La imagen del Beso de Vancouver recorrió el mundo casi al mismo tiempo que en España la policía reprimía a porrazos a los Indignados. De pronto, la indignante represión en la península ibérica, por arte y magia de un flashazo, se volvió, gracias a los medios de difusión, algo ídílico en una ciudad al otro lado del Atlántico y hasta hubo quien llegó a hablar, otra vez, de hacer el "amor y no la guerra".
La imagen, tomada por el fotográfo Getty Lich Lam, daba la impresión que los porrazos y las patadas nada podían contra un amor de verdad. Pero los amores de verdad, al estilo de la foto de Lich, al parecer, solo existen en Hollywood y en las novelas rosas.
Un video que ha seguido el camino de la popularidad abierto por la foto del Vancouver Kiss en las redes sociales, pone en duda la existencia del sublimado beso de la fotografia.
Tomada desde otro ángulo, la cinta muestra a la joven de la foto en un estado de shock luego de ser pateada y golpeada, junto a su acompañante, por los agentes policiales. El video además tiene el sonido del horror. En vez de beso, lo que hubo en realidad fueron lágrimas y dolor.
La represión, ya sea motivada por la final de un partido de hockey en Canadá o por la falta de futuro en Barcelona, jamás es bella.
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