viernes, 18 de abril de 2014

La UNEAC de Ernesto Pérez Chang




Tocayo Pérez Chang:

Nuestro encuentro fortuito en facebook hace unas semanas me permitió, además de saludarte, leer los textos que estás publicando en Havana Times.org.
Desconocía esa faceta tuya como articulista y me pareció muy bueno que un narrador de tu reconocida calidad decidiera sumar su voz al coro de los que participan de una manera más activa en la construcción y mejoramiento de nuestra sociedad. Te confieso que el entusiasmo me duró poco cuando percibí  la “yohanización” de tu estreno como cronista social.
El abanico temático que has elegido es variado, por eso me detendré solo en comentar algunos de tus criterios expresados en los artículos que tocan temáticas afines a nuestro común oficio de escritores: “Iniciativas individuales en la cultura cubana, un tema escabroso y urgente”,  “Jóvenes escritores cubanos y la Feria del Libro” y “Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, reunión o acto de circo”.
Es evidente que para ti, nada anda bien en el sistema institucional de la cultura y en la cultura cubana misma. En consecuencia declaras la inutilidad, cuando no la muerte inminente “del sector editorial cubano” (entiéndase el Instituto Cubano del Libro) y de la UNEAC, los cuales deben ser privatizados, refundados o sencillamente, disueltos:
El sector editorial cubano ya no es capaz de asegurar un flujo dinámico y actualizado de la realidad intelectual. Los menguados planes de publicación, la incapacidad de la industria, los volúmenes de impresión del sector educativo, la solvencia precaria de las empresas del libro y los juicios valorativos de diversa índole —desde los estéticos hasta los ideológicos— no respaldan la existencia de un paisaje rico y justo en nuestras letras. Tampoco lo reflejan con diafanidad, mucho menos lo proyectan al exterior. Ese otro panorama invisible para nada coincide con lo que se logra publicar bajo la égida del Instituto Cubano del Libro o por otras instituciones.

Me pregunto, tocayo, si ese “sector editorial” no es el mismo que ha publicado tus ya numerosos libros de narrativa y en cuyo sistema de premios has obtenido –por tu talento como escritor- galardones tan notables como el Premio David de Cuento 1999; el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar 2003; el Premio de Cuento La Gaceta de Cuba 2008 y el Premio Alejo Carpentier de Cuento 2011. Premios que traen consigo promoción, prestigio, remuneración, publicación de las obras premiadas. Te aseguro que has logrado confundirme pues ahora no entiendo –según tu aguda crítica- si eres una virtud o un error de ese “sector editorial” en tal estado de decadencia. No sabría ahora mismo como ubicarte entre lo que publica el país y ese “paisaje rico y justo en nuestras letras” que reclamas y consideras inexistente.

Crees que la salvación de nuestra literatura está en privatizar el sector editorial y que:

En la historia cubana las revistas y los grupos de opinión y expresión son los que han movido la cultura a planos superiores mediante el debate y la puesta en duda. A veces las iniciativas nacieron de sacrificios personales al límite de la penuria pero siempre en pos de un solo objetivo, el más loable de cuantos existen, engrandecer la nación sintiéndonos libres de hacerlo.

Con esa descripción debo imaginar que te refieras a Revista de Avance, Orígenes, quizás Ciclón, porque para ti lo institucional no cuenta. Haciendo un esfuerzo por entenderte dejo a un lado las omisiones mayúsculas que encierra tu párrafo, la simpleza de su síntesis, y donde dices “han movido la cultura” leo “han movido la literatura” pero, el concepto de literatura que nos regalas anula cualquier esfuerzo de mi parte para leerte con coherencia:
Cuando digo literatura pienso en todos pronunciándose en los términos que deseen, pugnando con el poder, cuestionándolo, poniendo en jaque cada uno de los estamentos que rigen la cultura, sin compromisos o con ellos, como se prefiera, pero desde la más genuina individualidad.
¿De verdad es tu mejor concepto de literatura? ¿No estarás queriendo hacer política sin darte cuenta? En ese caso estás perdiendo la oportunidad de expresar de verdad lo que piensas sobre los temas que enuncias pero en los cuales no profundizas ni ejemplificas.

Nuestro sistema editorial tiene deficiencias, las tienen nuestras instituciones culturales, no se trata de negar esa verdad evidente pero, no creo que privatizando esos sectores se van a solucionar los problemas que más nos afectan. Mencionas de paso el tema de los libros de texto. Asunto que merece la mayor atención ¿Cómo no estar de acuerdo contigo? Seguro recordarás aquellos libros de texto de lectura y literatura en que aprendimos a leer y escribir con Martí, Nicolás Guillén, Eliseo Diego, Onelio, Dora Alonso, Denia García Ronda, por solo mencionar algunos nombres asociados a aquella edad dorada. ¿Qué ha pasado que han bajado no solo la producción sino la concepción, la calidad de los libros con que aprenden los niños cubanos de hoy? Otro tanto pasa si te detienes a mirar el fenómeno de nuestra televisión. ¿Crees de verdad que privatizando esos sectores van a mejorar?

Yo me preguntaría en qué momento se perdió el diálogo entre el Ministerio de Educación, el Ministerio de Educación Superior, El ICRT, el Ministerio de Cultura, la UNEAC, entre las instituciones y los individuos que las integran.En qué momento los creadores, los periodistas dejamos de ejercer una de nuestras más importantes misiones: el ser críticos. El diálogo empieza a perderse precisamente cuando el egoísmo, la desidia, la defensa desproporcionada de intereses personales, la falta de crítica, se van imponiendo.

Sabes bien que tenemos un amplísimo sistema de premios literarios que abarca todos los géneros y ámbitos, desde lo nacional hasta lo local. No creo necesario enumerarlos. Otro tanto sucede con las editoriales, tenemos una estructura que asimila todos los géneros y temáticas, con alcance nacional y provincial sin exclusiones. La experiencia de las llamadas “Riso” permitió, a partir de la segunda mitad de los noventa, no solo salir en auxilio de los escritores inéditos en el devastador panorama del llamado “período especial”, sino que permitió, además, acabar con los “colchones editoriales”.

Esa iniciativa, tan necesaria en su momento, hace rato que pide ser repensada y redimensionada. Una vez aliviadas las necesidades de publicación más ingentes acumuladas en los noventa, vemos –y en eso concuerdo contigo- la proliferación de biografías, historias, y libros de temáticas diversas de alcance muy local y cuya calidad o alcance cultural no justifican su publicación. ¿Puede soportar esa carga el sistema editorial cubano con las grandes dificultades económicas conocidas por todos?Por eso, a diferencia tuya, si creo que persiste la actitud paternalista de un estado que sigue asumiendo esa carga, pero unida a una grave falta de ejercicio de su profesión por los consejos editoriales, la crítica, la intelectualidad, es decir por nosotros, y el plural te incluye, tocayo en tu condición de escritor, editor y articulista. Contrario a ti, creo que en Cuba se publica mucho; tanto, que se publica de más.

Para debatir criterios y situaciones como estos, entre otras cosas, es que existe una organización como la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Pero en tu artículo dedicado al Congreso de la UNEAC, no dejas espacio al diálogo porque para ti, No puede haber en el VIII Congreso de la UNEAC otra discusión más apremiante. Incluso, no debiera ni debatirse lo que ya es sabido por todos los miembros y que tiene dos soluciones únicas y evidentes: refundar o disolver”.Tu criterio al menos es coherente con tu fobia a las instituciones y tu afán privatizador. Ya que eres tan categórico y radical en un asunto que involucra a miles de asociados y a la vida cultural del país, te invito a que argumentes sobre algo tan delicado y sobre lo cual pareces tener información que otros miembros de la UNEAC desconocemos y sería muy bueno que la compartiéramos.Te hago la  misma invitación cuando afirmas que, “más de la mitad de sus dirigentes principales, decepcionados, extenuados, han presentado sus renuncias bajo pretextos de todo tipo”.

Es necesario que argumentes. Tu texto sobre la UNEAC  me confunde. ¿Estaremos hablando de la misma institución? Otras de tus afirmaciones categóricas dice:

Para evitar los enfrentamientos encarnizados, las denuncias de arbitrariedades y despotismos, la avalancha de protestas, los planteamientos problemáticos que pudieran cuestionar las bases políticas fundacionales de la UNEAC (así como demostrar con cientos de argumentos su obsolescencia en el panorama cultural), a las asambleas previas no han asistido todos los miembros sino una porción minúscula, escogida con precisión quirúrgica.

 
Por mi parte fui invitado por la Asociación de Escritores a las reuniones de las secciones de ensayo y crítica, de narrativa y poesía. Las invitaciones me llegaron al correo electrónico en mensajes enviados de manera colectiva por el directorio de la Asociación. No me parece que esas invitaciones colectivas fueran dirigidas a “una porción minúscula, escogida con precisión quirúrgica” pues, hablando claro, nos las enviaron a todos los miembros.

Fui a la de ensayo y crítica y puedo asegurarte que el primer y dilatado asunto de la reunión fue la exigencia firme, por parte de la membresía, de que no se hicieran reuniones por secciones, si no que nos reuniéramos en plenaria para que todos expresáramos nuestros criterios y pudiéramos elegir como delegados al congreso a quienes quisiéramos, más allá del contexto de las secciones. Entiéndase: que críticos y ensayistas, poetas, narradores e historiadores participáramos de una sola y completa plenaria. En este justo reclamo fueron protagonistas la Dra. Graziella Pogolotti, Luisa Campuzano, Desiderio Navarro, Eduardo Heras León, Denia García Ronda, Cira Romero, entre otros colegas (me disculpo por cualquier omisión involuntaria). Una vez tomado el acuerdo comenzó la reunión según lo previsto. En ese encuentro se manifestaron muchos y enjundiosos criterios. No recuerdo ninguno complaciente ni cómodo. En esa reunión habló el joven ensayista Carlos Velazco para argumentar que se cambiaran las bases del Premio Nacional de Literatura pues consideraba que debían participar los escritores cubanos que residen fuera de Cuba. Nadie lo censuró. Guillermo Rodríguez Rivera argumentó por qué no estaba de acuerdo y, días después publicó dos artículos sobre ese tema en el blog de Silvio Rodríguez “Segunda cita”. Luego los replicaron otros medios digitales.

A los pocos días, la Asociación de Escritores se reunió en pleno en el teatro “Raquel Revuelta”. Puedo asegurarte que la sala estaba llena. Fueron todos los miembros que pudieron o quisieron. A ti, por cierto, no te vi. En esa plenaria Carlos Velazco volvió a proponer el cambio de las bases del Premio Nacional de Literatura; alguien propuso que cambiaran la periodicidad de la Feria del Libro de la Habana; se habló de las pifias de la Distribuidora Nacional del Libro; del mal estado del pago del derecho de autor a los escritores; se habló de la telebasura; de la subcultura que se trasmite en los medios ante nuestras narices, entre muchos otros y muy diversos criterios. A nadie se le privó de hablar; solo hubo las lógicas alertas de no pasarse de tiempo en las intervenciones. En esa reunión estaban presentes varios directivos de instituciones, entre ellos, Zuleica Romay, Presidenta del Instituto Cubano del Libro, quien hizo una intervención muy esclarecedora y sostuvo un diálogo abierto y franco con todos los que quisieron preguntarle o plantearle algo. En esa reunión se realizó libremente la votación para elegir los miembros que nos representarían en el Congreso.

Ernesto, una Asociación de Escritores invitada y reunida enpleno en un teatro no podrá ser nunca y en ningún lugar “una porción minúscula, escogida con precisión quirúrgica”. En esto sí no siento confusión alguna. Me temo que quizás seas tú el confundido. Esa afirmación tuya en un cuento puede ser considerado un recurso literario. En un artículo de opinión es una falta a la verdad, es decir, una mentira.

Entre las virtudes de publicar en medios digitales está la de recibir los comentarios de los lectores. Tú estás recibiendo numerosos de ellos. Léelos con calma y verás que te hacen un reclamo común que puede encerrarse en este que te escribió “En Jineteras y otros oficios similares” un lector que se identifica como Eduardo:
…yo no me atrevería a asegurar si lo que se dice en este artículo es cierto o falso…como desconozco del tema por lo menos le concedo el beneficio de la duda…pero lo que no me gusta de este estilo de “periodistas” o “cronistas de la realidad cubana” es que nos montan toda una historia sin nombres, sin entrevistas, sin fotos ni cualquier otra cosa que medianamente nos pruebe la credibilidad de su dicho…

Al final de tu texto sobre la UNEAC, anuncias que volverás a escribir sobre el asunto y nos invitas a reflexionar. Reflexiona también antes de volver a escribir en Havana Times.org. Te has labrado un merecido prestigio en el más solitario de los oficios; no lo dañes en malas compañías.


Saludos con afecto,

Ernesto Sierra



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