Decir “contrarrevolucionario”, decir “mercenario” cuando corresponde, es dotar al discurso de un argumento imprescindible. Ocultar esos calificativos, es obstruir la comprensión de los hechos. Prescindir de sólidos argumentos, repetidos pero veraces, por el solo hecho de que han sido esgrimidos antes, es debilitar el discurso revolucionario.
Cuando un individuo se presta a espectáculos callejeros bien cotizados por los medios trasnacionales –esos medios que no quieren reportar otra cosa que aquello que pre-establece el guión de una corresponsalía para la subversión--, y se alía a los intereses que actúan abiertamente para derrocar el socialismo en Cuba, se enfrenta al pueblo.
Asume los códigos de la guerra por el poder. La Revolución tiene el derecho de defenderse. Y lo hará. Y los cientos de miles de cubanos que la defendemos estaremos allí para gritar “viva Fidel” y “viva el socialismo”. Los revolucionarios sabemos debatir, y también sabemos combatir. › Leer Más
Cuando un individuo se presta a espectáculos callejeros bien cotizados por los medios trasnacionales –esos medios que no quieren reportar otra cosa que aquello que pre-establece el guión de una corresponsalía para la subversión--, y se alía a los intereses que actúan abiertamente para derrocar el socialismo en Cuba, se enfrenta al pueblo.
Asume los códigos de la guerra por el poder. La Revolución tiene el derecho de defenderse. Y lo hará. Y los cientos de miles de cubanos que la defendemos estaremos allí para gritar “viva Fidel” y “viva el socialismo”. Los revolucionarios sabemos debatir, y también sabemos combatir. › Leer Más
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