Por M. H. Lagarde
He hablado con todos mis seguidores en Twitter, Facebook y del blog, que no llegan a 200 en total, y no he logrado conseguir que ninguno me pague un pasaje ni siquiera para llegar a Cienfuegos, provincia cubana al sur y centro de la Isla.
Mis escasos seguidores en Europa, algunos de los cuales he recibido con abrazos, y algo más, aquí en Cuba, me aseguran que por la crisis que vive ese continente, gracias a una presunta pariente mia y una tal Angela Merkel, todo el mundo anda ahorrando para cuando a Berlusconi le de por pelarse al rape y hacerse el Mussolini.
Mis cultos amigos europeos, conocedores de la historia, saben que después de las grandes crisis capitalitas siempre aparecen los fascistas para meter a todo el mundo en cintura.
Mis amigos latinoamericanos, mientras tanto, argumentan que habrá que esperar a ver si los Estados Unidos logran convertir a Venezuela en una nueva Siria o Maduro acaba por meter a Capriles en chirrona por provocador asesino y fracasado. El amarillo, por desgracia, nunca se tomó el trabajo de leerse el manual de las revoluciones de colores por lo que todo le sale mal. Algunos, incluso, dicen que el Capriles ni siquiera vio la película titulada La caida de un dictador, o algo asi, y que lo único que ha logrado aprenderse es una frase de Ghandi sobre la paz y el camino, o viceversa.
Algunas admiradoras que, alguna vez, hace ya muchos años, tuve en África, dicen que deje de hacerme el Brad Pitt y que si pretendo ser un viejo intelectual "serio" que mejor hable del SIDA y del hambre que sigue azotando a ese continente. Que los únicos intelectuales que viajan al África son Chomsky y alguno que otro más, porque los intelectuales de izquierda hablan mucho y a nadie le interesa sus excesos lingüisticos. Que mejor es seguir viendo, a pesar de que hace rato ya pasó la Copa Mundial en Sudáfrica, a la colombiana Shakira haciéndose la africana con aquello del waka waka.
Mis amigos en Miami, que son pocos, pero todos muy valiosos, unos aseguran que hace rato no le pueden cambiar, por la crisis, el agua a la piscina y que para que voy a ir entonces si no nos podremos tomar un whisky mojado. Otros, más precavidos, aducen que me mejor que no vaya porque me a van a culpar de terrorista, sobre todo, si me da por decir que Yoani Sánchez, la nueva estrella de la contrarrevolución cubana, es la mejor imbécil que se han encontrado los yanquis en Cuba.
En fin que todo parece indicar que no iré a ninguna parte y me quedaré aquí, como Pablo Milanés, con todas esas cosas, tan bellas, tan hermosas.
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