Por M. H. Lagarde
-Volviendo a los Fantasmas del día del león… ,cuento que da título al libro, ¿es ahí donde empiezas a relacionar el periodismo con la literatura?
-Sí, ese cuento es donde se empieza a juntar lo que era el periodismo y lo que era la literatura para mí. Es una suerte de crónica o de collage que yo hago montando materiales de los diarios justo con alguna ficción desarrollada en torno a un hecho real que había ocurrido y conmovido a la población uruguaya. A mí me parecía muy revelador de toda manipulación miserable que la prensa había hecho. Sí, es verdad, que ese cuento tiene esa importancia. No creo que tenga una importancia literaria para nadie más que para mí. Pero, digamos, en lo que tiene que ver con mi propio desarrollo como escritor.
-A mí me parece un excelente reportaje.
-Sí, es una especie de reportaje y cuento. Parecería que tiene ese valor, por lo menos. Es el cuento donde yo más me salgo de mi propia intimidad, sin traicionarla, porque en el fondo, es quizás a partir de ahí que yo empiezo a tener conciencia de la necesidad de ir uniendo o identificando las guerras de adentro con las de afuera. Lo que ocurría dentro de mí, con lo que ocurría fuera de mí. Quizás la primera vez que yo consigo realizarlo en algunos años más tarde, como diez años más tarde o más de diez. ¿Ese libro de año es?. Ese libro es del sesenta y siete, por ahí.
-Sí, salió casi a la par de un libro de reportajes y Guatemala…
Diez años después, en Días y Noches… es donde lo consigo juntar. Yo encuentro el lenguaje capaz de expresar esta multiplicidad de conflictos. Un lenguaje de textos breves que se entrecruzan, y se abrazan y se rechazan, se juntan y se separan. En Los Fantasmas… hay esa técnica de montaje también.
-Después vienen Las venas…
-Ya cuando escribí los fantasmas tenía la idea de hacer un libro sobre América Latina en su conjunto. Yo siempre fui muy patialegre, muy caminador. Ya había andado bastante por distintos lugares de América y me entró la tentación de también ahí unir los pedazos porque la historia de América está contada como una cantidad de historias desvinculadas entre sí. En todo caso, varillas de abanico cuyo vértice está fuera de nosotros, en Estados Unidos, o en Europa, o en algún lugar que no es aquí. Entonces yo digo, bueno que tal si hacemos esto pero que las varillas se junten en un vértice propio, que salga de nuestras manos, para poder darnos aire a nosotros, que tanto lo necesitamos y de esa forma hallar el vínculo.
Las venas…fue una tentativa de unificar las cosas que estaban sueltas, desde una óptica propia, desde una óptica latinoamericana. Intentamos mostrar que, en el fondo, éramos protagonistas de una misma historia. Esa historia venía de lejos y lo que nos pasaba se explicaba por lo que nos había ocurrido, era el resultado de un veredicto de los dioses, ni de los diablos, sino obra humana y, por lo tanto, era cambiable. No creo que haya un proyecto cultural que valga la pena si no implica una intención de cambio, si no abre caminos para el cambio.
-¿Cuanto tiempo demoró para hacer Las venas…?
-En escribirlo tres meses. Noventa noches, pero estuve como cuatro años buscando los materiales.
-O sea, a partir de los viajes de Marcha.
-Claro, yo iba apuntando cosas que sentía que podían servirme para esta especie de manual. Fue un libro escrito sin pretensiones. Todavía yo no había terminado de entender que ese tipo de periodismo político podía ser realizado con las mismas exigencias que yo me formulaba a mí mismo a la hora de hacer literatura. Todavía yo tenía esa fractura entre literatura y periodismo, como te diría, cuentos, novelas y el ensayo que tenía otras leyes. Yo creo que esto ha hecho mucho daño, tanto a mí como a los demás. Don Carlos Quijano me ayudó mucho a ir entendiendo esto porque él hizo una literatura de alto nivel escribiendo artículos de economía. Y buena parte de la mejor literatura latinoamericana anda dispersa en los artículos. Desde Martí para acá. Martí fue el primero que le dio al periodismo un nivel muy alto y con plena conciencia de que lo estaba haciendo. Ese es uno de sus méritos, no el único. Bueno, pero a partir de ahí, muchos. Carlos Quijano fue uno de los hombres que demostró que esto era posible y necesario pero yo no lo tenía claro a pesar de que él me lo había enseñado tanto. En los trabajos míos siempre había una preocupación literaria pero yo seguía creyendo que la literatura de verdad eran los cuentos y las novelas, cosa que todavía veo en las mesas redondas, en los encuentros con intelectuales que escriben ensayos de ciencias sociales o de temas políticos o de economía. Dicen: Bueno, ustedes los escritores. No, no, un momentito. También en ese campo hay una necesidad literaria en la medida en que esas son palabras que intentan llegar a los demás y actuar sobre la conciencia de los demás que es la manera que la palabra tiene de ayudar a que el mundo cambie. Actúa sobre la conciencia de los demás. Uno tiene la responsabilidad de las palabras porque son palabras dirigidas a otros y no hay tal frontera. Yo lo fui descubriendo con los años. Me costó un proceso complicado. Ahora tengo conciencia clarísima de que no hay fronteras y de que las fronteras entre los géneros son un invento maligno que lo mejor que uno puede hacer es violarlas. Me he convertido en un violador de fronteras, casi profesional, porque Memorias… es en el fondo un libro inclasificable y tiene la alegría de serlo. O sea que no es inclasificable a pesar del autor, sino porque el autor quiere que sea. Siempre es un lío en las bibliotecas a la hora de clasificarlo. Si es un ensayo, si es historia, si es poesía, si es novela, ¿qué es eso? No tiene género. Quizás testimonio es lo más parecido, pero bueno tampoco. Es todo eso, porque es eso pero otras cosas más. Y bueno, en todo caso Las venas… es un ensayo atípico porque está escrito como una novela aunque yo no tenía la intención de hacerlo así.
› Una vieja entrevista con Eduardo Galeano (I)
› Una vieja entrevista con Eduardo Galeano (II)
› Una vieja entrevista con Eduardo Galeano (III)
http://enrisco.blogspot.com/2009/04/lagarde.html
ResponderEliminarAcaso no es el mismo Eduardo Galeano que ha criticado ultimamente junto con otros intelectuales como el peruano Mario Vargas Llosa los encarcelamientos de la "Primavera Negra"? Acaso no es el mismo Eduardo Galeano que es persona non grata en Cuba? Cuanto cinismo!
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