miércoles, 20 de julio de 2011

Penúltimosdias y Yoani Sánchez, II Temporada: El enfrentamiento

Por Ernesto Pérez Castillo

La nueva novela por entregas que protagonizan ahora Yoani Sánchez y su rémora barcelonesa, Ernesto Hernández Bushto, no resulta mejor que todas la anteriores, ni peor: sigue siendo más de lo mismo, sin cambiar la trama y ni siquiera el tocado de los personajes.
Todo comenzó con un post lacrimógeno de la Yoani, llorando a moco tendido ante el recuerdo de unos tenis blancos que alguna vez le enviaron desde La Florida. Tanto aprecio le cogió a sus zapaticos yumas –y blancos, como los de Nemesia, la flor carbonera que cantara el Indio Naborí– que llega a afirmar: “Al terminar la universidad todavía usaba aquellos zapatos”.
¡Qué linda se debió de ver la Yoani, entrando a la Facultad de Letras, con sus zapaticos blancos! Y qué buenos esos zapatos, que tanto tiempo le han acompañado. De hecho todavía hoy los utiliza, todavía hoy les saca lasca, a su manera... de ahí la certeza de la frase de que “tiene un zapato en la cabeza”. Claro, no es un zapato cualquiera: es un zapato de Miami.
Lo novedoso ha sido que esta vez no hubo que salirle al paso, pues su siempre fiel Hernández Bushto, quién sabe por qué, le lanzó por propia iniciativa una dentellada, al descalificarla considerando que esa “crónica personal mostraba sus peores flancos con un asunto complejo, que merecía ir más allá de la anécdota con moraleja”.
Que el celoso perro guardián de pronto se lance contra su juguete preferido, huele a queso rancio. Pero todo se hace claro cuando se deja ver que el pretexto es la defensa por parte de Yoani de la política de “flexibilización” del gobierno de Obama a los viajes de los cubanoamericanos a la Isla y el envío de remesas familiares.
En torno a ese asunto Yoani y Bushto se han repartido sus papeles: ella será la policía buena y él hará de policía malo. Y allá del tonto que se los crea. Que al final, cada quien sigue sus afinidades: Yoani es la ahijada de Hillary y el State Department, y Bushto es el hijo putativo de Bush. Y los dos son deudores a sueldo de la misma Roma.
Lo que pasa es que tan tremendos roles exigen de ellos un lavado de imagen, y eso explica todo el correveidile. De pronto, en su post “La teoría de la caldera”, la Yoani suelta esta prenda: “la especialidad de nuestro país es echar abajo las predicciones de iluminados, babalaos, espiritistas y cartománticos. (…) Cubanólogos de todas las tendencias han vaticinado, en alguna ocasión, que la Isla está al borde de la fractura y que la gente se lanzará a las calles en cualquier momento”.
Curioso que la Yoani no se mencione a sí misma entre esos augures de la revuelta cubana que nunca aciertan y solo hacen el ridículo, y se le olvide que el 25 de abril de 2009 ella misma y de su propia mano escribía en su blog un post titulado “La corta noche de los cuchillos largos”, donde describía a “Gente esperando, con el palo o la navaja bajo la cama para un día poder usarlos” y deseaba “no haber nacido en esta época, donde sólo se puede ser víctima o victimario, donde tantos añoran la noche de los cuchillos largos”.
¡Cuánta paz rezuman esas letras, cuánto afán de concordia, cuánto amor derrochado por la muchachita que cría pececitos y hace taichi en sus mañanas de Nuevo Vedado! No hay que olvidar que la primavera árabe le desató una desbocada pasión egipcia a Yoani, y casi se coloca un niqab en su cabeza (la etapa en que usaba pelucas ya pertenece a la nostalgia), y deseó que el 15-M de Madrid se replicara en el malecón La Habana, pero cuando supo de la pateadura de los antimotines contra los indignados de Barcelona hizo mutis, cerró su boca y puso a buen resguardo su lengua donde no le diera el sol.
Ahora, ante la disyuntiva de arreciar el bloqueo norteamericano contra Cuba y con ello provocar el malestar popular y la ansiada revuelta
cubana, el principal temor de Yoani sería que en medio “quedaríamos atrapados once millones de personas”.
Así, con ese abracadabra repentino, o para decirlo con las palabras de Hernandez Bushto, con esos “malabares argumentales de Yoani Sánchez”, la blodeguera se torna conciliadora y de pronto quiere antes que nada que haya paz… todo lo contrario de lo que apenas el verano pasado, bajo el título “La física rara vez se equivoca”, ponía en blanco y negro en su blog, cuando afirmaba: “Todos sabemos qué le sucede a la presión en el interior de una caldera si se le aplica más temperatura, de manera que para este verano se pronostican problemas y tensiones”
A seguido ella exigía: “No basta con pedir que ocurran las transformaciones. Hay que empujar para que se logren cuanto antes porque, en la peculiar alquimia de nuestra situación actual, la demora puede ser un elemento explosivo”.
Si eso es un reclamo de paz, yo soy el Ratoncito Pérez. Y para el que  no quede convencido, todavía hay más, pues en ese mismo post aseveraba: “Tranquilos, les digo, quizás el calor es el catalizador que nos hace falta, el empujón que necesita una población aletargada para exigir que las prometidas aperturas no demoren un mes más”.
Nótese que ahora, un verano después, ella dice que: “La tesis de que a nuestra realidad hay que aumentarle la presión económica para que la caldera social reviente se escucha –curiosamente– con mayor frecuencia entre aquellas personas que no habitan el territorio nacional”. Y ella, ¿dónde habitaba cuando hace solo un año escribió eso de que todos sabemos qué le sucede a la presión en el interior de una caldera si se le aplica más temperatura”.
Y es que Yoani se dice, se repite, y ha falta de argumentos no le importa contradecirse, pues si aquel post del otro estío lo titulaba “La física rara vez se equivoca”, ahora en este reniega de “esos politólogos que se acercan más a la física que a las ciencias sociales”.
Ojo, que si hace un año ella estaba obsesionada con lo que “le sucede a la presión en el interior de una caldera”, su post reciente, donde reniega de todo ello, y lanza su vade retro, lo titula “La teoría de la caldera”. Exacto, eso mismo: tenemos ante nosotros a Yoani presentado su nueva temporada, que se basa en desdecirse a sí misma.
Ante semejante desparpajo, hasta el mismísimo Ernesto Hernández Bushto en su blog ha publicado “Una réplica a Yoani Sánchez”, donde se ha visto en la obligación de denunciarla por esa “manipulación tan burda que resulta indigna” y asegura que “Es difícil no leer ese razonamiento como la reedición de cierta vagancia mental”.
Claro que Ernesto Hernández Bushto no resulta mejor parado en eso de la “vagancia mental”, y es otro experto en decirse y desdecirse, pues si bien ahora reclama que “El gobierno de EE UU no tiene por qué ayudar a los cubanos”, en un post que publicó el 8 de abril de 2010, titulado “Los programas norteamericanos de ayuda a Cuba, cuestionados”, aseveraba que “no hay que tener ningún tipo de vergüenza ni sumarse a esa demonización del dinero extranjero”.
Entonces, en qué quedamos: ¿el dinero norteamericano debe o no ser enviado a la Isla?
Lo cierto es que remesas más o viajes menos, tienen tanto efecto como una raya de menos o de más en ese viejo disco tan rayado. Que lo que sigue intacto, sin que jamás la Yoani se atreva siquiera a mencionarlo por su nombre, es el bloqueo norteamericano con que desde hace más de cincuenta años Washington pretende destruir a la revolución de Fidel Castro, sin conseguirlo.
La verdad es que hay dos propuestas en discusión sobre la manera más efectiva de acabar con la revolución cubana: arreciar el bloqueo –ahí
se apunta Hernández Bushto, aunque él piensa que: “una intervención militar de EE UU sería la manera más rápida y productiva de acabar con el castrismo”–, y la otra es mantener el bloqueo tal cual pero permitir que el dinero norteamericano llegue no al gobierno pero sí a las personas, con lo cual fantasean que así el pueblo estaría en mejor disposición de combatir al gobierno, y a eso apuesta la Yoani mientras
sueña con sus zapaticos blancos.
Al final, con esta puesta en escena del supuesto enfrentamiento Bushto vs Yoani, solo intentan crear la ilusión de una diversidad de pensamiento, cuando no son más que dos caminos para un mismo fin: ser útiles a la política anticubana de los Estados Unidos, y ser recompensados por ello.

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