Por M. H. Lagarde
Como era presumible la muerte en una huelga de hambre del prisionero Orlando Zapata Tamayo ha devenido bandera de la única causa real de la contrarrevolución cubana: la búsqueda del billete.
Según un artículo publicado por El Nuevo Herald bajo la firma del directivo de la organización terrorista Fundación Cubano Americana (FNCA) José Pepe Hernández,"hoy muchos hemos llegado a la conclusión de que el cambio en Cuba vendrá solamente como resultado de las acciones directas y firmes, aunque no violentas, del pueblo cubano en demanda de sus derechos. Hoy en día, darle poder al pueblo cubano y ayudarlo a adquirir confianza en sí mismo es la misión fundamental del exilio".
Para conseguir tales “pacíficos” fines, el directivo de la Fundación no apela a los emigrados a quienes, con el sonsonete de la “lucha por libertad de Cuba”, más de una vez le han saquedo los bolsillos, sino al gobierno norteamericano. "Tenemos que exigir del gobierno de Estados Unidos una reestructuración inmediata y efectiva de dos de nuestros más poderosos vehículos para promover el cambio en Cuba: Radio y Televisión Martí, administrados por la Oficina de Trasmisiones a Cuba (OCB); y el Programa para la Democracia en Cuba de la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID)".
De acuerdo con el capo mafioso Radio y TV Martí no están a la altura de su misión original de difundir noticias e información objetivas al pueblo cubano”. Esto último, dicho en buen cubano, significa alentar a la subversión interna en la Isla.
"En cuanto al programa de ayuda a la transición en Cuba de USAID -sigue diciendo Hernández-, aunque se ha escrito mucho recientemente sobre la demora en la distribución de los fondos de dicho programa, poco se dice sobre la razón fundamental de esta demora, basada en la necesidad de encontrar la forma adecuada de corregir los defectos en la utilización efectiva de los fondos asignados que ha permitido a algunas de las organizaciones que reciben fondos usar más del 95% de los millones obtenidos del gobierno federal para cubrir salarios y contratos con base en Estados Unidos, gastos de oficina y conferencias internacionales, mientras que los disidentes en Cuba reciben un apoyo escaso e intermitente".
Zapata, probablemente, era uno de esos a quienes les llegaba un apoyo “escaso e intermitente”. No obstante, como bien se ha dicho, Zapata es un muerto útil. Su muerte sirve ahora para reclamar el dinero del contribuyente norteamericano que, aunque apenas si llega a Isla, ha convertido, en cambio, en millonario a más de un supuesto luchador por la libertad.
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