Por M. H. Lagarde
Una información publicada en El Nuevo Herald asegura que el gobierno de EEUU está ofreciendo $3 millones para promover la pequeña empresa en Cuba. La agencia encargada de la nueva inyección de dinero yanqui a -"grupos marginados, como los que viven en áreas rurales, minorías étnicas y religiosas, huérfanos y niños vulnerables, mujeres de la zona rural y personas con impedimentos físicos”-, es nada menos que la USAID, la misma agencia de Washington que durante años se ha dedicado a financiar la subversión en Cuba mediante al pago de millonarias sumas a grupúsculos de mercenarios.
El nuevo programa de la USAID que también pudiera “beneficiar a agricultores privados y albergues privados, así como barberías y salones de belleza recientemente entregados por el gobierno a algunos de sus empleados” es presentado como un gesto altruista que refleja “un enfoque más indirecto de la administracion Obama para estimular cambios en la isla” y que “difiere de la suposición del gobierno de George W. Bush "de que es interés del EE.UU. frenar la economía cubana''.
Según entiendo -siempre he dicho que son bastante difícil de entender los despachos de El Nuevo Herald-, la agencia norteamericana pretende con su nuevo plan, ya no tratar de ahogar mediante leyes asesinas la economía de la Isla, sino aprovechar las medidas de apertura a los “cuentapropistas” que alienta ahora mismo el estado cubano en busca de una mejor utilización de su fuerza de trabajo, para que el gobierno de Estados Unidos invierta y fomente la llamada pequeña empresa en Cuba.
Hasta ayer mismo una de las principales crítica hechas por los paladines del cambio en contra la Isla era la del excesivo control por parte del estado socialista de la llamada iniciativa privada. Pero al parecer, de acuerdo con el nuevo programa de esta agencia gubernamental norteamericana, lo que está mal no es el apoyo del estado a la pequeña empresa, sino la condición independentista y soberana de dicho estado.
O sea, que la filantrópica y altruista USAID trata de cambiar la égida de los pequeños negocios del gobierno bloqueado, el de Cuba, por la del gobierno bloqueador, el de Estados Unidos, que es, a fin de cuentas, el principal responsable de las carencias y necesidades que sufren los cubanos en todas las empresas, sean estas del tamaño que sean.
¿Creerá el gobierno de Estados Unidos que todavía puede engañar a alguien con la vieja historia del asesino devenido salvador?¿Pasará realmente por la cabeza de alguien que Cuba pondrá en subasta su economía y por tanto su independencia? ¿Querrá realmente el gobierno de Estados Unidos algún cambio en Cuba?
El nuevo plan de “rescate” de la USAID debía dedicarse a beneficiar a las decenas de millones de norteamericanos que son víctimas del desempleo y la marginalidad, luego de que el gobierno estadounidense se dedicara a rescatar de la bancarrota a los bancos y las grandes empresas automotrices.
El dinero con que la Casa Blanca, a través de la USAID, intenta promover la pequeña empresa en Cuba, sale de los bolsillos del contribuyente norteamericano y a esos mismos bolsillos debería ser devuelto.
Una información publicada en El Nuevo Herald asegura que el gobierno de EEUU está ofreciendo $3 millones para promover la pequeña empresa en Cuba. La agencia encargada de la nueva inyección de dinero yanqui a -"grupos marginados, como los que viven en áreas rurales, minorías étnicas y religiosas, huérfanos y niños vulnerables, mujeres de la zona rural y personas con impedimentos físicos”-, es nada menos que la USAID, la misma agencia de Washington que durante años se ha dedicado a financiar la subversión en Cuba mediante al pago de millonarias sumas a grupúsculos de mercenarios.
El nuevo programa de la USAID que también pudiera “beneficiar a agricultores privados y albergues privados, así como barberías y salones de belleza recientemente entregados por el gobierno a algunos de sus empleados” es presentado como un gesto altruista que refleja “un enfoque más indirecto de la administracion Obama para estimular cambios en la isla” y que “difiere de la suposición del gobierno de George W. Bush "de que es interés del EE.UU. frenar la economía cubana''.
Según entiendo -siempre he dicho que son bastante difícil de entender los despachos de El Nuevo Herald-, la agencia norteamericana pretende con su nuevo plan, ya no tratar de ahogar mediante leyes asesinas la economía de la Isla, sino aprovechar las medidas de apertura a los “cuentapropistas” que alienta ahora mismo el estado cubano en busca de una mejor utilización de su fuerza de trabajo, para que el gobierno de Estados Unidos invierta y fomente la llamada pequeña empresa en Cuba.
Hasta ayer mismo una de las principales crítica hechas por los paladines del cambio en contra la Isla era la del excesivo control por parte del estado socialista de la llamada iniciativa privada. Pero al parecer, de acuerdo con el nuevo programa de esta agencia gubernamental norteamericana, lo que está mal no es el apoyo del estado a la pequeña empresa, sino la condición independentista y soberana de dicho estado.
O sea, que la filantrópica y altruista USAID trata de cambiar la égida de los pequeños negocios del gobierno bloqueado, el de Cuba, por la del gobierno bloqueador, el de Estados Unidos, que es, a fin de cuentas, el principal responsable de las carencias y necesidades que sufren los cubanos en todas las empresas, sean estas del tamaño que sean.
¿Creerá el gobierno de Estados Unidos que todavía puede engañar a alguien con la vieja historia del asesino devenido salvador?¿Pasará realmente por la cabeza de alguien que Cuba pondrá en subasta su economía y por tanto su independencia? ¿Querrá realmente el gobierno de Estados Unidos algún cambio en Cuba?
El nuevo plan de “rescate” de la USAID debía dedicarse a beneficiar a las decenas de millones de norteamericanos que son víctimas del desempleo y la marginalidad, luego de que el gobierno estadounidense se dedicara a rescatar de la bancarrota a los bancos y las grandes empresas automotrices.
El dinero con que la Casa Blanca, a través de la USAID, intenta promover la pequeña empresa en Cuba, sale de los bolsillos del contribuyente norteamericano y a esos mismos bolsillos debería ser devuelto.
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