domingo, 10 de abril de 2011

Una conversación con Luis Ortega

A propósito del deceso en Miami del controvertido periodista Luis Ortega, aquí les dejó una conversación que sostuvimos en la redacción de La Jiribilla, durante uno de sus últimos viajes a La Habana, en octubre de 2002.
Entonces, por casi más de una hora, el importante polemista habló sobre su relación con el asalto al cuartel Moncada, la prensa cubana antes de la Revolución, sus opiniones sobre escritores como Reynaldo Arenas, Manuel Moreno Fraginal, Gastón Baquero y sus criterios sobre el periodismo estadounidense, entre otros temas.
LUIS ORTEGA EN LA JIRIBILLA

Durante casi más de una hora, el importante polemista departió con sus anfitriones sobre su relación con el asalto al cuartel Moncada, la prensa cubana antes de la Revolución, sus opiniones sobre escritores como Reynaldo Arenas, Manuel Moreno Fraginal, Gastón Baquero y sus criterios sobre el actual periodismo estadounidense, entre otros temas.

M. H. Lagarde | La Habana

Durante el último viaje a La Habana de esa leyenda viva del periodismo cubano que es Luis Ortega, ex director del periódico Pueblo accedió amablemente a visitar nuestra redacción. Durante casi más de una hora, el importante polemista departió con sus anfitriones, sobre su relación con el asalto al cuartel Moncada, la prensa cubana antes de la Revolución, sus opiniones sobre escritores como Reynaldo Arenas, Manuel Moreno Fraginal, Gastón Baquero y sus criterios sobre el actual periodismo estadounidense, entre otros temas.
No obstante que la conversación se mantuvo siempre en un tono informal y algunas veces tomó, como suele suceder en estos casos, por los rumbos más insospechados, le presentamos a nuestros lectores algunos extractos de la misma.
“El 26 de julio de 1954 se dio un acto en el Ateneo Español de México conmemorando el primer aniversario del Asalto al Moncada. Yo escribí varios de los discursos que se dieron aquella noche. Se los di a otra gente para que los pronunciara. Todavía conservo uno de ellos. Lo mandé a imprimir con un dibujo de un muchacho con un rifle en la mano. Ese artículo, al año exacto del asalto al Moncada, circuló mucho en aquella época y me buscó muchos problemas en Miami".
Luis Ortega se vio obligado a salir de Cuba a los pocos días del Asalto al Moncada. Entonces era el director del periódico Pueblo uno de los cuatro periódicos censurados por la dictadura a raíz de los sucesos de Santiago de Cuba.
“La policía y el censor ocuparon el periódico el 27 de julio. Yo tenía en primera página la fotografía de los muertos en el Moncada e iba a lanzar una edición sobre el tema. Cuando el censor vio aquellas fotos, tiró la página al piso y ahí comenzó la balacera. Comenzaron a disparar y me pasearon entre dos filas de policías dándome golpes en la espalda. Al día siguiente, Batista me quiso mandar un emisario para que yo me quedara, pero me fui.
“El recado de Batista consistía en que no armara el escándalo por el asalto al periódico, que me quedara, que no me precipitara. Pero yo me precipité, me fui después de una entrada de golpes como aquella. Me dejaron toda la espalda morada.
“Me marché en los primeros días de agosto y unos meses después fui a México a participar en la sesión de la SIP. Allí sucedió algo muy curioso, porque Batista le puso la censura a cuatro periódicos, pero los demás, que eran como diez, se quedaron fuera y estaban indignados por ello. Los directores y dueños de periódicos fueron a ver a Batista para suplicarle que les aplicaran la censura. Estos mismos, también fueron a México a la sesión y trataron de convencerme de que no armara el escándalo, de que no dijera nada. Allí fue donde yo rompí con ellos. La prensa de México se vino abajo con los ataques que hice en aquel momento.
“La prensa cubana había tenido una conducta absolutamente inmoral. Cuando el Consejo de Ministros acordó la censura a los cuatro periódicos Bohemia, Prensa Libre, El Mundo y Pueblo, yo mandé un emisario a hablar con los dueños de los otros periódicos y tomamos seriamente el acuerdo de que si nos ponían la censura no publicábamos el periódico. Y como yo era el primero que salía, porque Pueblo salía a las tres de la tarde y ellos al otro día o a la semana, todos salieron muertos de risa y no pasó nada. Me dejaron solo en medio de la catástrofe. Así funcionaba la prensa en Cuba en aquella época”.
Al referirse al historiador Manuel Moreno Fraginal, sobre quien Ortega tiene un texto publicado en La Jiribilla apuntó: “En Miami él no tuvo mucha resonancia, vivió muy apartado. Parece que era demasiado inteligente para entenderse con aquella gente”.
Respecto a Reynaldo Arenas comentó: “Es un hombre que se va de aquí indignado con el ambiente y llega allá indignado con el ambiente y se va para Nueva York y sigue indignado. Es decir, el problema de él no era Cuba, su problema era el mundo exterior. Yo no llegué a conocerlo nunca porque él andaba mucho por Nueva York. Fue un exiliado allá y un exiliado aquí. Fue un tipo de verdad contestatario. En Estados Unidos él no tuvo ninguna resonancia, la gente le huía y después de muerto la gente no quiere hablar de él. Los exiliados no quieren hablar de él, como si fuera un apestado”.
De Gastón Baquero se declaró un gran amigo:
“Él y yo fuimos los iniciadores de la revista Clavileño. A Cintio, su esposa y su hermana, Raúl Rodríguez Santos y Emilio Ballagas los incorporamos. Aunque parezca mentira, esa publicación la hacíamos con 20 dólares, en un tallercito que tenía un hombre en la calle San Miguel. Salió bastante, creo que eso fue en el 41. Yo conocía a Gastón desde los años 30. Después, él consiguió un puesto en el periódico Información y yo empecé a trabajar en Prensa Libre y fuimos abandonando aquello porque la literatura no daba dinero. Gastón se ganó el premio Justo de Lara estando trabajando en Información, en el 44 o el 45 y después él pasó al Diario de la Marina y ya se desvinculó un poco de la cosa del grupo y se dedicó al periodismo.
“Gastón vivió desde el 59 hasta el 97 en Madrid en unas condiciones muy pobres. Trabajaba en una institución del gobierno y tenía un sueldo muy pequeño. Pasó mucho trabajo. Pero volvió a la poesía y dejó unos tomos muy buenos. Al final, lo recluyeron en un asilo donde pasó algún tiempo.
“Tenía una biblioteca enorme y en la casa donde vivía, que era una casa vieja de tres o cuatro cuartos, todas las paredes, los pasillos, el baño y la cocina estaban llenos de libros. Durante años, él salía por los puestos de libreros viejos y los compraba. Fue también muy atacado por la prensa. Hay un periodista español, yo he publicado contra él varias veces, que hizo unos artículos contra Gastón terribles, atacándolo como persona. Decía que era un mulatico que andaba pidiendo limosnas por las calles de Madrid y cosas de ese tipo. Lo maltrató mucho. El periodista es un famoso escritor y un hombre inteligente con varios libros publicados, muy buenos, pero se ha dedicado a la gacetilla. Los artículos que hace en El Mundo son muy despectivos”.
En cuanto a la prensa de Estados Unidos, el experimentado periodista cubano que actualmente reside en Miami, afirmó que la misma funcionaba bajo un férreo control de las trasnacionales.
“Casi todas las grandes empresas periodísticas están en manos de los consorcios, de grandes corporaciones. De un modo u otro ellos controlan. Lo hacen muy hábilmente, porque dejan escapar algunas cosas, pero aguantan otras”.
“Por ejemplo, los periódicos americanos funcionan de esta manera. Hay una noticia importante, ellos la dan, pero ya no hablan más de eso. En el periodismo lo más importante es la repetición. Es decir, seguir la noticia. Si no sigues la noticia, la noticia se muere. Entonces, ellos lo que hacen es que dan una noticia pero no la siguen. La gente se olvida enseguida y la noticia se va diluyendo.
“Así ha pasado ahora con los grandes escándalos financieros. Ya no vuelven a hablar de eso. Ahí están involucrados Bush, toda la gente del gobierno, los republicanos y también los demócratas, los dos partidos están enredados en todos esos escándalos. Han detenido a dos o tres, le ponen fianza, pero eso se queda así, ya la prensa no habla de eso.
“No obstante, en los Estados Unidos hay una serie de publicaciones que son del subsuelo, algunas muy buenas. Por ejemplo, hay una muy seria, The Nation, que tiene 135 años de vida. Es una revista pequeña que se publica semanalmente y publica las críticas más duras que se hacen contra el stablisment, sobre todo contra el gobierno de Bush. Hay más espíritu crítico en Estados Unidos que en ninguna parte del mundo. Pero eso va por abajo, pertenece a un mundo silencioso. Mucha gente lo lee, la gente del gobierno, por supuesto, pero nadie habla de eso.
“Las críticas más fuertes contra Estados Unidos se hacen dentro del país. El mundo universitario, por ejemplo, donde hay miles de universidades, yo soy graduado de una universidad americana, ese mundo es antigubernamental. Las críticas más feroces contra los republicanos y demócratas se hacen en el mundo de las universidades, en el mundo cultural.
“La inteligencia americana existe y funciona y está en contra de todas estas cosas que hacen y de la conducta de su gobierno con relación a Cuba. De eso no cabe la menor duda. Y yo veo que aquí no le dan importancia a eso. Creo que eso tiene mucha importancia. Son críticas tremendas que no se encuentran en la prensa. Nunca encontrarán una crítica en The Miami Herald. El New York Times a veces se tira, pero después se echa para atrás. Son empresas que pertenecen a corporaciones y no se van a suicidar”.
Antes de marcharse, el octogenario reportero, quien se declaró un profesional aferrado al viejo estilo y por tanto no muy convencido de los “avances” de la internet, le ofreció todos los derechos de sus trabajos a esta página. “Voy a ver todo lo que puedo conseguir, dijo, para colaborar con ustedes en lo que sea”.


© La Jiribilla. La Habana. 2002
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