viernes, 7 de enero de 2011

Yoani Sánchez y “la ruta del dinero”

› Yoani, la SINA y el mercenarismo al descaro

Por M. H. Lagarde

Como habíamos anunciado con anterioridad, la embajada de Holanda en La Habana organizó hoy un peculiar circo en la residencia de su embajador. Lo que más vale y brilla de una disidencia creada, financiada y hasta desprestigiada por el gobierno de EEUU, se dio cita en casa del representante europeo para ser testigo de la entrega del Premio Príncipe Klaus a la bloguera mercenaria Yoani Sánchez.
En realidad, la ceremonia más que intentar levantar la figura de la multipremiada bloguera -el globo ya no se puede inflar más porque estalla-, trataba de resarcir el lamentable incidente que recientemente provocara entre los llamados “disidentes”, muchos de ellos presentes en la actividad holandesa, la revelación de un cable fechado en la SINA en la que los empleadores (leáse Jonathan Farrar, actual Jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana) evaluaban con muy malas notas a sus empleados (entiéndase mercenarios cubanos).
El montaje, con traguitos y aperitivos incluidos, estuvo tan bien previsto que hasta la bloguera, con su habitual ego crispado, creyó ingenuamente que, una vez más, se trataba de ella y dejó a un lado su imagen de miserable cubana bloqueada para presentarse antes los intermediarios financistas europeos con un chal a lo Zoe Valdés y un moño a lo Laura Pollán.
Tanto fue su entusiasmo ingenuo que hasta escribió un discurso para la ocasión en el que, con el genio que la caracteriza, además de dejar claro cuál es la ruta que ha seguido para llegar al dinero que hoy le regala una intermediaria ONG holandesa: ponerse pelucas, inventar secuestros y negar su condición mercenaria, hizo hincapié en su deseo de continuar sirviendo a la bien pagada causa de la difamación contra su patria.
Al final, como se hace en este tipo de representaciones, todos los presentes comieron, bebieron y aplaudieron la disimulada disculpa que les ofrecieran sus amos sin darse cuenta que a Farrar and CIA, como bien sugirió en el mencionado cable filtrado por Wikileaks, no le queda más remedio que cargar con tal gentuza para salvar nada menos que la “conciencia de Cuba”.

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