Organizaciones de la sociedad civil mexicana se manifiestan contra la mercenaria cubana |
Por M. H. Lagarde
La bloguera mercenaria cubana -quien según acaba declarar en un encuentro de la SIP, así como en el senado de México, es una ferviente defensora de la libertad de expresión-, tiene en sus manos la humanitaria posibilidad de ayudar a librarse de la cadena perpetua al soldado estadounidense Bradley Manning.
Manning, como se sabe, fue inculpado por un tribunal militar estadounidense de cooperación delictiva con el portal digital Wikileaks y la difusión de miles de cables diplomáticos y reportes federales que detallan acciones injerencistas del Departamento de Estado y el Pentágono en múltiples territorios extranjeros.
Yoani Sánchez, quien como parte de su gira de 80 días alrededor del mundo ha sido invitada por el senador Bill Nelson a hablar en el Capitolio de Washington, y probablemente hasta se entreviste con el mismísimo Obama, bien podría alegar, ante tan distinguidos auditorios, que los cables revelados por Wikileaks por los que se acusa al soldado Manning de “colaborar con el enemigo” son, según ha dejado entender ella en varias ocasiones durante su "tour", presumiblemente “falsos”.
Según declaró la bloguera en Brasil ella no es de la CIA porque ningún cable de Wikileaks dice textualmente que así sea, como si la CIA le hiciera contratos a sus agentes y luego los difundiera a través de las redes.
De igual modo, podría aducir que son “falsos” el cable fechado en La Habana que asegura que su esposo, Reinaldo Escobar, ha realizado trabajos de recopilación y análisis de información sobre las elecciones en Cuba para la Oficina de Intereses de Estados Unidos, o aquel otro donde se afirma que las respuestas a una entrevista que la bloguera le realizara al presidente estadounidense nunca fueron respondidas por Obama, sino por los funcionarios de la sede diplomática norteamericana en la Isla.
Otros argumentos a favor del soldado Manning serían tildar de “falacias” el mensaje donde el ex jefe de la SINA, Jonathan Farrar, cataloga a la bloguera como la esperanza de la “disidencia” cubana; o las declaraciones de otro ex director de la Oficina de Intereses en La Habana, Michael Parmly, quien confesó temer por la seguridad de la bloguera con la que, según él, había sostenido varios encuentros.
Aclarados estos puntos ante los honorables senadores en el Capitolio lo más probable es que se desmoronen de un golpe los cargos que hoy pesan contra el soldado de 25 años, Bradley Manning, quien -también en defensa de la libertad de expresión-, hizo públicas a través de Wikileaks las atrocidades que el gobierno de Estados Unidos realiza en numerosos países y le oculta -en nombre de no se sabe qué libertad-, a sus propios ciudadanos y al mundo.
Puesto que según la defensora impoluta de la verdad, Yoani Sánchez -al parecer- los cables publicados en el sitio dirigido por Julian Assange son “falsos”, el gobierno estadounidense ya no tendrá que preocuparse más por el riesgo que podrían correr en todo el mundo los fieles “activistas” encargados de velar por los intereses del gobierno de Estados Unidos en sus respectivos países.
Para eliminar esa falsa alarma, que aún mantiene en vilo la libertad de Manning y asilado a perpetuidad en la embajada de Ecuador, en Londres, a Assange, ningún ejemplo sería más convincente que el de la propia “activista” cubana quien, en vez de estar tras las rejas de las tenebrosas mazmorras de La Habana, anda de gira por el mundo, imparte magistrales conferencias en senados, recibe premios a granel y se hospeda en caros y lujosos hoteles.
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