martes, 17 de marzo de 2009

Crónica de un concierto bien “matizado”

Por Elizabeth López Corzo

En los conciertos de Robertico Carcasses siempre hay de todo. Para los que conocemos bastante su obra y asistimos con frecuencia a esas funciones, cada encuentro es siempre una sorpresa, un gran espectáculo.
El público que lo sigue lo reconoce como un notable- aún joven- pianista y compositor y sobre todo como director y principal líder del proyecto Interactivo, donde confluye gran parte de la vanguardia musical cubana.
Después de la experiencia de su primer disco Invitation- piezas instrumentales de latin jazz- y de los lauros de la crítica y la audiencia por Goza Pepillo, Carcasses se lanza con Matizar, esta vez con un tono diferente, podríamos decir, pues de los doce números, una decena es compuesta e interpretada exclusivamente por él.
En este sentido la nueva producción es una revelación, un experimento diría el propio autor, quien explora con estas- casi todas canciones de amor- las posibilidades de su voz sin prejuicios ni intenciones de ser encasillado por el público que está habituado a su estilo junto al grupo.
La emblemática sala Che Guevara de la Casa de las Américas, donde presentó el CD, vio cómo “Adicto a ti”; “Dónde estas, amor”; “Tu mirada” y “Niña” fueron temas que lo hicieron desdoblarse y cantarle a su hija bebita, a la mujer cubana, a los amores perdidos…
Robertico nos sorprendió con un tono que por momentos nos acaricia, con algunos temas suaves, preferibles para ser escuchados y compartidos tranquilamente. Pero también dejó claro que su placer emerge de la diversión de las personas, del baile, elementos que siempre lo comprometen con Interactivo.
Matizar al igual que el concierto que presentó sus credenciales, es una invitación todo el tiempo a querer escuchar más, cantar y bailar más. Como rezan los temas “Déjate llevar” y “Ven” (este último compartido con Yusa, después de haber permanecido guardado por varios años), el principio de Robertico Carcasses es hacer música para disfrutarla y compartirla. He ahí su mayor vicio.
Como siempre mezcló todos los ritmos que pudo. Después de varios temas de amor, terminó rumbeando entre la salsa, la timba, el rock… Fue una despedida donde todos se lucieron, principalmente Yusa, Decemer Bueno y Francis del Río, cada uno con su timbre e histrionismo inconfundible. Esa energía que los caracteriza y los hace infalibles estuvo matizada por la percusión provocadora y una trompeta y saxo prodigiosos.
… Y cuando ya todos pensábamos que era el final empezaron otra vez con largas improvisaciones de los artistas. Mucha diversión, no podía ser de otra manera, para eso es la música.
Con Robertico queda claro que la música y el arte van en el corazón y a quienes las poseen les brota a flor de piel, las regalan incondicionalmente a los demás.
Para los que dejamos el cuerpo, de tanto movimiento, en la sala Che Guevara, esa noche de marzo fue una revelación. Un concierto para recordar; la gente invadió cada espacio, todo el mundo abandonó sus puestos y hasta Robertico dejó su piano para bailar con quienes lo aplaudían y le agradecían ese momento. Unos minutos antes de la función, cuando el pianista aún se preparaba para lo que sería una hora y media de sonrisas, aplausos y sudor, conversó con Cubasí:

¿Qué te propusiste con Matizar?

Esas eran canciones que tenía acumuladas hacía algún tiempo. En principio no pensé cantarlas yo pero después decidí que sí y así hacer un primer intento de un disco de canciones y de producción independiente. Es totalmente grabado en mi casa, todo lo hice yo, lo mandé a fabricar. Es un poco experimental pues exploro con mi voz.

¿Y cómo te va con esa incursión, piensas seguir con ella?

Sí, eso será parte de mi trabajo ahora, junto con todo lo que hago. La voz es un instrumento que lleva tiempo educarlo, cultivarlo y estoy en eso

¿Cómo te fue con los músicos?

Muy bien. Ahí están todos los hermanos míos, todos los de Interactivo; está Descemer también. Es un disco de compañeros, de amigos.

¿Cuán difícil es hacer música de forma independiente en Cuba?

No es tan difícil como antes porque con una computadora, un programa de música y un buen micrófono puedes hacer la mayor parte de las cosas. Le puse el nombre Producciones Interactivo Records al sello para probar.

Se habla mucho de tu forma peculiar de hacer la música. ¿Hasta dónde te consideras un revolucionario?

Eso no lo puedo decir yo, tienen que responderlo los demás. Yo trato que la música no sea aburrida y que sea evolutiva.

Ahora que terminaste, ¿en qué estás trabajando?

He hecho unas grabaciones de piano solo pues me gustaría sacar otro CD independiente al igual que este.

¿Cómo se llamaría?

Se llamará Caminos colores.

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