sábado, 18 de diciembre de 2010

La SINA "censura" a Michael Moore en Cuba

› El fragmento de Sicko que según la SINA generó la censura

› Michael Moore desmiente a la SINA (espere traducción)

Por M. H. Lagarde

Los cables de la SINA sobre Cuba que Wikileaks ha sacado a flote continúan demostrando que la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana es una fábrica de infundios y mentiras.
Al cable hecho público por The Guardian que demuestra como los funcionarios de esa oficina se dedican a recolectar cualquier información desfavorable para desatar campañas contra el sistema de salud cubano, se suma ahora la revelación de que la Isla "vetó supuestamente el documental "Sicko", de Michael Moore, porque pintaba un panorama tan favorable y engañoso del sistema sanitario de la isla que las autoridades temían un posible efecto bumerán entre la población, según un cable diplomático estadounidenses filtrado a WikiLeaks".
Según ese dossier, cuando se mostró la película a los empleados cubanos de la representación diplomática norteamericana, algunos de ellos "se mostraron tan indignados con la clara tergiversación que en ella se hacía de la realidad de la sanidad cubana que abandonaron la sala de proyecciones".
Según la versión diplomática estadounidense El Gobierno cubano prohibió luego la película porque "sabe que es pura invención y no quiere arriesgarse a una reacción violenta (de los cubanos) mostrándoles instalaciones que no están a disposición de la mayoría" de la población.
Pura invención son sin dudas los cables la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana. Además de en cines, Sicko fue estrenada, como ha sucedido con el resto de las películas de Michael Moore, en el espacio estelar de la mesa Redonda de la Televisión cubana. Extraña manera de censurar que, según la SINA, tiene el gobierno cubano.
La censura al cineasta norteamericano en Cuba solo existió en la cabeza de los funcionarios de la SINA. Como dijo recientemente Noam Chomsky sobre los cables de Wikileaks, muchos de ellos solo: "informan lo que los diplomáticos quieren escuchar y que saben que sus amos financieros en Washington desean escuchar".

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