miércoles, 5 de junio de 2013

¿A la hora de los mameyes?

Por M. H. Lagarde

A pesar del corto tiempo que duró la toma de La Habana por los ingleses, allá por las medianías del siglo XVIII, el encontronazo no pasó sin penas ni glorias para nuestra cultura.

Entre el legado cultural que nos dejaron los ingleses sobresalen varias frases del hablar cubano que hasta hoy perduran.

Aseguran los conocedores que no faltó el humor isleño para burlarse  de los invasores que nunca fueron bien vistos por la mayor parte de la población, ya fueran españoles o criollos. Por ejemplo, a los militares o "casacas rojas" se les decía los mameyes, por el color rojizo de su uniforme parecido al popular fruto.

Así, agregan los historiadores, cuando se daba el toque de queda al caer la tarde, o cuando los ingleses irrumpían en cualquier lugar, se decía que "llegó la hora de los mameyes", expresión que, como se sabe, ha perdurado, aún cuando muchos cubanos desconocen su origen.

Otro tanto sucede con la expresión "hacer las cosas de a Pepe" que hace referencia  a la heroica defensa que hizo el regidor de la villa de Guanabacoa, Pepe Antonio. Desde entonces hasta hoy, entre los cubanos "hacer las cosas de a Pepe", equivale  a hacer las cosas por la fuerza.

Otra, quizás más conocida entre los mayores, es la que suele decirse cuando, al encontrarse excrementos en la vía pública, se advertía andarse con cuidado, para evitar el "vidrio inglés".

De igual modo, desde esa época cuando se le cuestionaba a alguien su fidelidad, bien hacia España o bien hacia los ingleses, y había alguna duda, se decía: "¿Tú no estarás trabajando para el inglés?".

Esta última frase  ha alcanzado cierta relevancia en estos días a través de un spot repetido en la televisión cubana y en el que algunos destacados artistas de la Isla (con sombreros a lo tío Sam, ¿o a lo Qva Libre?, pero con la bandera inglesa) aparecen anunciando la semana de la cultura británica en Cuba. Al final del anuncio, el humorista, Carlos Gonzalvo, que encarna al conocido Profesor MentePollo, se tira de unos tirantes, decorados también con banderitas inglesas, y asegura: "Aquí, trabajando para el inglés".

Aunque la frase no deja de tener una resonancia humorística y también cultural, por supuesto, no le falta su tanto de ironía.

La semana de la cultura inglesa no es la única que se celebra en Cuba. Por solo citar dos ejemplos, hace muy poco se celebró la holandesa y no vimos por cierto a nadie acudir a los cines uniformados de color naranja; o la francesa, y tampoco a nadie se le ocurrió salir a la calle con gorros frigios ni entonando la Marsellesa.

Supongo que lo realmente valioso de la semana de la cultura inglesa está en su programa el cual, por cierto, más allá de las instituciones culturales puestas por el estado cubano a su disposición, se extiende al incipiente sector cuentapropista, quizás por aquello de estar a tono con la actualización de los lineamientos del Partido que marcan el rumbo de actualización de la economía cubana.

En el mejor de los casos, la profusión de banderas inglesas en la promoción de la semana de la cultura británica tiene que ver con el oportunismo de aprovechar la resaca de pacotilla (puloveres, zapatillas, carteras, con la bandera inglesa) que nos ha llegado de las Olimpiadas de Londres 2012 y que algunos, jocosamente, han llamado la segunda toma de La Habana por los ingleses.

Esperemos que esta segunda "invasión" -me refiero, claro está, al programa artístico de la semana-, les deje a los cubanos herencias culturales más provechosas que "hacer las cosas a Pepe","la hora de los mameyes", o el "vidrio inglés".
 

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