sábado, 4 de julio de 2009

Iglesia Católica bendice golpe militar en Honduras

Por M. H. Lagarde

La iglesia católica hondureña ha devenido cómplice del golpe de estado perpetrado en esa nación centroamericana. En una declaración, televisada por medios locales, el cardenal de Honduras Carlos Andrés Rodríguez, pretende echar sobre los hombros del presidente Manuel Zelaya la responsabilidad de un presunto baño de sangre que tendría lugar en esa nación en caso de que el presidente regresara a su país.




Curiosamente, la iglesia no ha dicho nada aún de la forma violenta en que fue secuestrado el presidente Zelaya, cuando el pasado domingo, una tropa fuertemente armada del ejercito hondureño irrumpió, disparos mediante, en su residencia de Tegucigalpa.
Nada ha dicho la iglesia tampoco de la represión que, durante una semana, ha sido víctima el pueblo de esa nación a manos de la policia y el ejército. Ni una palabra ha dicho la institución religiosa de los muertos, heridos, ni detenidos.
Tampoco parece haberse enterado de los francotiradores que, desde la azotea del aeropuesrto internacional de Tegucigalpa, apuntan con sus rifles a los miles de manifestantes quienes, armados solamente con sus puños y gargantas, aguardan por el regreso del presidente constitucional, Manuel Zelaya, a Honduras.



En su proclama a la nación el presidente Zelaya dijo: ¡No lleven armas, ninguna arma! Practiquen lo que yo siempre he predicado : la no violencia. Que ellos sean los que lleven la violencia, las armas y la represión, y los hago responsables a los golpistas de cada vida, de cada persona, de cada integridad física y de la dignidad del pueblo hondureño.
Sobre las palabras del religioso el embajador hondureño en la ONU, Oscar Sosa, se ha preguntado: “¿Qué es lo que sabe su eminencia? ¿Por qué nos amenaza con un baño de sangre? Esas son las palabras de un pastor de almas o las de un general golpista?”
Todavía la iglesia, acorde con la doctrina pacifista que predica, está a tiempo de impedir que mañana, a la llegada de Zelaya, los francotiradores se abstengan se tirar del gatillo e impedir así una masacre.
¿Hará algo el cardenal al respecto?

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