miércoles, 22 de mayo de 2019

Trump y la Doctrina del Disparate contra Cuba


Por M. H. Lagarde

Como ya se ha hecho habitual todos los 20 de mayo, el presidente de Estados Unidos le envió este lunes un "saludo a los cubanos en el día de la independencia de la República".


“Hoy es un motivo de celebración y un momento para recordar y honrar a los valientes hombres y mujeres que lucharon en nombre de la libertad cubana. Rendimos homenaje a los muchos sacrificios de los luchadores por la libertad de Cuba”, dijo el mandatario en un comunicado enviado por la Casa Blanca.


Resulta que los valientes hombres que lucharon por la libertad de Cuba, recordados por Trump en su mensaje, son nada menos que Maceo y Martí.


"Héroes como José Martí y Antonio Maceo dieron sus vidas para asegurar un gobierno digno del pueblo cubano, uno que proteja los derechos y la dignidad de sus ciudadanos”.


Está claro que ni Trump, ni quienes le escriben sus comunicados, tienen la menor idea de quiénes fueron Martí y Maceo, ni han leído jamás sus célebres frases: "ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber-puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo-de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América" o "quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha".


Podría pensarse que esta vez, Trump, mejor gánster de los negocios que político, se ha dejado embaucar por la minoría, de origen batistiano, que domina Miami y que no acaba de comprender que es imposible ganarse la simpatía de un pueblo mientras se trata de asfixiarlo.


Pero en realidad, ni a los anexionistas de Miami, ni a Trump, le importan un rábano la suerte de los cubanos de la Isla ni de ninguna parte. Los primeros solo buscan mantener su cuota de poder en el gobierno de Estados Unidos. Y al segundo, solo le interesa asegurar el voto de la Florida, un estado clave, en las venideras elecciones de 2020.


La historia enseña que al imperio y sus lacayos solo les importan sus propios intereses. El 20 de mayo, la historia que Trump celebra con su saludo a los cubanos, es buena prueba de ello. Marcó el fin de la intervención imperialista en la Isla iniciada con la entrada de Estados Unidos en la guerra hispano-cubana en 1898, supuestamente, para "salvar" al "querido" pueblo de Cuba de la dominación colonial española.


El desenfrenado "amor" de Estados Unidos por los cubanos quedó más que demostrado cuando, luego de vencida España, Estados Unidos le prohibió la entrada, a los seguidores de Maceo y Martí, en Santiago de Cuba. Y como para que no quedara dudas de tan irresistible pasión, "en el día de la independencia de la República", dejó supeditada a la Isla por las cadenas neocoloniales de la Enmienda Platt, la mejor prueba, según Trump, de "un gobierno que defienda los valores democráticos y promueva las libertades económicas y religiosas".


¿A quién trata de embaucar el presidente de EEUU con tal burda manipulación de la historia? Su comunicado por el 20 de mayo es una ofensa a la inteligencia de todos los cubanos, vivan en La Habana o en Miami; exceptuando, por supuesto, a aquellos para quienes el genocidio del pueblo, al que dicen defender, no significa nada si se antepone a su beneficio personal.

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