martes, 16 de marzo de 2010

Twitter y la blodeguera que se mira el ombligo

› Del Twitter de Yoani Sánchez

Por Ernesto Pérez Castillo

Mientras el Premio Nobel de la Guerra -y también inquilino provisional de la Casa Blanca-, se reunía con líderes sociales que promueven la reforma migratoria y les prometía villas y castillas, en Maryland, "casualmente", se efectuaban varias redadas antiemigrantes, que fueron denunciadas a través de Twitter.
La internet fue una herramienta fundamental de movilización ciudadana a raíz de los sucesos del 11-M en Madrid, para denunciar las mentiras del gobierno del fascista Aznar -que intentaba sacar provecho de los actos terroristas-, y gracias a las denuncias recibió el voto de castigo que lo sacó a él y a su partido del poder.
Ahora Twitter, en manos del grupo Reform Immigration for America, o RI4A, está lanzando un llamado para la marcha a favor de la reforma migratoria que ocurrirá el 21 de marzo en Washington D.C., y en Florida los abogados Tom Goldman y Peter Laughlin están relanzando a sus más de 5 000 seguidores los twitters de jóvenes inmigrantes que relatan sus historias.
Y, de todo eso, ¿que dice la única, nuestra súper blodeguera de sub producción nacional? Nada, absolutamente nada. Ella solo sigue el dictado de los servicios de inteligencia norteamericanos que apuestan por Twitter como herramienta de subversión.
Así lo reconoció el Departamento del Tesoro norteamericano cuando anunció que autorizaría a empresas estadounidenses el prestar a Cuba servicios de Internet pues, "como han demostrado los recientes acontecimientos en Irán, las comunicaciones personales por Internet, como correos electrónicos, mensajes instantáneos y redes sociales, son herramientas poderosas". Los "acontecimientos en Irán" se refieren a la campaña de mentiras vía Twitter, montada allí por la CIA durante las últimas elecciones.
Lo que pasa es que nuestra súper ciber única blodeguera desconoce aun qué es una red social, pues ella la usa para hablar de sí misma y solo de sí, aunque el mundo se esté cayendo a pedazos, literalmente, como sucedió durante el terremoto en Chile, que la tierra temblaba, la gente moría por cientos, y ella twitteaba y twitteaba sobre SU lucha por SU permiso de salida, para asistir al Congreso de la Lengua en el propio Chile, y que por razones obvias había sido suspendido aunque ella no había tenido tiempo de enterarse, enredada en tanto y tanto twittear.

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