Estoy completamente de acuerdo con Alarcón "se necesitan seres pensantes", lo que contrasta con lo que afirmó el ministro que habló antes al decir que se hará lo que se puede en cuanto a lo artístico y que él estaba consciente de la importancia de la cultura artística en el pueblo. Parece un eslogan vacío, pues si supiera la importancia no hablaría así de pasada. Desiderio Navarro citando a unos teóricos semióticos soviéticos dijo que hay una estrecha vinculación entre las estructuras de una obra y la interiorización de ciertos signos que utiliza la sociedad (o algo así, como las normas del tránsito y como su interiorización se refleja en el comportamiento del chofer, por ejemplo), bueno asimismo se nota en mucha gente una identificación con el fatalismo y por ende la falta de creatividad que genera la "cultura de masas" y que limita la fuerza creadora y la sensibilidad del pueblo, del hombre común . Al embrutecer a la gente espiritual e intelectualmente, hace que los artistas e intelectuales les huyan como el que se escapa de un incendio y se cree una división de clases en cuanto al intelecto, eso ocurre en Cuba, gústele al que le guste y duélale al que le duela. Y lo único que se le ocurre a ciertos artistas es entretener a la gente haciéndolos brincar y reír, que no es malo, si sólo fuera en parte, pero que no conduce a la reflexión y sólo perpetúa la ignorancia pero con alegría. Estas críticas son duras pero no se puede andar con paños tibios, ya se han arruinado muchas vidas con el querer disimular, no ser tan duro, etc., etc.,. Además, tiene solución y aunque cueste un poco, la inversión va a dar grandes beneficios, por tanto vale la pena. Se debe meter aunque sea unos pocos instrumentos en cada escuela o hacer coros de música clásica, claro está sin abandonar las expresiones folclóricas. Una vez que el niño experimente esa sensación sublime, será muy raro que no busque la excelencia en todo lo que emprenda, ya sea en el campo, en la industria o dando clases. No hay que tener miedo que su desarrollo intelectual lo aleje de la práctica manual, eso es una falacia, pues cuando esto ha ocurrido, no ha sido porque el intelectual le huya al trabajo manual, sino al comportamiento de los trabajadores manuales que los azoran. ¡A pensar, caballero!
Estoy completamente de acuerdo con Alarcón "se necesitan seres pensantes", lo que contrasta con lo que afirmó el ministro que habló antes al decir que se hará lo que se puede en cuanto a lo artístico y que él estaba consciente de la importancia de la cultura artística en el pueblo. Parece un eslogan vacío, pues si supiera la importancia no hablaría así de pasada. Desiderio Navarro citando a unos teóricos semióticos soviéticos dijo que hay una estrecha vinculación entre las estructuras de una obra y la interiorización de ciertos signos que utiliza la sociedad (o algo así, como las normas del tránsito y como su interiorización se refleja en el comportamiento del chofer, por ejemplo), bueno asimismo se nota en mucha gente una identificación con el fatalismo y por ende la falta de creatividad que genera la "cultura de masas" y que limita la fuerza creadora y la sensibilidad del pueblo, del hombre común . Al embrutecer a la gente espiritual e intelectualmente, hace que los artistas e intelectuales les huyan como el que se escapa de un incendio y se cree una división de clases en cuanto al intelecto, eso ocurre en Cuba, gústele al que le guste y duélale al que le duela. Y lo único que se le ocurre a ciertos artistas es entretener a la gente haciéndolos brincar y reír, que no es malo, si sólo fuera en parte, pero que no conduce a la reflexión y sólo perpetúa la ignorancia pero con alegría. Estas críticas son duras pero no se puede andar con paños tibios, ya se han arruinado muchas vidas con el querer disimular, no ser tan duro, etc., etc.,. Además, tiene solución y aunque cueste un poco, la inversión va a dar grandes beneficios, por tanto vale la pena. Se debe meter aunque sea unos pocos instrumentos en cada escuela o hacer coros de música clásica, claro está sin abandonar las expresiones folclóricas. Una vez que el niño experimente esa sensación sublime, será muy raro que no busque la excelencia en todo lo que emprenda, ya sea en el campo, en la industria o dando clases. No hay que tener miedo que su desarrollo intelectual lo aleje de la práctica manual, eso es una falacia, pues cuando esto ha ocurrido, no ha sido porque el intelectual le huya al trabajo manual, sino al comportamiento de los trabajadores manuales que los azoran. ¡A pensar, caballero!
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