Por M. H. Lagarde
En uno de sus trabamentes habituales, El Nuevo Herald asegura que"el gobierno estadounidense podrá impedir el acceso público a un limitado número de documentos sensibles”
"el gobierno estadounidense podrá impedir el acceso público a un limitado número de documentos sensibles” en el caso del terrorista Luis Posada Carriles, pero tendrá que argumentar la necesidad de mantener protegidas otras posibles pruebas acusatorias, ordenó un tribunal federal en El Paso, Texas".
O sea que, según entiendo, si el gobierno es lo suficientemente elocuente en argumentar la necesidad de mantener protegidas determinadas pruebas muy poco saldrá a la luz en un caso que la justicia norteamericana ha prolongando hasta la saciedad.
El problema, a diferencia de como lo enfoca el Herald, no es si la prensa -la compañía Miami Herald Media y la agencia Associated Press (AP)- tendrán acceso a migajas de información sobre el caso Posada, sino qué es lo que el gobierno de Estados Unidos no quiere que se sepa.
Que Posada Carriles, "estudió" en la Escuela de las Américas, torturó en Venezuela, participó el Plan Cóndor, voló un avión civil en pleno vuelo en Barbados y mandó a colocar bombas en los hoteles de La Habana en 1997, está más que probado y confirmado. Es información del dominio público y si no se le ha procesado a es precisamente por esos "secretos" que el gobierno pretende mantener ocultos.
¿Cuáles son esos documentos que según el gobierno de Estados Unidos no deben salir a la luz?
Serán acaso los que prueban que el tal Posada no fue más que el instrumento letal de la guerra terrorista que, durante 50 años, sucesivos gobiernos de Estados Unidos han desencadenado contra Cuba.
Un proceso judicial que realmente se respete determinaría que el carnicero de Barbados no era una suerte de vengador particular, de “militante anticastrista”, como lo llama El Nuevo Herald, que por lo visto todavía no se ha enterado de nada, y sí, en cambio, el fiel mercenario de una política, un asesino que cumplía órdenes. A quienes daban esas órdenes es a quien realmente se desea mantener en la sombra.
En uno de sus trabamentes habituales, El Nuevo Herald asegura que"el gobierno estadounidense podrá impedir el acceso público a un limitado número de documentos sensibles”
"el gobierno estadounidense podrá impedir el acceso público a un limitado número de documentos sensibles” en el caso del terrorista Luis Posada Carriles, pero tendrá que argumentar la necesidad de mantener protegidas otras posibles pruebas acusatorias, ordenó un tribunal federal en El Paso, Texas".
O sea que, según entiendo, si el gobierno es lo suficientemente elocuente en argumentar la necesidad de mantener protegidas determinadas pruebas muy poco saldrá a la luz en un caso que la justicia norteamericana ha prolongando hasta la saciedad.
El problema, a diferencia de como lo enfoca el Herald, no es si la prensa -la compañía Miami Herald Media y la agencia Associated Press (AP)- tendrán acceso a migajas de información sobre el caso Posada, sino qué es lo que el gobierno de Estados Unidos no quiere que se sepa.
Que Posada Carriles, "estudió" en la Escuela de las Américas, torturó en Venezuela, participó el Plan Cóndor, voló un avión civil en pleno vuelo en Barbados y mandó a colocar bombas en los hoteles de La Habana en 1997, está más que probado y confirmado. Es información del dominio público y si no se le ha procesado a es precisamente por esos "secretos" que el gobierno pretende mantener ocultos.
¿Cuáles son esos documentos que según el gobierno de Estados Unidos no deben salir a la luz?
Serán acaso los que prueban que el tal Posada no fue más que el instrumento letal de la guerra terrorista que, durante 50 años, sucesivos gobiernos de Estados Unidos han desencadenado contra Cuba.
Un proceso judicial que realmente se respete determinaría que el carnicero de Barbados no era una suerte de vengador particular, de “militante anticastrista”, como lo llama El Nuevo Herald, que por lo visto todavía no se ha enterado de nada, y sí, en cambio, el fiel mercenario de una política, un asesino que cumplía órdenes. A quienes daban esas órdenes es a quien realmente se desea mantener en la sombra.
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