Por Hatuey
Un mitológico nombre "Odisea al Amanecer" se la ha dado a la nueva operación de las fuerzas de la OTAN, destinada a sembrar la muerte y el terror en el hermano pueblo de Libia.
El mandato del Consejo de Inseguridad de la ONU en su Resolución 1973, no deja margen a la duda: establecer una zona de exclusión aérea, no importa si el precio que lleva implícito signifique una zona de exclusión para la vida humana.
Reseña la historia que la Guerra de Trípoli, o Primera Guerra Berberisca (1801-1805), fue la pionera de las contiendas bélicas navales que involucró a fuerzas norteamericanas en un conflicto del norte de África. El motivo, acabar con la piratería berberisca y no pagar los tributos que se le exigían a las naves estadounidenses para una navegación segura por la zona.
Transcurridos más de 200 años de aquel hecho, las razones que justifican la nueva conflagración armada también tiene su génesis en un acto de piratería: el interés de los grandes consorcios por apoderarse de los ricos yacimientos de petróleo ligero de la Gran Jamahiriya Árabe Libia Popular Socialista.
Una vez más, las imágenes televisivas de los bombardeos sobre las ciudades de Libia pretenden atrapar a cándidos espectadores extasiados con la precisión de las armas inteligentes, no importa que el producto que se le ofrezca sea una afrenta a la inteligencia.
Quienes asisten hoy al triste espectáculo de la guerra patrocinada por el Presidente Obama quizás no recuerden algunas de sus ideas ampliamente publicitadas en ocasión de que pronunciara un discurso en la Universidad del Cairo. A la luz de los acontecimientos actuales, las palabras del líder norteamericano revelan su naturaleza retórica e hipócrita.
En el Cairo Obama expresó:
"podemos citar las palabras de Thomas Jefferson, quien dijo: "Espero que nuestra sabiduría aumente con nuestro poder y nos enseñe que cuanto menos usemos nuestro poder, éste se incrementará".
"No es señal de valentía ni fuerza el lanzar cohetes contra niños que duermen".
"Es más fácil comenzar guerras que llevarlas a su fin".
"La Santa Biblia nos dice, "Benditos los que promueven la paz; ellos se llamarán hijos de Dios".
"Los pueblos del mundo pueden vivir juntos y en paz. Sabemos que ésa es la visión de Dios. Ahora, ésa debe ser nuestra labor aquí en la Tierra"
En ocasión de que el Presidente Barack Obama pronunciara su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz, el novel mandatario estadounidense reconocía "autocríticamente" las dudas que había suscitado en amplios sectores la legitimidad del premio a él conferido.
En la pieza oratoria del Presidente estadounidense ante las Majestades, Altezas Reales y distinguidos miembros del Comité Nobel de Noruega, se constató un hecho sin precedentes en la historia de estas lides, la palabra Paz fue pronunciada por el "estadista" en 31 ocasiones, mientras que el término al que más recurrió para reforzar el espíritu de su agradecimiento fue el de Guerra, repetido en 44 oportunidades.
Lo significativo de este evento, no lo solo obedeció a la contrariedad que significó el haberse pronunciado más veces la palabra guerra, en un evento que supuestamente venera a los hombres de paz. Los Estados Unidos tuvieron su primer presidente George Washington en el año 1789, de esa fecha hasta nuestros días han gobernado varios presidente el poderoso país y le corresponde a Obama ser el Presidente 44 en la historia de los Estados Unidos. ¿Casualidad en la coincidencia de cifras?
Quienes pretenden encontrar la lógica del mundo al revés en que vivimos, no cesan de preguntarse, ¿Por qué sobre los cielos de Afganistán o de Paquistán, no se decreta también una zona de exclusión aérea?
¿A quién le importa los miles de muertos que los bombardeos norteamericanos causan? ¿Por qué a los crímenes contra inocentes se le endilga el eufemístico concepto de "daños colaterales"?
Cuenta Homero que Odiseo demoró 10 años para regresar a su amada tierra, pero la odisea de la guerra ha vuelto al Oriente Medio en su versión de bombardeos televisivos en apenas 8 años. Mientras, en la Casa de los Blancos, Obama sigue mostrándose como lo que es: un representante del poder imperial.
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