Por Ángel Guerra Cabrera
Algo muy pérfido está en marcha contra Cuba. Desde comienzos de 2010, se advierte una intensificación de la permanente campaña mediática anticubana y grandes presiones de la ultraderecha del Viejo Continente al gobierno de Rodríguez Zapatero para que en su condición de presidente de turno de la Unión Europea renuncie a modificar la Posición Común hacia Cuba, una subordinación a Washington de la política del bloque con la isla instaurada a instancia de Aznar que La Habana rechaza categóricamente.
Algo muy pérfido está en marcha contra Cuba. Desde comienzos de 2010, se advierte una intensificación de la permanente campaña mediática anticubana y grandes presiones de la ultraderecha del Viejo Continente al gobierno de Rodríguez Zapatero para que en su condición de presidente de turno de la Unión Europea renuncie a modificar la Posición Común hacia Cuba, una subordinación a Washington de la política del bloque con la isla instaurada a instancia de Aznar que La Habana rechaza categóricamente.
El gobierno de Obama, también vapuleado por la extrema derecha no sólo no ha hecho nada sustantivo para distender la relación con La Habana sino da muestras de volver al curso agresivo e injerencista. Aparte de la libertad para que los cubanoestadunidenses puedan viajar y enviar remesas a sus familiares en la isla no existe ninguna iniciativa importante de esta administración para mejorar la relación bilateral a pesar de la reiterada disposición de Cuba de abrir un diálogo “respetuoso sobre todos los temas siempre que sea entre iguales y sin menoscabo de la independencia, la soberanía y la autodeterminación”. Al bloqueo no se le ha quitado ni un pelo y Washington sigue protegiendo a Luis Posada Carriles con el circo montado para juzgarlo como mentiroso y no como terrorista. Los cinco antiterroristas cubanos continúan presos y ni siquiera se les permite la visita de sus esposas. Las fábricas de mentiras arman contra Cuba manipulaciones inauditas mientras no se enteran del genocidio en Irak, Afganistán y Palestina, la represión en Honduras, las bases yanquis en Colombia o la Cumbre de Copenhague arrollada por la dictatorial postura del flamante Nobel de la paz.
El imperio y sus aliados se refocilan en eso de enmendar la plana a sus antiguas dependencias; en el caso de Cuba se trata de la intolerancia hacia el derecho de los pueblos a escoger una forma distinta de vivir y construir su futuro. La independencia de la isla los saca de quicio y en esa tesitura son tan carentes de escrúpulos que empujan a la muerte a un recluso en una cárcel cubana para luego culpar a Cuba y ahora esperan con ansiedad el mismo desenlace en otro supuesto opositor para de nuevo culparla. Es el colmo del cinismo reprochar a La Habana que no haya satisfecho las desmesuradas peticiones de la huelga de hambre de ambos individuos: de uno, cocina, televisor y teléfono en la celda; del otro, la libertad de 26 presos supuestamente políticos pero en realidad agentes pagados de Estados Unidos. El gobierno cubano ha dicho que no es ético forzar a estas personas a injerir alimentos, como se hace habitualmente en el campo de concentración de Guantánamo, al tiempo que reafirma su probada actitud de administrarles todos los cuidados médicos necesarios en estado inconsciente. Nadie ha esclarecido en palabras tan directas como sencillas los fundamentos morales y jurídicos aquí involucrados como el presidente Lula da Silva a una pregunta expresa de la agencia AP: …la huelga de hambre no puede ser utilizada como un pretexto de derechos humanos para liberar a las personas. Imagine si todos los bandidos que están presos en Sao Paulo entraran en huelga de hambre y pidieran su libertad.
Washington mantiene a Cuba en todas sus listas negras. El torturador de Guantánamo, Abu Ghraib, Bagram y las cárceles secretas, el genocida de Irak y Afganistán la acusa de patrocinar el terrorismo, una infamia escandalosa. En enero de este año el gobierno de Obama incluyó a la isla en la lista de países cuyos ciudadanos son objeto de medidas de revisión adicional en los aeropuertos de todo el mundo alegando que se tiene “bien ganado” un puesto entre los países que cooperan con el terrorismo. En febrero, al celebrarse la segunda ronda de conversaciones migratorias en La Habana, interrumpidas durante la era Bush y único contacto entre los dos países, la delegación yanqui llevó a cabo un grosero acto de provocación al reunirse en la Oficina de Intereses de Estados Unidos con una representación de los colaboracionistas a sueldo que mantiene en la isla. Lo que está demostrando hasta ahora Obama es que su interés con Cuba consiste en alebrestar a la esmirriada contrarrevolución interna y continuar promoviendo el cambio de régimen. Si para ello hay que empujar a la huelga de hambre y la muerte a personas de probada inestabilidad emocional y afán desmedido de protagonismo, poco importa, son desechables.
Tomado de La Jornada
Tomado de La Jornada
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