viernes, 6 de febrero de 2009

Obama ante la Televisión… Martí

Por Jorge Gómez Barata
Cincuenta años después, cuando Estados Unidos ha empleado todas las modalidades de agresión contra Cuba, ninguna alcanza la perversidad y la desmesura de Radio y Televisión Martí, proyectos concebidos para utilizar la superioridad tecnológica como herramienta destinada a modificar el modo de pensar de los cubanos.
Al usar la radiodifusión y la televisión, tecnologías asociadas al progreso y la cultura con fines de agresión y subversión política, Estados Unidos no sólo viola más de 100 instrumentos jurídicos internacionales, incluso sus propias leyes, sino que persiste en un funesto precedente. La historia comenzó cuando en 1844, Samuel Morse comunicó a Washington con Baltimore por telégrafo. Veinte años después un grupo de países europeos firmaron el primer convenio internacional de comunicaciones y crearon la primera organización internacional del sector. En 1920, en Inglaterra, Guillermo Marconi realizó una transmisión radial y un año después, Estados Unidos disponía de ocho estaciones.
La aparición de la radio con capacidad para emitir señales a grandes distancias, requirió el perfeccionamiento de las regulaciones internacionales, apoyadas en la concepción de la colaboración, las obligaciones compartidas y la moderación. Cada paso en los avances de las telecomunicaciones internacionales ha requerido un amparo legal.
Mientras de la mano del progreso tecnológico la radiodifusión y la televisión y las comunicaciones en general se expandían y se ponían al servicio del progreso y la paz, en Estados Unidos se fraguaban planes para utilizarlas con fines de agresión y subversión política. En la década de los ochenta, con la llegada al poder de la administración Reagan y el auge de la contrarrevolución en Miami se desarrolló la idea de, con todos los recursos tecnológicos y financieros necesarios y el amparo oficial del gobierno de los Estados Unidos, emitir transmisiones radiales hacia la Isla con el fin de realizar la guerra sicológica, organizar la subversión interna y estimular la emigración ilegal.
El 20 de mayo de 1985 la señal de Radio Martí irrumpió en el espacio radioeléctrico cubano y cinco años después, con idénticos fines lo hizo la televisión.En la historia de las telecomunicaciones norteamericanas, ni siquiera en relación con el viaje a la luna, se registra un esfuerzo científico tan intenso, tecnológicamente tan complicado y financieramente tan costoso como el realizado para vencer las dificultades que comporta la tarea de tratar de hacer llegar a los receptores domésticos de los ciudadanos cubanos una señal de televisión desde Estados Unidos.
Descartado el uso de satélites que entonces requerían de estaciones terrenas, el modo de propagación y la baja potencia de las señales de televisión, así como la distancia entre la Florida y Cuba, era preciso colocar los transmisores a enormes alturas. Ante la inviabilidad de edificar una torre como la de Eiffel, se optó por colocar los transmisores a bordo de un exótico aerostato a 14,000 pies de altura.
De haber tenido un fin noble, el proyecto en su conjunto pudiera figurar entre las maravillas tecnológicas del siglo XX.Empeñada en evitar la escalada, Cuba trató de disuadir a Estados Unidos y con anticipación realizó una enorme movilización política y un profundo trabajo diplomático que incluyó la ONU, el Consejo de Seguridad, la Unión Internacional Telecomunicaciones y la opinión pública, incluso por canales apropiados se propuso a Estados Unidos estudiar la posibilidad de intercambiar programas y transmisiones de televisión.
Todos los esfuerzos, advertencias y las evidencias de la ilegalidad de las agresiones por radio y televisión han sido vanos. 24 años después del inicio de la agresión radial y con 19 años de emisiones de televisión ambas con idéntico contenido subversivo, continúa las transmisiones, ineficaces porque nadie las ve ni las escucha, ilegales porque violan las regulaciones internacionales e inmorales porque usan el dinero y la tecnología para abusar.
Tal vez sea el momento en que alguien explique a Barack Obama que en 24 años de Radio Martí y 19 de la televisión del mismo nombre, Estados Unidos ha malgastado alrededor de mil millones de dólares y que no menos la mitad de ellos han caído por el agujero negro de la corrupción galopante en tales agencias.


1 comentario:

  1. No veo diferencia entre estos tipos dela Tv Marti y Quisling.

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