Mientras discutimos y demandamos lo que se debe hacer, me permito
pedir que nos detengamos a echar una ojeada a los que creo que son los
tres factores extenuantes que podrían responder a la pregunta de por qué
los estadunidenses tenemos más violencia que casi nadie más:
1. Pobreza. Si hay algo que nos separa del resto del mundo
desarrollado, es esto: 50 millones de nuestros compatriotas viven en
pobreza. Uno de cada cinco estadunidenses tiene hambre en algún momento
del año. La mayoría de quienes no son pobres viven al día. No hay duda
de que esto crea más crimen. Los empleos en la clase media previenen el
crimen y la violencia. (Si no lo creen, háganse esta pregunta: si su
vecino tiene empleo y gana 50 mil dólares al año, ¿qué probabilidades
hay de que se meta en su casa, les meta un tiro en la cabeza y se lleve
el televisor? Ninguna.)
2. Miedo/racismo. Somos un país terriblemente miedoso, si se
considera que, a diferencia de la mayoría de las otras naciones, jamás
hemos sido invadidos. (No, 1812 no fue una invasión: nosotros la
empezamos.) ¿Para qué diablos necesitamos 300 millones de armas en
nuestros hogares? Entiendo que los rusos estén un poco amoscados (más de
20 millones de ellos murieron en la Segunda Guerra Mundial). Pero,
¿cuál es nuestro pretexto? ¿Nos preocupa que los indios del casino nos
hagan la guerra? ¿Que los canadienses parezcan estar amasando demasiadas
tiendas de donas Tim Horton a ambos lados de la frontera?
No. Es porque muchas personas blancas tienen miedo de las personas
negras. La gran mayoría de las armas en Estados Unidos se venden a
personas blancas que viven en suburbios o en el campo. Cuando
fantaseamos con ser asaltados o con que nuestra casa sea invadida, ¿qué
imagen nos formamos del perpetrador en nuestra mente? ¿Es el chico
pecoso que vive en nuestra calle, o alguien que es, si no negro, al
menos pobre?
Creo que valdría la pena: a) esforzarnos por erradicar la pobreza y
recrear la clase media que teníamos, y b) dejar de promover la imagen
del hombre negro como el coco que va a hacernos daño. Cálmense, personas
blancas, y desháganse de sus armas.
3. La sociedad del "yo". Creo que la norma del "cada quien para su
santo" de este país es lo que nos ha puesto en el hoyo en que nos
encontramos, y ha sido nuestra perdición. ¡Ráscate con tus uñas! ¡No
eres mi problema! ¡Esto es mío!
Sin duda, ya no cuidamos de nuestros hermanos y hermanas. ¿Está usted
enfermo y no puede costear la operación? No es mi problema. ¿El banco
le embargó su casa? No es mi problema. ¿No tiene dinero para ir a la
universidad? No es mi problema.
Y sin embargo, tarde o temprano se convierte en nuestro problema, ¿o
no? Si quitamos demasiadas redes de seguridad, todos comenzamos a sentir
el impacto. ¿Quieren vivir en una sociedad así, en la cual sí tendrán
una razón legítima para sentir miedo? Yo no.
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