miércoles, 11 de enero de 2012

La extrema derecha de Miami declara la guerra al Arzobispo Wenski


Por Edmundo García

El reinventor del idioma español cuenta en El otoño del patriarca que a la muerte de la madre del caudillo este, sin milagro de por medio, ni proceso de beatificación solicitado, le exigió al Vaticano la inmediata canonización de la progenitora; que aunque entre cuarteles había vivido, para el cielo estaba. Como comprenderán, al Papa no le quedó otra que regresarle un absoluto “No hay santa que valga”. Cuenta García Márquez que el poderoso huérfano montó en tal cólera, que se viró a su secretario y le ordenó: “Emita inmediatamente una declaración de guerra contra la Santa Sede”.
Desde ayer en la mañana, en su campamento radial, Ninoska Lucrecia Pérez Castelló, vocera ayer de Jorge Mas Canosa y vocera hoy de Ileana Ros-Lehtinen, Mario y Lincoln Diaz-Balart y hasta de David Rivera, ha declarado la guerra al Arzobispo de Miami Thomas Wenski, por pretender liderar una peregrinación de fieles a Cuba durante la visita que el Papa Benedicto XVI realizará entre los días 26 y 28 de marzo próximo.
Yo recordaba ayer mismo en el programa “La tarde se mueve” que estas acciones tienen una historia. Una historia donde muchas cosas cambian, menos la actitud de ciertos personajes de la derecha. En 1998 el Papa Juan Pablo II visitó Cuba y el entonces Arzobispo de Miami John Favarola pretendió llevar a la Habana un crucero con fieles católicos para corresponder como arquidiócesis la presencia del Santo Padre. ¿Qué pasó? Pues que miembros de la derecha cubanoamericana empezaron a presionar a Mons. Favarola creando un ambiente tan hostil, que este renunció a su hermoso proyecto.
Dicen por aquí en Miami que Mons. Favarola no se recuperó de esa decisión. Que ejerció su misión arzobispal tranquilo, sin penas ni glorias, y que cuando le llegó la hora de presentar el retiro se lo aceptaron. Y ya. Se comenta que el Papa Juan Pablo II se disgustó con la falta de autoridad que un desenlace como aquel evidenció, y que quizás por eso Mons. Favarola no se pudo poner nunca el Capelo cardenalicio.
¿Se repetirá la historia? ¿Renunciará el Arzobispo Wenski, el polaco, el peregrino, el atrevido corredor de Harley Davidson, a llevar adelante su proyecto? Pues igual, también quiero confesarles que por Miami se cuenta que Mons. Wenski prefiere un anillo más pesado y un báculo más grande. A buen entendedor, pocas palabras. Mons. Wenski ya ha enfocado su presencia junto a sus fieles en Cuba de una forma irrenunciable: La Providencia lo ha querido. Pase lo que pase, después de haber puesto esos términos, de haber colocado a la Providencia por medio, el Arzobispo Wenski ya no puede dar marcha atrás. Pero tampoco se trata solo de Wenski y los fieles de la arquidiócesis de Miami. Cristianos de otras Iglesias y parroquias de los EEUU viajarán a Cuba en son de concordia. Todos tienen la confianza de la Iglesia, las autoridades y el pueblo de la isla. Ninguna alharaca de la extrema derecha podrá malograr ese encuentro. Así que mejor que se queden porque con esta gente no hay arreglo: “Que Dios nos coja confesados… si se les ocurriera otra cosa”.

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