pase lo que pase, los fascistas no pasaran.
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