Por Edmundo García www.latardesemueve.com
 
Noto al Presidente Barack Obama muy preocupado con la crisis sobre la 
cárcel de Guantánamo. ¿Será que teme dejar en su legado la prueba más clara de 
una promesa incumplida? Porque cerrar esa prisión, situada en el territorio 
soberano de otro país, en territorio soberano de Cuba, fue uno de los 
principales slogans que usó en su campaña del 2008 para decirle al pueblo 
norteamericano que él no era como George W. Bush. Y aquella vez, la gente le 
creyó. Hoy no mucho y el Presidente Obama enfrenta el escándalo de una huelga de 
hambre de casi un centenar de reos en la propia prisión de Guantánamo; de 
manifestantes uniformados en ropa color naranja para reclusos frente a la Casa 
Blanca y hasta de una pacifista que le desafiaba en la National Defense 
University donde ayer ofrecía un discurso sobre este tema. Pero se me ocurre una 
idea que quizás pueda ayudar al Presidente a salir del problema. La expongo como 
me vino a la mente. Es algo que ni siquiera he conversado con los amigos y 
amigas con quienes acostumbro a hablar este tipo de cosas. 
 
Vamos a pensar en voz alta. George W. Bush 
inauguró la cárcel de Guantánamo en enero del 2002, llegando a tener hasta 800 
presos. Contó con apoyo legislativo y de parte de la opinión pública 
aprovechando con oportunismo la sensibilidad generada por los atentados 
terroristas de septiembre de 2001. Según dijo el Presidente Barack Obama en su 
discurso de ayer él persiste en el criterio de cerrar esa prisión, aunque no 
tenga el mismo apoyo legislativo que en su momento tuvo Bush para abrirla. La 
cárcel o campo de detención de Guantánamo tiene hoy 166 presos y de ellos 86 han 
recibido el visto bueno para salir. A pesar de eso, 
todavía no existen acuerdos bilaterales claros ni apoyo congresional para 
ejecutar la transferencia. En el caso específico de los presos de origen yemení 
existe una moratoria que bloquea el proceso en traspaso. Se puede entender hasta 
cierto punto alguna prudencia del Presidente, pues se conoce que en Yemen una 
gran parte del territorio escapa al control estatal y gubernamental, lo que 
podría ser aprovechado por los prisioneros transferidos para incorporarse a 
yihad, ya sea por venganza, resentimiento o por tener ideas religiosas 
fundamentalistas.  
 
Pero en su discurso de ayer en la Universidad de Defensa Nacional 
(NDU) el Presidente Obama pareció bastante creíble en su declaración de que 
retomaba la promesa de cerrar la cárcel de Guantánamo. Recalcó que la premisa 
jurídica que había permitido a Bush mantener prisioneros encerrados por tan 
largo tiempo ya se había declarado inconstitucional. También se refirió a que en 
tiempo de recortes de presupuesto el gobierno no debía permitirse gastar cada año 150 millones de dólares para mantener en prisión a 166 
reclusos; lo que significa casi 1 millón de dólares anuales por cada uno de 
ellos. Más otros 200 millones para mantener funcionando la prisión, según 
estimados del Departamento de Defensa. El Presidente Obama reconoció que ha 
tratado de cerrar Guantánamo y que anteriormente ya ha transferido a 57 
detenidos. A pesar de que el Congreso puso obstáculos para que salieran de 
Guantánamo al extranjero o al territorio continental de Estados Unidos. Los 
calificó de obstáculos sin sentido, porque las prisiones en el territorio 
norteamericano son seguras. 
 
Entonces el problema para el Presidente Obama es qué hacer con los 
prisioneros que le quedan. En Estados Unidos son un problema y los gobiernos y 
legislaturas estatales no tienen entusiasmo por acogerlos. No puede llevarlos a 
Irak, ni a Afganistán y en Pakistán se ha creado un problema de recelo con las 
tropas norteamericanas después de la operación contra Bin Laden y el sobrevuelo 
de drones. El propio Presidente Obama ha reconocido esa situación y Nawaz Sharif, quien recientemente ganó las 
elecciones en Pakistán, ha reiterado lo que el parlamento de ese país ya 
legisló: que no permitirá que Estados Unidos viole la soberanía del 
territorio.
 
Como les dije al 
principio, en este artículo me estoy dejando llevar libremente por mi intuición 
y es ella la que me dice que si el Presidente Obama quiere, y lo solicita, hay 
un país y un gobierno muy cerca del suyo que ya tiene experiencia en solucionar 
problemas como el que se le presenta. Un gobierno que ha participado en la firma 
de acuerdos de paz en África; que ha ayudado a los presidentes españoles Felipe 
González y José María Aznar a resolver problemas con grupos armados en su país; 
que ha recibido reconocimiento de los ex presidentes colombianos Andrés Pastrana 
y Álvaro Uribe, y del actual Presidente de Colombia Juan Manuel Santos por la 
ayuda en solucionar problemas derivados del enfrentamiento con organizaciones 
guerrilleras; de un gobierno que fue evaluado por el ex Presidente de Estados 
Unidos Jimmy Carter como un factor de equilibrio internacional.
 
Lo que quiero decirle al Presidente Obama es 
que piense y se acerque al gobierno cubano, con discreción, de forma 
constructiva y respetuosa, y converse qué se puede hacer con los presos que le 
quedan en la prisión de Guantánamo, que en fin de cuentas está enclavada en el 
territorio nacional de Cuba. No sé si Cuba respondería a su pedido, pero me 
parece que el Presidente Obama debería intentarlo a juzgar por los positivos 
resultados obtenidos en los casos mencionados anteriores. Todo el mundo ganaría 
si pide al gobierno cubano, y este acepta, que cree condiciones para recibir a 
todos o algunos de esos prisioneros. Estos estarían satisfechos por haber salido 
de las rejas y las cercas; y Estados Unidos y la comunidad internacional 
pudieran estar seguros que desde Cuba no se fraguará ningún atentado porque todo 
el mundo sabe, empezando por el Departamento de Estado, que Cuba es un país que 
condena y combate el terrorismo. Es precisamente por combatir el terrorismo a 
solicitud de gobernantes de otros países que Estados Unidos mantiene 
hipócritamente a Cuba en una llamada lista de países patrocinadores de ese 
flagelo mundial. El gobierno de Estados Unidos no podrá desconocer por mucho más 
tiempo, públicamente, que en la lucha contra el terror el expediente de Cuba 
inspira un alto respeto en el mundo.     
 
 
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