Por Sheyla Valladares Quevedo
Micheletti renuncia. Es el principal titular de las agencias de prensa del mundo. Pudiera parecer una excelente noticia para todos los que deseamos la pronta restitución de la constitucionalidad en Honduras si no estuviera preñada de contrasentido y oportunismo.
El gobernante de facto dejaría el poder a cambio del no retorno de Zelaya a la presidencia del país. Falta saber sobre qué fundamentos morales, y constitucionales puede el “neogorila” condicionar su salida al no regreso del presidente legítimo. Un usurpador que ha puesto en crisis la democracia hondureña al asumir una presidencia para la que no fue electo por el pueblo, y que no es reconocido como tal por ningún Estado del planeta.
Cabe preguntarse entonces ¿Qué le hace pensar a Micheletti, después de todas las violaciones que ha cometido, que le asiste el derecho de hacer exigencias?
El pueblo hondureño está protagonizando el décimo noveno día de protestas pacíficas contra el régimen golpista y no le sirve para detenerlas la renuncia condicionada de un dictador que ha usurpado el poder por las fuerzas de las armas; y que solo se sostiene por la evidente complicidad de la administración Obama, sin la que los golpistas no pueden siquiera pensar en respirar, como bien ha señalado el compañero Fidel.
Después de lo sucedido en Honduras Estados Unidos se mantiene sospechosamente neutral e inactivo cuando todas las organizaciones mundiales han asumido posiciones de amplio repudio al régimen de facto, no logran pasar de las palabras a los hechos como ampliamente se le ha pedido. Dicha actitud nos lleva a pensar que la administración norteamericana responde a una estrategia dilatoria que busca desgastar la resistencia popular y perpetuar un gobierno ilegítimo en el país centroamericano.
Pero las fuerzas populares no piensan rendirse aunque hayan nuevamente reactivado el toque de queda y saquen del aire los canales locales que intentan mantener informada a la población sobre lo que está sucediendo en las calles. Siguen resistiendo, presionando a los golpistas, dejándolos sin argumentos, exigiendo el regreso del presidente constitucional Manuel Zelaya.
No pensemos que el mandatario de facto ha recapacitado e intenta componer lo mal hecho. Su hipotética renuncia no responde a otra cosa sino a una maniobra desesperada ante el empuje de los movimientos sociales hondureños y de la comunidad internacional. Micheletti pretende devolver lo que nunca le ha pertenecido, ante la posibilidad real de una revolución ciudadana.
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