Por M. H. Lagarde
En el foro "Europeos en solidaridad con Cuba", que tuvo lugar recientemente en Madrid, el ex presidente de Polonia y Premio Nobel de la Paz, Lech Walesa, repitió el sonsonete, aprendido en sus comelatas en los restaurantes de Miami, de que un cambio en Cuba “es "inevitable", porque el régimen de Castro es contrario a la lógica del desarrollo de la civilización, que implica la libertad de viajar y el libre mercado”.
Walesa, como era de esperarse, dijo además que ya “ha mostrado su apoyo a la disidencia cubana y ha subrayado que seguirá respaldándola hasta conseguir que Cuba sea un país libre” y “ha asegurado que tiene listo su equipaje para poder acudir a la isla caribeña cuando esto ocurra”, y otras necedades, que no repito aquí, porque ya aburren a fuerza de tanta demagógica repetición.
Pero sin dudas lo más novedoso que Walesa hizo en ese foro madrileño, auspiciado por su propia fundación, fue hacer pública su impresión de que "los americanos quieren mantener a Cuba como un museo al aire libre del marxismo y el comunismo", con Fidel Castro como máximo exponente".
Nadie discute que el expresidente polaco es una autoridad sobre el tema, una fuente de primera mano, en cuanto al papel que suelen jugar los “americanos” en la subversión de aquellos países que desencajan dentro de la lógica hegemónica de Washington. Sobre ese tema, si alguien sabe de lo que habla, es él.
La NED, una agencia tapadera de la CIA, soltó cuanto billete pudo para apoyar el movimiento Solidaridad que Walesa encabezó en su país hasta acabar, de una vez por todas, con el comunismo. Por tanto no es de extrañar que para Walesa, resulte "increíble" que el régimen de Castro no fuera derrocado cuando se produjo la transición de los países de la antigua Unión Soviética tras la caída del Muro de Berlín". Esto último, acorde a la experiencia de Walesa, en el mejor de los casos, quiere decir que los "americanos" no han abierto lo suficiente la tubería de dólares para acabar con Cuba.
En el foro "Europeos en solidaridad con Cuba", que tuvo lugar recientemente en Madrid, el ex presidente de Polonia y Premio Nobel de la Paz, Lech Walesa, repitió el sonsonete, aprendido en sus comelatas en los restaurantes de Miami, de que un cambio en Cuba “es "inevitable", porque el régimen de Castro es contrario a la lógica del desarrollo de la civilización, que implica la libertad de viajar y el libre mercado”.
Walesa, como era de esperarse, dijo además que ya “ha mostrado su apoyo a la disidencia cubana y ha subrayado que seguirá respaldándola hasta conseguir que Cuba sea un país libre” y “ha asegurado que tiene listo su equipaje para poder acudir a la isla caribeña cuando esto ocurra”, y otras necedades, que no repito aquí, porque ya aburren a fuerza de tanta demagógica repetición.
Pero sin dudas lo más novedoso que Walesa hizo en ese foro madrileño, auspiciado por su propia fundación, fue hacer pública su impresión de que "los americanos quieren mantener a Cuba como un museo al aire libre del marxismo y el comunismo", con Fidel Castro como máximo exponente".
Nadie discute que el expresidente polaco es una autoridad sobre el tema, una fuente de primera mano, en cuanto al papel que suelen jugar los “americanos” en la subversión de aquellos países que desencajan dentro de la lógica hegemónica de Washington. Sobre ese tema, si alguien sabe de lo que habla, es él.
La NED, una agencia tapadera de la CIA, soltó cuanto billete pudo para apoyar el movimiento Solidaridad que Walesa encabezó en su país hasta acabar, de una vez por todas, con el comunismo. Por tanto no es de extrañar que para Walesa, resulte "increíble" que el régimen de Castro no fuera derrocado cuando se produjo la transición de los países de la antigua Unión Soviética tras la caída del Muro de Berlín". Esto último, acorde a la experiencia de Walesa, en el mejor de los casos, quiere decir que los "americanos" no han abierto lo suficiente la tubería de dólares para acabar con Cuba.
En cuanto al pregonado “cambio y la Cuba libre”, que nunca llega, lo más probable es que a Lech Walesa, al igual que a sus anfitriones en los restaurantes de Miami, les importe bien poco mantener su maleta escondidas bajo la cama durante 20 años más -los políticos siempre se ponen el mismo traje-, siempre y cuando, durante ese tiempo, sus cuentas en el banco no se mantengan tan inmóviles.
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