Por Elizabeth López Corzo
Una de las deudas que tendría cualquier lector (cubano)- y me refiero a esos que aman navegar por los vericuetos de la Historia- es el libro “Batista. Últimos días en el poder”, de José Luis Padrón y Luis Adrián Betancourt, publicado por Ediciones Unión.
Combinando la investigación, el periodismo y literatura de forma espontánea, los autores lograron un libro interesante que relata los momentos finales de la dictadura batistiana en Cuba ante el avance de Ejército Rebelde, liderado por Fidel Castro. Para ello se valieron, durante más de 10 años de estudio, de una voluminosa cantidad de información de prensa, cartas, entrevistas, documentos desclasificados y otros olvidados.
Al decir del historiador cubano Oscar Zanetti, Batista “es una figura repugnante pero no desdeñable” en la investigación histórica. Basta observar su ascenso de sargento taquígrafo hasta convertirse en el Señor Presidente. Fue un hombre ambicioso, de altísimas aspiraciones, cuyo primer cargo le permitió estar presente en juicios y conocer muchas interioridades de la vida militar en Cuba. No tenía nada de tonto, supo trepar rápidamente en su época.
Padrón y Betancourt escogieron el mes de diciembre de 1958 porque fue una fecha en que se precipitaron muchos acontecimientos y eso lo hace una lectura fascinante. Lo más engorroso para ambos fue llevar día por día la sucesión de los hechos, incluso algunos hora por hora; de ahí salió el estilo del libro, construido en forma de diario.
Esta es una obra atractiva que nos suma conocimientos y se disfruta mientras se lee. No se trata de un libro cargado, a pesar de su extensión (más de 600 páginas), sino que engancha de principio a fin. Habla de la vida personal de Batista- de la que sabemos poco- aunque no es una obra de perfil biográfico; así como de sus relaciones con el alto mando político- militar de Estados Unidos.
Según muchos historiadores, Batista constituye una asignatura pendiente que debe emprenderse con un caleidoscopio. Los historiadores y politólogos cubanos saben que “Batista fue un demonio”, y ese es uno de los mitos a su alrededor, por eso un acercamiento hacia él carece de sentido si no se entiende desde la ética de la historia.
A los cubanos nos ha faltado una biografía crítica de Batista, quien fue una personalidad central de la primera mitad del siglo XX. Esos antecedentes aumentan la validez de este libro porque constituye un antídoto frente a la manipulación de las no pocas versiones literarias que han circulado en Estados Unidos, donde se habla de su personalidad como “el buen dictador”.
“Últimos días en el poder” refleja también- sin llegar al panfleto pero sí como una verdad política- evidencias del carácter ultra dependiente de los gobiernos de América Latina hacia Estados Unidos y el papel mediador de los embajadores norteamericanos en nuestro continente. Además reafirma la importancia de la Revolución Cubana en el contexto histórico- político- militar, la cual constituyó la primera gran derrota del imperialismo en América, antes que Girón, aseguran los autores.
Con la lectura de “Últimos días” se rompen algunos mitos; por ejemplo que el gobierno norteamericano había tomado cierta distancia de Batista a raíz de la huelga de abril de 1958 y hasta le implantó un embargo de armas. Aunque al final el señor presidente se las arregló para conseguirlas con otros de sus compinches dictadores Trujillo y Somoza.
También se habla de cómo los americanos hicieron hasta lo imposible para impedir y luego escamotear el triunfo, ya no tanto de la insurrección cubana, sino de Fidel. “Ni Fidel ni Batista”, decían, porque estaban convencidos de que el líder cubano iniciaría un proceso que entraría en contradicción con sus intereses.
“Batista. Últimos días…” es un libro sin concesiones, se dice la verdad como se ve, con pasión y deja abiertas líneas de investigación; invita a revisar y a discrepar. Esta es la mejor forma de ser fiel a la Historia.
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